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Mi cumpleaños había sido un día increíble, había tenido una cena junto a mi familia, Luisa horneó un pastel y mis tíos me regalaron un vestido nuevo. Uno que parecía de alguien mayor, perfecto para cuando viviera en Londres, así fue como Emily lo describió. Al principio fue asombroso porque las prendas de vestir me gustaban, y era conocimiento de todos que amaba los vestidos. Sin embago aquel pedazo de tela tomó un significa distinto, en el momento que me lo puse no me vi a mi misma como solía hacerlo, porque  parecía grande, y aquello era para la universidad, lejos de casa, sin mi familia y simplemente no podía imaginarlo. No quería hacerlo. 

Por otro lado Timothée se había tomado la molestia de comprarme un brazalete realmente hermoso. Tenía el dije de una flor, específicamente un lirio, porque representaba la esperanza. Su regalo había significado mucho para mi, no cualquiera era capaz de algo así, ni mucho menos pensar en una historia para él. 

Tristemente después de mi cumpleaños todo empeoró, tal y como lo hacen los días de verano, donde pasabas una tarde hermosa, soleada y calurosa, pero en un momento se desataba una tormenta eléctrica, trayendo el frío, llevándose el sol y con él toda la felicidad. Así me sentía en ese momento, en el medio de una tormenta. Timothée se alejó de mi y yo también de él, todo se sentía raro como si la alegría me hubiese sido arrebatada. De repente volvíamos a no hablar tanto, todo parecía haber vuelto a la normalidad después de lo que sucedió con Matthew y Jasmine, excepto nosotros.

No sabía quien tenía la culpa, si él, yo o ninguno. Nada realmente había sucedido, sólo nos alejábamos lentamente.

Una parte de mi se escabullía de él porque mi mente me recordaba que dentro de poco ya no lo vería, me iría a Londres y seguramente él se marcharía a su hogar. No había nada que reteniese aquí y me dolía pensarlo.

Baje las escaleras llegando a la cocina, pasaba mis mañanas viendo a Luisa cocinar, y por las tardes perdía las horas leyendo en el balcón de la habitación de mis padres. Ese día no quise estar allí, decidí que hablaría con Charles por lo que me acerqué hasta su oficina y toqué la puerta.

—Adelante—su voz se oyó gravemente, a través de la madera. Se sorprendió al verme, no venía nunca por aquí—. Buenos días Elizabeth.

—Hola—murmuré. Me dijo que podía sentarme por lo que seguí sus órdenes quedando frente a él.

— ¿Qué te trae por aquí?

—Quería saber qué sucedió con Matthew—susurré. A veces me daba vergüenza interesarme tanto en los asesinos de mi padre, era como un instante en el que olvidaba lo que había hecho, y en el minuto que lo recordaba, mi vergüenza desaparecía, y lo admitía. Después de todo sentía que mi padre no merecía que le tuviera pena, era una mala persona que había obtenido su merecido.

—Matthew estará bien, hemos acordado que se asumirá todas las responsabilidades, así lo quiere él—dijo con una expresión de lamento en su rostro. Me dolía que él asumiriera toda la responsabilidad—. Prefiere asumir todos los cargos antes de que descubran todo lo que sucedió con Jasmine y la culpen. 

Eso si sonaba a como algo que haría Matthew, mi amigo de siempre, el que conocía antes de que todo esto sucediera. Ojalá pudiesemos volver a esos tiempos y evitarlo. Asentí ante lo que me dijo. 

— ¿No hay nada que se pueda hacer? —le pregunté, necesitaba saberlo con certeza—. Para que salga.

—Si él no lo quiere no, es imposible que quiten los cargos una vez que asumió la responsabilidad—hizó una mueca, era de pena, supuse que era una sentimiento normal en ese entonces entre todos de la familia—. Estará bien, nos encargaremos de que lo esté. 

𝐄𝐋 𝐇𝐔𝐄𝐒𝐏𝐄𝐃 || timothée chalametWhere stories live. Discover now