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México y Argentina despertaban en sus respectivos sitios, eran las seis, debían de estar ahí a las siete. Era muy temprano pero debían de hacerlo. Hicieron lo de todas las mañanas, sería más divertido si hubieran despertado juntos, pero no era así, México extrañaba a Argentina aferrarse a su espalda todas las mañanas para que lo cargue a todos lados.
Después de eso, se dijeron ambos al lugar donde se iban a hacer las conferencias. Era la primera vez en la que iban a aparecer juntos en una como una pareja oficial ante el público.
Se encontraron en la puerta principal del edificio, sonriendo ambos al otro.
—Buenos días, Argentina.
—Buenos días, señor México.
Se dieron un pequeño beso en los labios antes que lleguen los demás, un abrazo rápido y fuerte, dándose otros besitos de por medio. México le acarició el cabello, besandolo en los labios una última vez antes de entrar con él.
—¿Eran necesarias tantas banderas nuestras?—Argentina preguntó, aferrándose al brazo del mexicano.
—No sé, es como si nos estuviéramos casando otra vez, ahora vamos, mi amor. Es la bienvenida para tu presidente y todo eso, se va a tocar ambos himnos.
—Oh, interesante.—Sonrió, yendo donde les dijeron.
Durante todo ese tiempo en el que se anunciaba la presencia del presidente y de Argentina, ambos países a veces se miraban de reojo, estaban algo separados del otro por lo que agarrarse de las manos no era una opción.
México miró a Argentina, sonriendo un poco de lo lindo que se veía con el cabello hacia atrás, se veía como su angelito precioso, un solecito tan bello y perfecto, quería abrazarlo y llenarlo a besos en ese mismo instante.
Ambos himnos fueron entonados, primero el de México y después el de Argentina, se sentían nerviosos y no sabían bien porque si esa visita al territorio mexicano no era nada malo, no les iban a decir que se separen o algo, era más bien para hablar, y más sobre lo que se hará con la vacuna entre ellos dos.
Los dos pensaban lo mismo, solo querían agarrarse a besos ahí mismo.
Argentina colocó su mano sobre su estómago, sintiendo un leve dolor que alarmó a México un poco.
—¿Estás bien?—México le preguntó en un susurro. Argentina asintió.—¿Seguro? Cualquier cosa me dices, mi amor.—Le habló. Argentina volvió a asentir, solo fue un pequeño dolor, nada serio.
Al finalizar, seguía la conferencia. Atrás de todo eso, México fue apresurado con Argentina, preocupado del dolor que tuvo el menor al final.
—¿Qué sientes, corazón? ¿Te duele todavía? ¿Estás bien?—Le preguntó, tocándole la pancita, examinando con sus manos.—Mi amor, me asustaste mucho.
—Si, lo siento... Solo fue un pequeño dolor, me dijeron que son normales mientras que no sean tan fuertes y constantes. Solo ha pasado dos veces en estos meses.—Comentó, agarrando las manos del mexicano, sonriendo.
—Bien, vamos, ya está por iniciar. Después de esto, creo que te vas a quedar unos tres días más, volveremos a casa después de esos días.
Argentina sonrió, besando a México unos momentos en los labios.
« México y Argentina, se les necesita arriba ahora, está por comenzar. »
México hizo una seña de que ya iban mientras seguía besando a Argentina, nadie podía verlos por lo menos, el beso paso a ser uno lento a uno un poco más profundo, conteniendo leves jadeos por parte del menor quien abrió un poco sus ojos, cerrandolos poco después, los labios de México eran tan buenos y adictivos, podía pasar horas besandolo sin pausa alguna.
—Ya debemos de ir-
Argentina negó, volviendo a unir sus labios una vez más, besandolo más fuerte. Quería besarlo tanto y no desperdiciar ningún segundo de ello.
Se separaron por fin y entraron después de unos minutos ahí.
Estaban algo sonrojados por el beso que se habían dado y se les veía.
