Epílogo.

1K 80 14
                                    

Lo primero que oí fue un llanto.

Después sentí los escombros clavándose bajo mi cuerpo.

Aún no me respondía el cuerpo y un dolor insoportable envolvió todo mi ser, haciendo que mi garganta produjera un gruñido gutural que hizo que el llanto cesara.

Oí pasos, dos personas, tal vez tres, y temí que fueran mortífagos asegurándose que habíamos muerto, pero no tenía sentido que lloraran ¿no?

— No puede haber salido de ella ese quejido, esta muerta — dijo un hombre que no supe identificar.

— ¡Ya se que está muerta! ¡Pero te juro que he oído un quejido proveniente de aquí! — dijo otro hombre.

— ¿Queréis dejar de gritar? Me duele todo — dije entrecortadamente intentando incorporarme.

Sentí como contenían el aire, asustados por mi inesperada resurrección.

— Os vais a reír, pero Cassandra me regaló un dije con un trozo de piedra filosofal, sino seguiría muerta — dije, explicando mi extraña resurrección e intentando recuperar la visión pestañeando.

De pie a mi alrededor estaban Severus y Remus, que me miraban con asombro.

— ¿Pensáis ayudarme o sigo intentándolo yo sola? — Me quejé.

Ambos se abalanzaron sobre mí, abrazándome con euforia y ayudándome a levantarme y a mantenerme estable.

— ¿Dónde están sus cuerpos? — les pregunté — se que murieron poco después de morir yo, me encontraba en la puerta hablando con James que estaba en lo alto de las escaleras cuando Voldemort hizo que explotara la puerta de la casa, me los encontré en el más allá, les prometí cuidar de Harry.

Ambos me guiaron hasta los cuerpos de James y Lily, ambos tirados a un lado de los escombros, como había estado mi cuerpo antes de volver a la vida.

Los habían tumbado uno al lado del otro, con sus manos en contacto, sus pieles estaban cubiertas de heridas y polvo a causa de los escombros y la palidez y rigidez delataba que estaban muertos.

Las lágrimas volvieron a salir sin control, y me dejé caer junto a sus cuerpos, uniendo sus manos por completo, como deberían estar.

Remus me rodeó por los hombros con un brazo, dándome palmaditas en el hombro.

— Lo siento Éride — Dijo Remus.

— ¿Dónde está Sirius? — pregunté asustada — ¡¿Dónde está mi marido?!

Ambos me miraron en silencio, luego se miraron entre ellos con pena y me volvieron a mirar.

— Sirius se volvió loco al llegar y ver tu cadáver, mató a Petter y a unos cuantos muggles que había por la zona, esta en Azkaban — Dijo Remus después de que les zarandeara sin piedad — Es un traidor, delató a los Potter, por su culpa moriste.

— ¡NO! ¡No es verdad! ¡Sirius no era el que ocultaba a los Potter, era Petter! ¡Petter sabía dónde vivíamos James, Lily, Sirius y yo! ¡Sirius estaba acostando a las niñas cuando todo sucedió! — exclamé — ¡Ha habido un error! ¡Mi pobre Sirius! ¡Tengo que ir a por él!

— ¿Y quien te va a creer con esa marca en el brazo? — preguntó Severus sujetándome por el brazo, justo donde estaba la marca tenebrosa.

— ¡Que me sometan a una tortura al veritaserum o a lo que ellos quieran mientras suelten a mi marido! — Grité soltándome e intentando irme.

— Severus tiene razón, lo mejor que puedes hacer ahora mismo es ir a por tus hijas, y luego intentar que te escuchen, ahora mismo están saturados de juicios a mortífagos — Dijo Remus apoyando sus manos en mis hombros — Vamos, deben seguir solas en casa.

Al llegar a casa todo estaba en silencio, corrí a las habitaciones de las niñas, una al lado de la otra. Ambas dormían a pierna suelta, ajenas a todo lo que las rodeaba, a todo mal de la noche. A todo lo que había sucedido en la última hora. En como la vida de los cuatro había cambiado esa noche de manera irreparable.

Solo me quedaban ellas, pero pensaba recuperar a mi marido, porque era inocente y conseguiría demostrarlo, me costara lo que me costara.

Fin.

La decisión de Éride [Con Sirius Black] (La época de los Merodeadores)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora