#32 Promesas

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–¿Rafael? –dijo entrando después de un par de toques en la puerta

–¿Evenus, todo está bien? –dijo el hombre preparando los últimos papeles para el asunto de la coronación de su hijo en una semana

–Señor, recuerda lo que hablamos de Dinora. –habló claro y el hombre asintió–No era una broma, Rafael, ella es real y atacará de nuevo.

–Evenus no podemos hacer nada contra la diosa de la muerte, en tanto una salva sus tierras, la otra se encarga de derramar sangre. Solamente nos queda rogar a Celina por un mejor futuro.

–Hay –suspiró–otra forma.

El hombre se detuvo y volvió su rostro a la chica–Habla. –pidió

–Nosotros –habló nerviosa–respetamos las alianzas, no podemos mentir y no podemos traicionar.

Conforme las palabras salían de su boca las analizaba, río con sarcasmo al darse cuenta de que su madre nunca fue como ella y su padre. Quizá por primera vez, aceptó que claramente era su madre la que tenía problemas y no ella.

–¿Y qué es lo que propones? –ella sintió como sus manos temblaban y decidió no alargar más el asunto

–Propongo una alianza y paz. Para eso un matrimonio arreglado con su hijo.

♧♤♧♤♧

–Violeta. –la llamó–¿Tienes tiempo?

–No, Saúl. Ya estoy harta de saber lo mucho que odias a mi esposo y mi matrimonio.

–Hermana. –la detuvo–Sé bien lo que te digo, sé que él no te conviene- –ella le interrumpió

–Sé de las cartas con Evenus. Sé que la quería a ella como reina, también sé que tuvo menos coraje para luchar por ella, que fui su segunda opción, pero sabes soy feliz, tengo tierras y seré madre. Créeme que si mi marido no me ama no me voy a morir y por la marca ni te preocupes que si no me ama y yo tampoco a él va a desaparecer.

–Hermana... –Saúl no tenía palabras, le sorprendió la madurez de su hermana menor–Lo lamento, tienes toda la razón, es tu vida y matrimonio, no debo entrometerme. Pero Violeta no quiero verte triste eres mi hermanita y si ni siquiera sé protegerte como puedo confiar en mí.

–Esto ha sido un desplante muy grande, debes saber que si mis hijos no son aceptados en Ikonia yo no volveré a pisar estas tierras jamás.

–Y de verdad lo lamento, se que los cachorros no tienen la culpa. –el chico se arrodilló frente a la reina de Osiris–Desde el fondo de mi corazón te pido que me perdones. Y permanezcas conmigo hasta el día de mi coronación y si lo deseas puedes quedarte para el cumpleaños de Evenus.

–Saúl, no quiero que odies a mis hijos por los errores de sus padres, quiero saber que cuento contigo en caso de que algo malo sucediera conmigo. –el hombre dejó de respirar con solo pensar en perder a su hermana–¡Prométeme que los amarás como si fueran tus propios hijos!

El hombre colocó una mano en su pecho y otra frente a su hermana–Lo prometo.

♧♤♧♤♧

–Venus- –ella sonrió pasando de largo y el la siguió extrañado de su comportamiento–¿Te gustaría que almorcemos juntos? –preguntó arriesgado

–¿Sabes dónde está tu madre? –él negó deteniéndose

Ella solo pasó de largo y siguió su camino, su cabeza era un lío en este momento. No comprendió por qué la chica estaba actuando tan extraño, no era normal que un día estuviese nerviosa por saber que el príncipe aún la amaba y al otro tan cortante y distraída.

–Señor. –un soldado le saludó–Su padre solicita su presencia.

Vaya coincidencia. –pensó molesto

–Padre. –entro enojado y sin anunciarse–Madre, Adiel. –saludó confundido

–Hijo, –habló Rafael sin darle tiempo a responder–sé que había escuchado tu apelación, pero ahora te vas a casar. –mi confusión aumentó

–Pero padre... –dije balbuceando

–Saúl. –su voz interrumpió mi confusión–Debes casarte. –mi madre le apoyó y la miré completamente molesto

–Creí que tú ya lo habías entendido, solo esperas que algo pase para tratar de casarme. Estoy harto de que creas que puedes manejar mi vida.

–Lo haremos el día de la coronación, –dijo su padre ignorándolo–hasta entonces la verás. Es una orden, ya puedes irte. –su rostro era rojo en furia

El hombre salió caminando enojado, al pasar la puerta chocó de frente con la elemental, sosteniéndola de la cintura evitando que ella cayera de espaldas. Ella se sostuvo de su camisa y cuello, sus rostros estaban tan cerca que sus respiraciones se encontraban.

–Venus... –le susurró perdido en sus ojos

–Lo siento. –mencionó rápida y nerviosamente

–¿Saúl? –le dijo el rey al verlo tan perdido en ese momento

La chica volteó hacia los demás en la habitación, pero Saúl seguía perdido en ella, en cada facción de su hermoso rostro. No podía creer que estaba a una semana de perder su oportunidad con ella, su libertad y su verdadero amor.

Ambos se levantaron y todos los miraron, Evenus solo caminó hasta su padre.

–¿Evenus, eres parte de esto?

–Sabe lo suficiente. –respondió el rey

Él príncipe la miró y sintió al decaído lobo de la chica, pero prefirió darle espacio ya que su reacción antes en el pasillo fue algo extraña y lo acotó a su conocimiento sobre la arreglaba boda.

Por la noche pasó frente a la chimenea salón trasero y sonrió triste al recordar aquella noche junto a la elemental, con el corazón en la mano y cuando la llevó a su habitación tomados de la mano. Se sentía completo con ella a su lado y tenía claro que jamás, ninguna otra mujer podría despertar tanto en él como la elemental lo hacía.

Su lobo lloró por no poder deshacer ese matrimonio, era lo mejor para Ikonia y él lo sabía, pero no podía poner a un pueblo por sobre su propia felicidad, ¿o sí?

Tomó rápidamente el valor que le faltaba y corrió hacia el jardín de la chica, sabía que estaría ahí y decidió dejar las cosas claras, su miedo no lo detendría como a su padre.

–Venus. –dijo llegando a la cúpula y ella le miró, su corazón se detuvo y corrió hacia ella–Bonita... –le susurró tristemente

Elemento OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora