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Los pequeños jugaban en la habitación como siempre, no haciendo caso a las indicaciones de México como siempre, hasta que les dió ganas de ir al baño, salieron de la habitación para acompañarse, uno de los pequeños de nombre Tucumán esperaba su tu...

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Los pequeños jugaban en la habitación como siempre, no haciendo caso a las indicaciones de México como siempre, hasta que les dió ganas de ir al baño, salieron de la habitación para acompañarse, uno de los pequeños de nombre Tucumán esperaba su turno fuera, hasta que escuchó ruido proveniente de la habitación de su papá Argentina.

Jalo de la manita de su hermano, diciéndole al oído lo que estaba escuchando. Se rieron en voz baja antes de comenzar a hacer un desastre en el baño, agarrando al papel higiénico y tirandolo por todos lados, caminando con el mismo rollo por todos lados de la casa.

México escuchó ruido fuera de la habitación, por lo que dejó de besar a Argentina, quien se confundió cuando dejó de hacerlo.

—Espera.—México se levantó de la cama, yendo fuera de la habitación, viendo el desastre que estaba, viendo a los pequeños bajar por las escaleras con sus rollitos de papel que tiraban por ahí.

No sabía que decir, estaba casi paralizado de que los veía haciendo tal desastre, y no era tan grave, por lo menos no estaban incendiado el papel de baño.

México salió de la habitación, alcanzando a un pequeño que se iba a caer por las escaleras.

—¡Ten cuidado, mi amor! Casi te caes, corazón.—México se le olvidó el desastre hecho por el pasillo, abrazando a Misiones, besandole su frente, preocupado de que su tropiezo.

Argentina salió para ver qué pasaba, viendo el desastre que se había creado. Misiones al ver a su padre, se asustó, comenzando a llorar fuerte, aferrándose a México cuando lo vio acercarse.

—¿Qué pasa, pequeño? ¿Por qué estás temblando, cosita? No debes de tener miedo, por suerte te atrapé, y estás bien.—Sonrió, acariciándole el cabello. Solo vio que tenía la mirada hacia atrás de él.

Volteó, viendo a Argentina molesto. Hasta él se asustó de verlo así, pero sabía que los pequeños entraban en pánico cuando Argentina estaba molesto.

México se levantó con cuidado.

—Argentina... Tranquilo, vuelve a la habitación, yo limpiaré esto, no hay necesidad de que le grites a los niños, ve dentro y espérame ahí.

Lo llevó a la habitación, se veía que si estaba molesto, pero demasiado cansado como para gritarles, o más bien quería tener algo de tiempo a solas con México y no iba a gastar su energía en sus hijos.

—Haz lo que quieras con ellos, pero no vayas a mimarlos más, es suficiente con todo lo que haces para protegerlos, son adultos.

—... Pero están chiquitos...

—Estan pequeños pero no son inocentes, deja de protegerlos tanto, por eso lo hacen, porque saben que no te vas a molestar con ellos.

México miró a los pequeños que ya estaban recogiendo el papel, solo querían jugar, y se fueron a comer galletitas a la cocina, regresaban con sus migajas en su boquita, lo cual los delataba de que se habían comido galletas.

—¿Se comieron las galletas?—México preguntó.

—No.—Dijeron todos al mismo tiempo. Misiones escondió sus galletitas atrás de él, tragando suavemente para que no lo escuche.

Eran como Argentina, pero chiquitos, muy chiquitos.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Where stories live. Discover now