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Mientras caminaba volví a repensar todo. Mi furia se había esfumado en el momento que las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, ¿acaso Timothée tendría razón? ¿Estaba dejando que todo esto me haga perder la cabeza? Siempre pensé que estaba bien si así lo hacía, estaba justificado en mi mente porque era mi casa, porque era mi familia, pero ¿hasta qué punto sería correcto y hasta cual obsesivo?

Sin darme cuenta estaba prácticamente corriendo, y llegué mucho más rápido de lo esperado a la casa de Matthew. Estando allí no supe que hacer, ¿no había dicho que tenga cuidado? ¿Nos había pedido que no volviéramos o lo estaba imaginando?
Estaba un poco confundida, quizás si estaba descuidando todo, incluso mi cordura, aunque sería normal, ¿no? ¿Quién podría llevar esta situación con normalidad?

Me dirigí a la puerta trasera, esperando que allí si pudiera ver a mi amigo, porque realmente no me animaba a tocar la puerta principal. No en el estado que me encontraba. Ni bien posé mi puño escuché la voz de Jasmine. Parecía estar gritando, y llorando. Oí la voz de Matthew, quien también gritaba. Sin embargo el ruido era lejano y no podía distinguir que decían.

— ¿Señorita Elizabeth? —alguien me preguntó insegura desde mis espaldas. Me asusté y volteé, encontrándome con Mary, la madre de mi amigo. Ella me sonrió alegremente—. Elizabeth, ¡tanto tiempo!

Se acercó a abrazarme, ella me conocía desde que nací, y había sido gran amiga de mi madre. La rodeé con mis brazos insegura.

— ¿Está bien? ¿Qué sucedió? —me preguntó, recordé que seguramente se llorando. Me sequé las lágrimas rápidamente, intentando ocultar el hecho de que estaba mal.

—Estoy bien—le aseguré, quise sonar lo mas convincente que pude. Con suerte podría creerlo hasta yo—. ¿Puedo hablar con Matthew?

—Si, claro, pase—tomó mi mano, y me guío adentro de la casa. Era pequeña, entramos y estábamos en la cocina. La casa en sí estaba hecha de madera, al adentrarnos pudimos ver como los hermanos estaban parados en la mitad del comedor, parecía que seguían discutiendo hasta en el momento que se dieron cuenta que allí estábamos. Jasmine me miró impresionada, se quedó quieta en el lugar. Tenía lágrimas en sus mejillas, y parecía tener marcas en sus brazos. Lucía impactada, supe por eso que no esperaba verme en su cocina. Matthew, antes de que sucediera algo, me tomó por los hombros empujándome hacia afuera de la casa.

— ¿Qué estas haciendo? —me solté de su agarre cuando estuvimos afuera, lo miré enojada. ¿Por qué me corrió de su casa?

—Perdóname Liz, pero no es recomendable que Jasmine te vea—explicó nervioso. Se movía con duda, parecía no estar seguro de que hacer y aquello me inquietaba—. Sabes que no está bien, y cualquier cosa que altere su entorno puede producirle...

Se calló y preferí que no siga hablando más, no tenía experiencia en estos casos pero lo entendía. Alterar a su hermana no hubiese estado bien. Sobretodo cuando parecía que ya estaba bastante mal.

—Lo entiendo, sólo que fue un poco abrupto, ¿no crees?

—Supongo—murmuró, sus ojos se quedaron viendo mi rostro y me analizó durante un momento—. ¿Qué sucedió? ¿Por qué has llorado? Ven aquí.

Su brazo derecho rodeó mis hombro. Él sabía que a veces me ahogaba en mis propios problemas, como yo sabia que él hacia lo contrario. No aguantaba nada. Inmediatamente rompí en llanto una vez más.

—Matt, han sucedido tantas cosas que ya no sé que hacer—sollocé. A veces necesitaba un lugar al que pudiera refugiarme, pretendía que todo estaba bien para no preocupar a mis hermanos, pero ¿hasta qué punto era posible?

𝐄𝐋 𝐇𝐔𝐄𝐒𝐏𝐄𝐃 || timothée chalametWhere stories live. Discover now