XXXIII

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El viento que entró por la ventana removió el cabello —ahora corto— de Itachi, llevándolo a su rostro con molestia. Él se cubrió con su mano para que las hebras azabache no le invadieran los ojos.

Estaba solo en casa. Todos se habían ido, incluso Sasuke, quien debía estar saliendo de la academia. Recorrió la enorme sala, recordando los rostros de impresión en sus padres cuando llegó en los brazos de Kisame, sintiendo algo de vergüenza por ello. ¿Por qué debía sentirse así? Él no había hecho nada malo. 

Itachi se sentía pequeño e inferior, no podía rebelarse ante la palabra de Hoshigaki, si lo hacía, probablemente sería arrastrado a Akatsuki, concluyendo en que no vería a su familia en muchísimo tiempo... o en absoluto. Kisame tenía la potestad de prohibirle incluso eso.

Entonces supo que lo mejor era guardar la calma, su madre llegaría y le daría las buenas noticias sobre la esposa de su primo. A pesar de la distancia entre su habitación y la entrada, escuchó la voz de su tío Kagami cuando llegó con desespero. Estaba seguro que Izumi saldría bien de todo eso. Al menos eso esperaba, de la reunión con Shisui en el río, que resultó en un evento nefasto, recordó el rostro consternado de su primo cuando le hablaba acerca de la enfermedad de la joven mujer.

Ella era menor que Shisui, y habían terminado casados después de aquella batalla que se llamó «la última», la cual se dio justo antes de comenzar con las negociaciones del tratado de paz. Itachi había visto lo aterrado que estaba Shisui el día de su boda, era extraño ver su rostro siempre sonriente y paciente hecho un caos de confusión. Ese día fue su apoyo, estuvieron juntos todo el día, hasta que la noche cayó y la boda se dio. Él celebró el matrimonio de Shisui e Izumi con una felicidad ingenua que recordaba con melancolía.

Ellos no congeniaban en demasiadas cosas, porque Shisui parecía ser un tipo sencillo y despreocupado, pero era alguien muy emocional, sin embargo, no era fácil llegar a él por esa misma razón. Como guerrero tuvo que moldear una coraza dura para no dejar emanar esos sentimientos. Sólo Itachi lo sabía, por eso era su mejor amigo. 

Esa coraza se desvaneció por algunos minutos cuando, en el riachuelo, Shisui admitió estar consternado y al borde del llanto, por la salud de su esposa. En el fondo, su insano optimismo la creía capaz de atravesar ese obstáculo y seguir adelante, pero la realidad le pintaba constantemente que Izumi perecería. Por eso el Uchiha mayor quiso el espacio junto a su mejor amigo, para poder abrirse de esa manera tan humana... dejando un enorme problema en el camino. Al querer respirar tranquilo, agravó la situación para Itachi.

Itachi suspiró. No quería pensar en nada negativo. Recordó cuando Shisui le regaló una sonrisa y le dijo que todo saldría bien. Él confiaba en su esposa, ella era fuerte.

Salió al jardín y el cielo nublado le dio un mal presagio, justo cuando pensó optimista, el cielo lo besó con una gota le lluvia en su frente. Entonces volvió adentro para esperar pacientemente el regreso de su esposo.

Ni siquiera Haku podía hacerle compañía, Kisame lo castigó en todo sentido de la palabra.

Ni siquiera Haku podía hacerle compañía, Kisame lo castigó en todo sentido de la palabra

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Jaula de Oro - 𝑨𝒌𝒂𝒕𝒔𝒖𝒌𝒊Where stories live. Discover now