Verdad

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Atsumu se había levantado más triste de lo normal y agradeció que no tuviera que ver ese día a Sakusa.
Se había puesto a llorar la mayor parte del día, había visto varias fotos de ellos juntos y había encontrado aquella carta.
Se la habían entregado a penas los padres de Momo cuando cumplió los dos años de muerte, era la lista de los receptores de órganos.
No había querido leerla antes... Pero esta vez era diferente... Tenía que leerla.
La abrió.
La mayoría estaba en anónimo o había dejado el apellido solamente, sin embargo algo le llamó la atención.
Lo leyó varias veces sin creerlo.

Corazón............ Sakusa Kiyoomi

Seguido de eso venía su dirección, así que no dudó ni un segundo en ir.
Tocó la puerta y se hizo para atrás, Sakusa abrió sin pensarlo.
— Eres... El único que dejó su nombre y dirección... – dijo Atsumu enseñándole la lista.
Sakusa solo asintió con la cabeza y dijo muy tranquilamente:
— Dame un momento –
Después de unos minutos volvió a abrir la puerta y le dijo que pasara.
Había puesto dos tapetes sanitizantes en la entrada.
— Pasa por este primero, tiene jabón – dijo señalandolo de lejos.
Atsumu hizo lo que pidió.
— Ahora el otro... es cloro – siguió diciendo.
El rubio no estaba de humor para aquello pero decidió seguir las instrucciones de Sakusa...
— Ahora el tapete para secar y luego ponte aquí – dijo señalando el escalón siguiente — Quítate los zapatos y las calcetas.... Y regresa al tapete de jabón de un salto – le indicó después.
Atsumu lo hizo y así lo dejó pasar más allá de la entrada.
— Ahí quédate – dijo después y regresó con un spray antibacterial, lo llenó de este y luego le pidió que diera vuelta para echarle más spray.
Después le dio gel antibacterial y le pidió se pusiera el cubrebocas que le dio.
— Siéntate en el sillón individual – le pidió Sakusa.
Espero unos minutos, su paciencia estaba acabando pero no podía enojarse con él...
Durante el par de meses que habían estado hablando Atsumu llegó a creer que le gustaba aquel chico, ahora solo pensaba que tal vez era el hecho de tener una parte de Momo cerca pero aún así... No podía enojarse con él.
Finalmente el pelinegro se sentó en el sillón familiar del lado más lejano a Atsumu.
— Dejé mi nombre y mi dirección porque pensé que algún día un familiar de mi donador querría escuchar nuevamente su corazón... Me sentí muy agradecido con mi donador. No sabía que era ella, hasta hace poco – explicó Sakusa.
— ¿Hace poco? – preguntó Atsumu ahora con lágrimas en los ojos.
— Cuando te ví en la televisión... Sentí que te extrañaba, tuve un sueño raro. Me di cuenta que era un recuerdo y no era mío... Lo confirmé el día en el que te conocí... – admitió el pelinegro.
Atsumu no pudo evitar seguir llorando aún más.
— ¿Pu...pue...puedo es...escucharlo? – preguntó finalmente entre sollozos.
Sakusa le mostró un estetoscopio que tenía en manos y le dio permiso para acercarse.
Escuchar aquel sonido a través del estetoscopio hizo que el rubio se quebrara por completo.
Lloró cada vez más fuerte y Sakusa se había preocupado de tal manera que hizo algo que nunca antes había pensado que podría hacer.
Le quitó el cubrebocas a Atsumu para que respirara mejor, así como el estetoscopio y lo abrazó.
Dejó que el rubio se acomodara sobre su pecho consolandolo, pasaba su mano por el cabello de Atsumu calmandolo.
Pasó cerca de una hora para que el llanto de aquel chico pasara a ser pequeños hipos y suspiros.
Una vez calmado fue que se dio cuenta de lo que estaba pasando.
— Omi... Me estás abrazando... – dijo con cierta sorpresa y cansancio
— Prefiero no pensar en eso... – declaró Sakusa pasándole por última vez la mano por el cabello.
Atsumu se levantó y se alejó un poco.
— Perdón... – dijo finalmente y se paró — Creo... Que debería irme... – siguió el rubio.
Pero Sakusa se paró de inmediato y tomó su mano.
— No puedo dejar que te vayas así... Quédate hoy – pidió el pelinegro sin pensarlo.
Atsumu no podía creer lo que le había dicho pero la verdad era que no quería estar solo así que aceptó.
Sakusa hizo que se bañara primero siguiendo los parámetros que él seguía, al final el rubio se había quedado solo con una toalla enredada a la cintura.
— Ten... Está totalmente limpia esta ropa, literalmente es nueva... Tal vez te quede un poco grande – dijo dándosela sin voltear a verlo mucho, pues estaba completamente sonrojado — Deja la toalla en ese cesto por favor, no se te ocurra ponerla en la cama... – siguió para luego meterse él a bañar.
Sakua Kiyoomi no podía dejar de pensar que había abrazado a Atsumu y que lo había dejado para primero a bañarse y mucho menos que lo iba a dejar quedarse esa noche...
Estaba a punto de un colapso nervioso pero no quería que el rubio lo viera así.
Se lavó el cuerpo más veces de las que normalmente lo hacía de tal sentimiento que tenía que estaba lleno de gérmenes.
Y lloró mientras lo hacía, era mejor llorar en ese momento que con Atsumu afuera.
Después de un momento se calmó y se secó para cambiarse afuera...
Demonios tal vez debió traer su ropa al baño pero... Aquello lo ponía más nervioso...
No había mucho qué hacer, así que salió a su cuarto.
El rubio lo había visto con cierta sorpresa que de repente no entendió que era lo que pasaba.
Sakusa finalmente vió a dónde estaba viendo Atsumu, para él ya era tan normal ver aquella cicatriz que iba de su pecho hasta sus costillas que olvidaba lo impresionante que debía ser aquello para algo más.
Se tapó rápidamente con sus manos.
— Perdón... Se ve horrible, lo olvidé – se disculpó tomando su ropa y poniéndose de inmediato la playera.
Tomó el restante de su ropa y se terminó de cambiar en el baño debido a la pena.
— Perdón, en serio... Lo olvidé – volvió a decir a modo de disculpa una vez que ya estaba cambiado.
— No... No te preocupes – contestó Atsumu — No debí quedarme viendo tan fijamente –
— Entiendo... Se ve horrible – volvió a decir Sakusa.
Atsumu no dijo nada más... Estaba cansado como para contradecir al pelinegro o intentar decir algo que lo hiciera sentir mejor.
— ¿Dónde se supone que voy a dormir? – preguntó finalmente el rubio.
— No tengo futón... Y no quisiera que durmieras en el piso o el sofá... – dijo Sakusa rascándose la cabeza.
Y así volvió a romper una de sus reglas dejando que Atsumu durmiera en la misma cama que él.
Ninguno de los dos podía dormirse, estaban acostados cada uno en una esquina viendo el techo.
Atsumu volteó a ver al pelinegro...
Se veía perfecto a la luz de la lámpara.
Tal vez sí le gustaba... Aunque ya no sabía bien lo que sentía y mucho menos en ese momento.
— ¿Por qué sigues viéndome? – preguntó Sakusa.
— Sigo sin creer que me abrazaras... – admitió el rubio.
— No me lo recuerdes... He roto mis reglas más de la cuenta hoy, estoy al borde del colapso nervioso... – confesó aquel chico acomodándose para ver a Atsumu a los ojos.
— Gracias... Por hacer eso por mí –
Sakusa solo sonrió por un segundo.
— Intenta dormir – le dijo cerrando los ojos.
Y así de fácil Sakusa se quedó dormido.
Atsumu se quedó otro momento despierto, tenía la cabeza hecha un lío y no sabía que hacer al respecto.
Estaba pensando en sus sentimientos hacia Momo, hacia Sakusa y si tendría relación con que aquel chico tuviera el corazón y los recuerdos de su amada.
¿Por qué y cómo era que tenía aquellos recuerdos?
Suspiró sin encontrar respuesta, no había nada lógico en aquello.
Fue entonces que el pelinegro rodó en sueños hasta encontrar a Atsumu y lo abrazó.
Lo jaló de tal forma que el rubio se tuvo que acomodar sobre su pecho.
Por un momento Atsumu no supo que hacer... Pero decidió abrazarlo también.
Solo así se pudo quedar dormido.

Mientras tu corazón siga latiendo ~FinalizadaWhere stories live. Discover now