Capítulo 5

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          Los Gómez somos una familia muy unida, nos queremos mucho, nos ayudamos en todo, luchamos con uñas y dientes por lo que queremos o por aquello en lo que creemos y no nos dejamos vencer nunca. Pero yo digo una cosa, ¿tenemos que ser tan jodidamente madrugadores? A ver, que lo dice una que no duerme... lo sé, pero que no duerma no significa que no quiera estar en la cama leyendo tranquilamente o en el ordenador con mis fotos. 

          Mi abuelo levantado desde el amanecer escuchando la radio y maldiciendo, cada dos por tres, cuando algo de lo que dicen le parece mal. ¿Su frase preferida...? "me cago en los peces de colores."

          Mi madre se levanta un poco después que el abuelo y se pasa la mañana limpiando, ordenando y siempre, siempre buscando mil cosas para hacer. Porque seamos sinceros, si mi madre no tiene nada que hacer se lo inventa, lo que haga falta para no estar mano sobre mano.

          Mi padre se levanta casi como mi madre... y enseguida lo ves en la cocina organizando todo para la comida. Las comidas en casa de los Gómez los domingos son ya una tradición. Mi padre es el cocinero, que para algo es el chef de la casa. Lo que no veo claro es la necesidad de empezar tan temprano. Yo tengo la teoría de que disfruta, le gusta cocinar y si es para su familia, más todavía. Y cuando uno disfruta con lo que hace ya no es ninguna obligación, ya sin duda se convierte en un placer.

          Y Cata, como buena niña de 7 años, corriendo, gritando, cantando, saltando y cogiendo mil y un juguetes. Porque ella no es de estar tranquila jugando a algo y ya, noooo, ella juega a algo, a los cinco minutos se aburre, juega a otra cosa y así una y otra vez.

          Por todo esto, hacer algo tranquilo y relajado un domingo por la mañana en casa de los Gómez es, indiscutiblemente, misión imposible. Pero como ya no es algo que me pille de sorpresa, en cuanto escucho que todos están levantados, en vez de maldecir me uno a ellos. Como ese refrán que dice, si no puedes con el enemigo, únete a él. Lo de los refranes es culpa de mi abuelo, creo que podría escribir un libro infinito con todos los que sabe, además, siempre tiene la frase o el refrán perfecto para cada ocasión.

- ¡Buenos días familia!

- Buenos días - dijeron todos casi a la vez.

- ¿A qué hora llegaste ayer Luisi? - preguntó mi padre.

- Pues no miré el reloj, papá. Un poco después de que me llamara mamá. Ya le dije que me entretuve charlando.

- Charlando ¿Tú? ¿Con quién si se puede saber?

- Con la doctora Ledesma, la dentista. Se pasó por el kings para tomar algo y ya estuvimos charlando de todo un poco.

- ¿Perdón? - dijo mi padre abriendo los ojos al máximo.

- ¿Qué pasa papá? Amelia es una chica muy maja. Además, hoy hemos quedado para ir al cine - dije bebiendo un sorbo de leche como si lo que acababa de decir fuera lo más normal del mundo.

- Manolita por favor, saca el termómetro que tu hija se ha enfermado.

- ja ja ja - dije lo más sarcástica que pude.

- A ver hija, no me negarás que es muy raro. Ya no solo que ayer estuvieras hablando con la dentista, tampoco que hoy vayas al cine con ella... lo raro es que tú hayas abandonado tu mundo para relacionarte con alguien...

- ¡¡¡Marce!!! - le regañó mi madre.

- No sé, me cae bien - dije levantando los hombros, como queriendo quitarle importancia.

... Fotografiando almas ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora