Oscuridad

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Te amo, Senku.

Senku se despertó en la oscuridad, sin ningún recuerdo de lo que había sucedido, parpadeó un poco desorientado, tratando de adaptarse a la poca luz inusualmente azul de la luna que entraba por la habitación, se sentía cansado y adolorido, pero aun así hizo un esfuerzo por mirar a su alrededor y entender un poco la situación en la que se encontraba. Taiju estaba dormido en una silla a su lado, lucia cansado y desgastado, pero eso no fue lo que llamó la atención de Senku, sino que su cara estuviese sucia y tuviera vendas con restos de... ¿sangre seca?

¿Taiju herido? Ese grandulón tenia demasiada resistencia, realmente debía haber sucedido algo malo mientras estuvo inconsciente.

—Grandulón... —susurró débilmente, carraspeando.

Taiju se despertó de inmediato, sobresaltado, jadeo sorprendido cuando visualizo a Senku despierto, haciendo que éste lo mirase extrañado, abrió la boca para preguntarle qué demonios estaba sucediendo, pero entonces Taiju reaccionó.

—¡Despertaste! ¡Realmente... realmente despertaste...! —Senku juraba que la cabeza le estallaría en cualquier momento, y no lo dudaba si Taiju seguía gritando así. Le reclamó un poco de silencio en un murmuró, en cambió una sonrisa temblorosa se hizo presente en Taiju, las lágrimas amenazaron con salir, comenzando a deslizarse por sus mejillas, luego sacudió la cabeza concentrándose—. ¿Cómo te sientes, Senku?

—Se-sedien... —carraspeó—, sediento... —susurró haciendo una mueca al sentir la garganta seca.

Taiju de inmediatamente se movió, vertiendo agua en el vaso de la mesita que estaba a su lado, Senku lo siguió con la mirada notando que realmente estaba herido por alguna razón, todas las vendas lo decían a gritos e iba a preguntarle sobre ello cuando algo más capto su atención: Un colgante con una... ¿piedra...? No, un pequeño pedazo de ámbar azul en su mesita de noche juntó a la jarra de la cual Taiju acaba de servir el agua.

Esperen, ¿ámbar azul? ¿qué? ¿dónde...?

Kohaku.

Te amo.

Se incorporó de golpe sintiendo un vuelco en el estómago y una repentina presión en el pecho, escuchó a Taiju reprendiéndolo por moverse así, pero no le prestó atención.

Tragó saliva y sintió como su corazón comenzaba a acelerarse cada vez más.

Y entonces preguntó en voz baja, casi asustado por la respuesta.

—Taiju, ¿dónde está Kohaku? —Su amigo se tensó y Senku sintió que su corazón saldría de su pecho en cualquier momento, inhalo y exhalo tratando de controlarse—. ¿Grandulón? ¿dónde está Kohaku? —repitió cuando su amigo se quedó en silencio más de lo necesario—, ¿dónde está ella?

Entonces Taiju lo miró. Senku conocía a su mejor amigo a la perfección, sabía lo transparente y sincero que era, y sabía de su incapacidad para ocultar absolutamente nada, y su mirada lo hizo sentir miedo, no recordaba cuando había sido la última vez que había sentido tanto miedo.

—Senku... Kohaku, ella... —Cerró los ojos y respiró profundamente antes de volver a mirarlo—. Kohaku ya no está aquí, Senku.

Lo miró, expectante, pero Senku le regresó la mirada confuso e irritado.

—Basta, grandulón. Esto no es gracioso —gruñó sintiendo a su garganta quejarse, pero ignoró el dolor. Se movió para sentarse mejor—, ¿a qué demonios te refieres con que no está aquí?

Taiju se quedó en silencio y luego le frunció el ceño.

—Senku, tienes que calmarte —habló tranquilamente—. Espera, déjame llamar a los demás, ¿de acuerdo?

Senku abrió la boca para quejarse, para exigirle que quería las respuestas ahora, pero terminó teniendo un ataque de tos, así que se apresuró a beber del vaso, y Taiju aprovechó para salir apresuradamente y regresar un minuto más tarde con el resto de sus amigos.

Todos estaban ahí, Taiju, Yuzuriha, Gen, Ryusui, Francoise, Tsukasa, Ukyo, Ruri—quien estaba siendo abrazada por Chrome—, Kinro y Ginro, Kaseki, todos... excepto Kohaku.

—Senku —lo llamó Ukyo nada más verlo despierto. Él tenía una mano vendada y unas cuantas banditas en la cara. Vio a la pequeña Suika a su lado, pero su actitud positiva de siempre no estaba y su sandía tenia unos cuantos rasguños.

Senku se sorprendió al notar que nadie estaba exentó de al menos dos heridas.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Ryusui, quien a pesar de que se veía bien, parecía hacer muecas, y también lucia cansado.

Senku asintió lentamente, dudoso, aun repasando a todos con la mirada, tratando de comprender.

—¿Kohaku...? —comenzó, pero entonces Tsukasa negó.

Vio a Ruri comenzar a sollozar en los brazos de Chrome y un nudo se formó en su garganta.

—Lo siento, Senku.

Senku sintió como su pecho se oprimía y como respirar se hacia cada vez más difícil, sin poder aguantarlo más, sintió sus ojos aguadarse y tuvo que forzar a que el aire entrara para luchar porque las lágrimas no cayeran. Asintió levemente entendiendo finalmente lo que había pasado.

Chrome se movió, posando su mano sobre su hombro, tratando de consolarlo, pero Senku sabía que él estaba igual de devastado. Él también tenía vendados los brazos.

—Tranquilo, Senku. Todo estará bien.

Pero ella no estaba ahí.

Así que ya nada estaría bien.

ÁmbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora