Capítulo 11: No te boicotees.

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Devoción y Amelia cruzaron la puerta del despacho y cerraron tras de sí. La música y el ruido que reinaban fuera se atenuaron. La morena se giró de nuevo hacia su madre y sonrió antes de dar una pequeña carrera para volver a hundirse en sus brazos con los ojos cerrados.

Le explotaba el pecho de felicidad de tenerla así. Los años anteriores a la muerte de su padre, fueron duros para las dos. Ambas querían verse y a veces lo lograban, a escondidas de Tomás, pero nunca el tiempo suficiente. Amelia se separó del abrazo y Devoción agarró la cara de su hija y comenzó a repartirle besos por todas partes.

- ¡Qué ganas tenía de verte! - decía entre beso y beso mientras Amelia los recibía entre risas nerviosas como cuando era una niña.

- Mamá... - se quejaba la morena sin demasiado empeño.

- Es que estás muy guapa y muy mayor y qué bien has cantado, hija. - explicaba Devoción sin dejar los besos.

- Ay, mamá. - dijo la morena con ternura, disfrutando de aquel momento.

La señora Gascón, dejó de besarla y la separó de su rostro para mirarla bien, agarrándole aún la cara con delicadeza entre sus manos.

- Estoy muy orgullosa de ti. - dijo con la mirada brillante, apartándole el pelo de los ojos a su hija para verla mejor. - Muy orgullosa, Amelia.

- Gracias, mamá. - contestó con un nudo instalado en la garganta.

- Y me parece que has invertido muy bien el dinero. - explicó la más mayor separándose un poco de Amelia y mirando a su alrededor. - Este sitio es estupendo y, además, puedes cantar en él y haces que otros cumplan sus sueños. Es maravilloso, cariño. Digno de ti.

- Ains...mamá, al final me haces llorar. - dijo Amelia sonriendo mientras se limpiaba una lagrima que escapaba de sus ojos.

- ¡Es que es verdad! Parecías tan segura encima del escenario y toda esa gente te conoce y te aplaude. ¡Qué felicidad haber podido verlo! - decía llena de emoción.

- La verdad es que soy feliz aquí. - contestó.

- ¿Sí? - preguntó Devoción.

- Mucho. - y se acercó de nuevo a su madre para agarrar sus manos. - Soy propietaria de esta locura de sitio que me da muchos quebraderos de cabeza y mucho trabajo, pero también muchas alegrías. Canto cada fin de semana y me encanta. Tengo a Nat, que está loca, pero la quiero mucho... - se explicaba la morena con brillo en los ojos. - Jamás pensé que pudiera tener todo esto.

- Bueno, y también tienes unas empleadas que valen oro. - apuntilló Devoción.

- Sí. - afirmó agachando la mirada al suelo. - Son fantásticas y son las culpables del éxito de King's, sin duda. Sin ellas, esto no hubiese sido posible.

- Cuánto me alegra que las hayas encontrado. - dijo buscando la mirada de su hija. - María es estupenda y esa Luisita...

Amelia levantó la mirada al oírla pronunciar ese nombre y sus mejillas se sonrojaron.

- Sí, son las dos un amor. - interrumpió.

- Ya... ya veo. - dijo sonriendo de medio lado y enarcando una ceja. Gestos de familia, suponía Amelia.

Cuando la morena abrió la boca para hablar, unos nudillos golpearon la puerta tres veces y las dos mujeres se giraron a mirarla al mismo tiempo.

- ¡Adelante! - dijo Amelia en voz alta para ser escuchada desde el ruido de fuera.

La puerta se abrió despacio y una cabeza rubia, se asomó tras ella.

- ¿Se puede? - dijo Luisita desde la puerta y con cara de culpable.

MamihlapinatapaiWhere stories live. Discover now