Conociendo a Osamu

616 94 0
                                    

Osamu Miya estaba bastante enojado.
— ¡¿Estuviste con alguien por casi un año y no me lo dijiste?! – gritó su hermano cuando le contó de su relación con Sakusa.
— Lo conozco de hace un año... Llevamos saliendo solo 4 meses – explicó Atsumu para que se calmara.
— ¡Oy! Eso no me importa, el punto es que me lo ocultaste. He estado preocupado por ti desde el accidente... Pero al parecer ya no me necesitas – dijo el peliplata colgando.
Atsumu suspiró.
— ¿Estará bien? – preguntó Sakusa, quién había visto aquella escena en silencio.
— Sí, no me hablará por días pero estará bien – afirmó el rubio sonriendo.
Después de aquello pasó semana y media para que Osamu volviera a llamar a Atsumu...
— De acuerdo. Lo conoceré. – había dicho.
Habían quedado en un día, Atsumu le había explicado el problema de Sakusa.
Y es que si bien ya podía abrazar a Atsumu, tomar su mano y besarlo aquella condición solo se aplicaba a él.
La mente del pelinegro se había acomodado a Atsumu y era como si se hubiera configurado para pensar que el rubio no tenía ningún germen.
Pero ahora que vendría Osamu se había puesto increíblemente nervioso porque podía estar sin problema alguno con una persona pero dos personas ya eran muchas...
Le había dado pena decirle a Osamu lo que debía de hacer y no se quería acercar demasiado de primera instancia así que había hecho que Atsumu le dijera las instrucciones mientras él supervisaba.
Una vez que cumplió con todas los requisitos de Sakusa entró a la casa con mucha confianza.
Atsumu sabía que el pelinegro no estaría cómodo con ambos en el mismo lugar, así que había dejado a aquellos dos en la sala mientras observaba desde la cocina con recelo.
Quería estar con Sakusa pero también su hermano era muy importante y aún más importante era que las personas que más quería en el mundo se llevaran bien, pues Osamu siempre le había demostrado su apoyo incondicional.
Por otro lado Osamu estaba muy divertido, la distancia que había conservado Atsumu le había sentado bien. Seguía enojado con él y sabía perfectamente que hacer para molestarlo incluso a la distancia : hablar de los momentos vergonzosos de su hermano.
— ¿Sabías que Tsumu era pésimo en voleibol en la primaria? Estaba tan perdido en lo que quería hacer que su juego no era bueno – decía riéndose.
— ¡Eso no es cierto, Samu! – gritó el rubio, si estuviera más cerca le hubiera dado un golpe en la cabeza.
— ¡Sí, si es cierto! Si no fuera por mí nunca habrías encontrado tu vocación de colocador – siguió burlándose.
Sakusa fue perdiendo el miedo de estar con Osamu poco a poco, hablar con él era muy fácil y divertido. Le llamaba la atención el hecho de que a pesar de ser gemelos eran como el día y la noche, cuando Atsumu le había dicho que se aquel chico se empeñaba en ser totalmente diferente era cierto.
La casa se había llenado de los gritos de ambos gemelos durante todo el día y las risas de Sakusa al ver aquellas escenas.
Extrañamente no le molestaba para nada todo aquel ruido, se sentía como si lo hubiera vivido varias veces y todo cobró sentido cuando Osamu le contó que Momo, aparte de su antiguo capitán, había sido la única persona que podía regular y poner fin a sus peleas sin problema alguno.
Sonrió al escuchar eso, a veces realmente estaba muy agradecido de tener el corazón de aquella chica. Por lo que decían había sido una persona muy linda y eso lo tenía en paz.
Al final del día Osamu se despidió agradeciendo a Sakusa por dejarlo entrar y le dio su número.
— Si algún día este idiota se pone más idiota de lo normal, llámame – había dicho con una sonrisa, pues sabía que eso pondría celoso a su hermano.
Pero en vez de recibir algún insulto Atsumu se había puesto a darle la despedida más larga del mundo agradeciendo que hubiera ido, aunque la verdad es que no había prestado mucha atención a lo que había dicho Osamu sabía del amor que le tenía su hermano.
Puso los ojos en blanco por tanta miel derrochada.
Atsumu intentó abrazar al final a su hermano, pero Osamu se había echo para atrás y Sakusa lo había agarrado del brazo para detenerlo.
Los dos rieron dejando a Atsumu confundido.
— Es obvio que si me abrazas, hoy no duermes con él – dijo Osamu y Sakusa solo se encogió de hombros dando a entender que no estaba tan equivocado — Oy, no es el fin del mundo, Tsumu. Te veré pronto – se despidió para salir de aquella casa.
Aquel fue el comienzo de una extraña amistad entre su hermano y su novio que solo le traería doble porción de burlas y travesuras.

Mientras tu corazón siga latiendo ~FinalizadaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant