CAPÍTULO 4.

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  Onil se había convertido en mi todo, era mi alegria, mi paz, mi libertad, pero me había olvidado que todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

   Nunca imaginé que lo perdería tan deprisa. Teníamos tantas cosas por hacer juntos y justamente cuando creí tener un poco de felicidad la oscuridad, mi oscuridad, me mostró que no me puedo fiar de ella.

   Es como el día, comienza soleado y de repente se desencadena una gran tormenta. Una tormenta torrencial, sin oportunidad de nada. Tampoco quería llorar. Nunca fui creyente de que el hombre que llora es débil nunca lo fuí, pero siempre e sabido que llorar no resuelve los problemas. No te da las soluciones, solo te transporta aun mundo lleno de dolor, tristeza, decepción, sufrimiento instantáneo.

   Mi interior se volvio una gran tormenta.

   Ese catorce de agosto, conocí en persona como la oscuridad me consumió en una sola noticia, una sola frase que desmoronó la poca luz que alguien como yo merecía conocer.

   Onil y yo estabamos sentados en las escaleras del porche de su casa de la que una vez fue la casa donde mi primera sonrisa verdadera salía de mi rostro. Mis primeras risas te las regale en aquella casa.

   Ver como sus padres guardan las maletas fue la muestra de que no era un juego. De que todo era real y que quien me dio un poco de luz se iría de mi lado. En ese entonces no tenía celular, tampoco tenía redes sociales en aquel entonces. ¿Cómo diablos mantendríamos la comunicación? ¿Cómo iba a poder ver esos hermosos ojos de la verdad? ¿Cómo sería feliz nueva vez?

   La abuela de Onil enfermo gravemente, al parecer el Alzheimer que tenía la señora Hamilton estaba demasiado desarrollado, lo que implicaba que sus padres fueran a Boston a cuidar de una maldita vieja decrépita que seguro en unos días no se acordaría de quienes eran ellos.

   ¿Qué le hice yo a la vida para que me golpeara de esta manera? ¿Qué mal tan grande es el que estoy pagando? ¿Porqué mi penitencia implica tanta infelicidad? Para ser un niño tenía conocimiento de lo que era la felicidad y puedo asegurar que despedirme de Onil fue la infelicidad hecha persona.

—Te voy a extrañar. —¿Sería verdad que me extrañaría? ¿Sería verdad que las lágrimas que vi en sus ojos eran reales? —Mi mamá dice que tengas este número y que me llames para que no perdamos el contacto.

   Tomé aquel papel que contenía el número, con un lindo mensaje; Escríbeme inmediatamente, ¿Ok? Onil, Tú mejor amigo.

   Aquel fue el último abrazo que nos dimos. Fue la última vez que vi su sonrisa dirigirse a mi persona. Cuando me enteré de la noticia me prometí que no lloraría, pero ¿Quién diablo era yo para no llorar?

   Cuando el auto se marchó que quede sentado en la acera de la calle. No me importó la que el frío calara en mis huesos, tampoco me importó una mierda que la lluvia que caía me empapara y terminará resfriado. Ya no tendría quién se preocupara por mí. Ahora tendría que volver a ser la misma mierda que era. A tener que bajar la mirada ante los demás.

   Aún es gracioso recordar como todos me miraban cuando di mi declaración sobre la creencia en Dios. Las personas suelen decir que debemos de respetar la opinión ajena, cuando en realidad lo único que hacen es criticar a todo el que no comparte su opinión. Burlarse de quién no quiere hacer lo que la sociedad espera que hagas.

   Después de semejante declaración recibí unos buenos golpes, por cortesía de mi madre, quién dijo en aquel entonces que yo la hacía perder su valioso tiempo. Ella y yo sabíamos que lo que perdía era una forma de ganar dinero, pero yo no tenía derecho de juzgarla pues ella pagaba la comida.

   Fui aún más raro en aquella época. Lo único que recibía eran miradas reprobatorias de todo aquel que creía conocerme y lo único que hacían es juzgar mi palabra cuando muy en el fondo yo tenía razón. Pero ninguno de ellos se atrevió a decir la verdad, ninguno de ellos me apoyó, pero poco me importaba.

   El agua caía en mi cuerpo. El papel con su número lo tenía empuñando de tal manera que no podía ingresar una sola gota de agua. Cuando el primer rayo hizo acto de presencia fue las que suficiente para que las lágrimas que me negué a dejar salir antes lo hicieran en ese momento. Llore como nunca lo había hecho, llore de dolor, de tristeza, de impotencia. Cada una de las emociones reflejaba cada una de las lágrimas que de mis ojos caían.

   Ese catorce de agosto me jure que lograría grandes cosas, me jure que lograría cada una de las metas que tenía por cumplir y me jure que cuando vuelva a tenerlo en frente no lo dejaría ir jamás, él era mío.

—¿Alguna vez le preguntaste si el sentía los mismo sentimientos hacia ti?

—No tenía que preguntarle oficial. Siempre supe el significado que tenía en su vida. A veces las personas creen que para sentirse queridos tienen que recibir nuestras de afecto, pero para mí solo son ridiculeces.

—Entiendo tu punto de vista Micah, pero si dices que él era tu felicidad ¿Por qué lo mataste? ¿Qué te llevo a cometer asesinato?

—Cuando leemos un buen libro, lo que más nos atrapa en la trama de la historia oficial. Ni puedo contarle el porqué, sin que usted sepa cuáles fueron los verdaderos motivos. Y no crea que no quiero contárselo, pero usted está aquí para escuchar y dictar sentencia, yo solo soy un maldito desdichado que no tuvo buena suerte.

—La suerte es sólo una frase que usan las personas cunado algo le sale bien en su vida.

—Entonces yo digo que lo único bueno en mi vida fue Onil Hamilton. Mi golpe de suerte.

 —Continua con tu relato por favor.

   Ese día hasta que la noche no llego no volví a pisar mi casa, si es que así se podía llamar. No voy a mentir diciendo que mi casa era sucia, o que estaba en malas condiciones porque estaría mintiendo. Algo que mi madre siempre hizo fue mantener su casa lo más limpia posible. No podía recibir a los clientes en lugar lleno de inmundicia.

   Aún no sé si fue el Dios del que negué su existencia, o fue el diablo al que tanto las personas le temen, pero al día siguiente; no tenía ningún resfriado, no me sentía mal en absoluto, de hecho creo que en aquel entonces esa lluvia se llevó las debilidades que creí tener, pero que nunca existieron. Esa noche deje de huir de la oscuridad para convertirme en esa oscuridad. Esa noche deje de tener miedo a lo que soy. Nunca más le negaría las puertas a mi propio interior. Mi propio demonio. Mi propia desgracia.

Extraña Obsesión.Where stories live. Discover now