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Al llegar a la entrada de su casa, Khaleesi miró confundida a todas partes, justamente antes de ver cómo Kol la empujaba para salvarla del ataque de Mikael.
—¡No!— Gritó Khaleesi justamente cuando Mikael mostraba una estaca de roble blanco y se la clavaba a Kol en el corazón. —¡Kol!— Gritó de nuevo, mientras se quitaba la estaca y salía corriendo hacia su hermano, con la esperanza de poder ayudarlo.
—Como te dije, Khaleesi, serás la destrucción de tus hermanos.— Rió Mikael. Su hija se quedó en silencio, mientras recordaba lo que mil años atrás, Henrik hizo. Dos de sus hermanos habían muerto por su culpa, por salvarla a ella, y en aquellos momentos supo que ninguno más podía correr ese destino. Aunque el dolor por la pérdida de Kol era fuerte, no iba a permitir que su padre atacará a nadie más, costará lo que costará le detendría.
—Y tu vas a ser el siguiente en morir.— Afirmó la Original moviéndose rápidamente para después desarmarlo y atacarlo.
—¿Qué vas a hacer? ¡Yo soy Mikael!— La recordó con superioridad, a la vez que buscaba algún punto débil, pero lo que él no sabía, era que había despertado el lado oscuro de Khaleesi, ese lado que estaba en las sombras.
—¡Y yo soy Khaleesi!— Respondió ella mientras le agarraba del cuello con demasiada fuerza. —Voy a hacerte pagar por todas las muertes, empezando por la de Uther y terminando con la de Kol.— Afirmó mientras empezaba a absorber el poder de Mikael con su lado de shiphon. —Y te aseguro que está vez no volverás de la muerte, Mikael. Me encargaré de que sufras todos los castigos que debe de sufrir una criatura como tú.— Ante aquellas palabras, Mikael miró a su hija con verdadero terror.
—No puedes matarme, soy un Original.— Le recordó Mikael mientras la sonrisa de su hija se marcaba a un más.
—¿Quién dice que no puedo matarte, Mikael?— Preguntó mientras los ojos de Khaleesi se iluminaban y las venas de la magia negra se expandían por su cuello y brazos. —Voy a vengarme y a proteger a mi familia. Eso es lo que me enseñaste, padre. Proteger a la familia hasta la muerte, y creeme que voy a proteger a la mía. Me da igual que deba de matarte, tú ya lo hiciste. Me mataste a sangre fría usando mi propia espada, matando no solo toda futura vida que pudiera tener, sino mi propio futuro. No sólo máster a Uther, mataste al hijo que esperaba de él.— Dijo entre dientes mientras su mirada se oscurecía y Mikael, cada vez, se sentía más débil.
—Lo siento. Siento lo que hice. Pero lo hice por Esther, ninguno de los dos podíamos perderos.— Al escucharlo Khaleesi rió incrédula, al pensar que sus padres pudieran sentir afecto.
—¿No podíais perdernos?— Preguntó incrédula. —¡Me intentasteis matar! ¡Los dos! Y no solo a mi, sino a mis hermanos... Voy a matarte, Mikael, de la misma forma que hice con Esther. Pero antes de hacerlo, voy a decirte algo. Freya no murió, tu querida esposa se la entrego a Dahlia. ¿Sabes por qué? Por un pacto que ambas hicieron. Mi hermana está viva, y me encargaré no de que te desprecie, sino de que sepa toda la verdad.— Afirmó la Original mientras terminaba de absorber todo el poder que podía de su padre, para después soltarle y hacer aparecer la espada. —¿La recuerdas?— Preguntó con diversión justamente antes de clavarsela en el corazón.
