CAPÍTULO 5

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   Los días sin Onil fueron una maldita tortura. Nunca tuve miedo de que él se iría, pero en cuanto el momento llegó creo que no supe cómo afrontar la maldita situación. A partir de ese día comenzaron las pesadillas, que solo se iban cuando estaba drogado o borracho. No tenía forma de detenerlas. Cada día que pasaba me levantaba ojeroso, de mal humor —más que el de costumbre— no quería siquiera ver la maldita luz del sol.

   Las pesadillas siempre eran lo mismo, una especie de oscuridad que me perseguía, y gritaba mi nombre, pero era de una manera que sentía que mis oídos iban a reventar, siempre que despertaba sudado, agitado, y como si mi corazón se fuese a salir por mi boca. Era fustrante no poder dormir. Comencé a ejercitarme todas la noches, lo hacía de una manera tan intensa y tortuoso que al día siguiente mis músculos ardían, pero creo que todo lo que hize rindió frutos. Mi cuerpo comenzó a tomar forma y deje de ser ese chico larguiducho.

   Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y los meses en años. Unos malditos años en lo que la economía de mis padres mejoró, bastante. Nos mudamos a una hermosa casa en una mejor recidencia y con vecinos que no discutían por cualquier estupidez cometida, mi madre dejó de prostituirse, y mi padre era quien traía los hombres a la casa. Cuando cumplí los trece fue que supe que mi padre era una especie de "repartidor" y mi casa un tipo de almacén para guardar metanfetamina, heroína, crack, marihuana, y muchas otras que no vienen al caso.

   Con el nuevo estatus social, llegó también la nueva escuela. Esta era muy distinta a la anterior, en mi salón era una maldita sensación, mientras los demás chicos eran gordos, o demaciado delgados, yo a mis trece ya tenía músculos los cuales las chicas querían tocar, y provocaba la envidia de quienes no tenían. Las personas siempre suelen querer lo que no tienen y sí no es posible obtenerlo te odian, pero a mí poco me importaba su opinión.

   Deje de sentarme en la parte de atrás, y comprendí que la atención era algo realmente gratificante, me encantaba ser el centro de atención. No era ningún vándalo, en realidad era el preferido de los maestros, era todo un cerebro, y con las chicas —a pesar no besar a ninguna— era toda una sensación.

   Cuando cumplí los quince fue mi primera experiencia sexual. Nunca deje de pensar el mi hermoso Onil, me odie por no haber llamado, ¿Cómo diablos lo aría? ¿Como saber cuál era su número celular? Yo, ya tenía teléfono celular, y creo que mi padre lo compró para justificar su manías de verme desnudo. Poco a poco lo fue dejando de hacer, hasta que dejó de hacerlo. Confieso que aunque no es normal que esto pase tampoco me molestaba. Creo que con el tiempo me gustó saber que mi padre era un gay reprimido.

   La chica con la que me acosté era dos años mayor que yo, ella no era ninguna chica virgen, ingenua mucho menos, yo tampoco lo era, estuve nervioso sí, pero si algo e aprendido es a fingir. También la cantidad de porno que veía se atribuía a mi buena forma de coger. Esa noche me saque las ganas que contenía, ella era más bien una adicta al sexo salvaje y eso es algo en lo que nos complementabamos, el sexo fue rudo. Mordidas, arañazos, golpes, en especial de parte mía, ella era una chica de tes bastante blanca y cada vez que mi mano caía en su tracero, y el color rojo y la marca de mi mano se mostraba más notoria, era cada vez más excitante. Ese día a pesar de que debería de estar contento por mi primera vez sexual se que fui un estúpido. Bastantes libros había leído y bastantes películas, y mucha información como para hacerlo sin condón, pero ella me aseguro que estaba limpia. Lo que si la obligué a tomar la pastilla por tres días seguidos y que se haga una prueba de embarazo tres semanas después.

   Nunca me gustaron los niños... y mientras más pequeños son, más me enojan, siempre están llorando y quieren una atención obligatoria.

   Nunca ingresé a ningún grupo de deportes, pero se podría decir que estaba entre los cinco chicos más populares de todo el maldito instituto. Recibía invitaciones a fiestas y a coger con cuánta chica me abriera las piernas. En una de esas noches de fiestas fue mi primera vez con un chico, el estaba todo nervioso y si algo me encantaba en aquel entonces es ser la primera vez de alguien.

   Aquel chico tan parecido a mi Onil. Tan lindo y a la vez tan seguro de sí mismo. Me enojo bastante que fuera una zorra. Estaba seguro que Onil no sería como él. Algo que nunca hice fue buscar las personas para tener sexo, ellos llegaban como a mí como persona con sed luego de dos meses de viajar por el desierto. El chico era lindo no te voy a mentir oficial, pero su ojos marrones no eran la luz que yo necesitaba, no eran esa paz que yo tanto quería para mí.

   Lo lleve a un hotel, y le di una primera vez inolvidable. Mientras estaba con él y escuchaba sus gemidos me volvía más apacionado, toda mi razón de ser quería que aquel chico delgado y de baja estatura sea Onil, pero no fue ese el caso. Cuando llegó el comento de cogerlo de espaldas, pude ver que estaba tatuado y me dio bastante corage, no quería que nadie tocará a mí Onil, lo penetre de una manera tan ruda y fuerte que cada vez que mi miembro salía de él, pequeñas gotas de sangre salían de su ano, el no se quejaba, lloró en silencio y aguanto hasta que me vine en el condón.

   No volví a coger con nadie más que no fuera él. Me volví posesivo con él, solo yo podía tocarlo, solo yo podía mirarlo con luguria. Se podría decir que teníamos una especie de relación donde él era mi sumiso, el era perfecto en ese ámbito. Siempre callado, esperaba y respetaba cada una de mis reglas.

   En el penúltimo año me dijo que de cambiaria de escuela y que lo perdonará, yo no quería que el se vaya, y lo logré. Siempre cumplo y hago lo que quiero oficial, fue así en aquel entonces y lo es ahora.

—¿Que fue lo que hiciste?

—Es fácil oficial, solo tuve que buscar el arma de papá, dispare por primera vez a su padre, me encantó el sonido que salía de su boca, el dolor causado por mi propia mano era más que perfecto. Con su padre convaleciente el no se iría a ningún lugar y así pasó. El se quedó para ser mío.

   En las vaciones me metí a un club de natación, no era el mejor, pero estaba en un equipo para no morir de aburrimiento, y creo que me funcionó a la perfección.

   Como tonto creí que mi padre no me arrastraría a su desgracia, pero estaba muy equivocado. Mi padre siempre fue un hijo de perra traicionero, y tenía que cumplir su pago, era mi madre o yo. Es más que obvio que yo fui la moneda de cambio. Recibí golpes, encima de los golpes, el que era el jefe, —o eso aparentaba— dijo que era suficiente. Cuando me cure de las heridas mi prueba era robar una casa y matar al dueño de dicha propiedad, de lo contrario mis padres sufrirían las consecuencias.

   Esa noche una pareja sin hijos, fue brutalmente masacrada con un tubo, varias costillas, rotas y un rostro irreconocible para sus familiares, el hijo apareció tres semanas después, lo habían secuestrado para que su padre pagará una deuda y como no la hizo esas fueron las consecuencias, el hijo ya era mayor de edad en aquel entonces, se quedó con todo lo que una vez fue se su padre, la escuela la termino siendo el mejor estudiante de todos, un nuevo lugar lo esperaba.

—¿Estás hablando de ti mismo? ¿Fuiste capaz de matar a tus propios padres? ¿Que clase de demonio eres?

—No esas ridículo oficial. No soy ningún demonio, si ellos tuvieron el valor para entregarme con aquel hombre, y el odio a mi persona, yo tuve que tomarme mi tiempo de saber si merecían la vida, y por desgracia la respuesta fue negativa. También fui a su funeral vestido de negro por completo, creo que eso suma puntos.

—No quiero seguir escuchando tus barbaridades.

—Estas aquí porque quieres saber la verdad oficial, pero son las tres. La sesión de hoy terminó, vuelve el próximo miércoles y te contaré cómo encontré a Onil y todo lo que tuvo que pasar para que por desgracia corra el mismo destino que mis padres.

Extraña Obsesión.Where stories live. Discover now