XLVIII

510 72 51
                                    


La mayor parte de la población esperó pacientemente que la caminata atravesara el centro de la capital, pero dicho momento nunca llegó. Nadie entendía el porqué. Atardeció, la gran mayoría se fue y solo algunos lograron ver el carruaje negro que pasó a toda velocidad por la carretera baldía.

—¡Te dije que no tomaras el camino real! —gritó la mujer al conductor a través de una ventanilla—. Toma los caminos alternos para llegar a la frontera.

—¡Tardaríamos el doble de días, mi señora! —respondió el hombre.

—No importa, solo hazlo.

Sakura se volvió hacia el interior del carruaje, siendo recibida por la mirada severa de Tsunade. Instintivamente desvió sus jades preciosos de esa dirección, sabía que su maestra esperaba el momento de reprenderla.

—Al menos intenta curar esas heridas —dijo la rubia, refiriéndose al inconsciente Deidara y el agonizante Sasori—. No los trajiste para verlos morir, ¿no es así?

Tsunade y Shizune permanecían atadas de pies y manos, sentadas junto a los otros dos rehenes. La dama dragón explicó que de esa forma no habría levantado sospecha si el golpe no funcionaba y ella quedaba atrapada en el palacio, pero la legendaria ignoró sus vagas declaraciones. Terminó por deshacer las ataduras de Tsunade para que la ayudara atendiendo a Sasori.

—Saca la flecha de un tirón y haz presión con una venda —la instruyó acerca de cómo tratar a Deidara.

Aunque estuviera enojada, decepcionada y aterrada de la persona que era Sakura actualmente, su visión objetiva como médico la despejaba de cualquier emoción negativa. Por eso era una de las mejores en el campo.

Después de largos minutos, Sasori fue el último en despertar. Ni siquiera el dolor de alguien hurgando en su enorme herida había disipado la inconsciencia del pelirrojo. Con lo primero que se encontró fue con Deidara recostado reposando su cabeza sobre el regazo de Sakura. Corrugó el entrecejo, no recordaba demasiado después de la caída de su esposa.

—Ministro Sasori —lo llamó la rubia, él la miraba desconcertado. Sacudió un poco la cabeza tratando de recordar algo sin que la cabeza le estallara en el proceso—. ¿Puedes hablar? ¿Cómo te sientes?

—Como la mierda —soltó él, con un vestigio de su voz. Recibió la mirada fría de Sakura, entonces dejó fluir una risa suave, y de no ser por lo maltratado de su garganta, hubiera sido melodiosa—. Cortesía de mi bella esposa.

Alzó lo que antes era su mano izquierda y ahora solo era una venda roja que evitaba que se desangrara. Lo había recordado todo con solo ver los ojos de la dama dragón. Había perdido su mano y con ella, el preciado anillo que su mejor amigo le regaló. Se preguntó por Nagato, pero no quiso imaginarse el peor escenario. Confiaba en que Yahiko había hecho bien su trabajo.

—Sé que no debería preguntar esta estupidez pero, no estás embarazada ¿cierto? —Sasori era el único que podía hablar con tranquilidad y mantener esa sonrisa cínica en el rostro.

—Por supuesto que no, Sasori —respondió Sakura—, lo fingí a conveniencia. Ni siquiera pensé tener que llegar a eso pero, estás tan loco que...

—Lo sabía, hice una apuesta con Kakuzu. Lo sospeché pero quería ver que tan lejos llegabas con esa mentira y descubrir la razón tras ella. Soy médico, ¿recuerdas? —asentía, más por los rebotes del carruaje sobre el camino irregular que por voluntad propia—. Quién adivinaría que eres una arpía traidora.

—Lo mejor es que guarde la calma, ministro —insistió Tsunade, conociendo lo volátil del carácter de su antigua aprendiz.

—Estoy calmado, princesa —dejó que los dedos de su única mano jugaran con la venda ensangrentada que cubría su otra muñeca—. Solo quería recordarle a mi hermosa esposa lo que Akatsuki le hace a los traidores. Lo que te conté sobre el primer matrimonio de Kisame no tenía una pizca de mentira. Aquella zorra solo vendió un poco de información; imagínate lo que te harán a ti por todo el desastre que causaste —se carcajeó con gusto—. Estaré esperando pacientemente ese día, Sakura.

Jaula de Oro - 𝑨𝒌𝒂𝒕𝒔𝒖𝒌𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora