No soy ella

651 95 9
                                    

Atsumu iba todos los fines de semana a quedarse con Sakusa. Después de ir a la cancha los viernes se regresaban juntos y se volvía a su casa el domingo.
Durante ese tiempo Atsumu veía que tan cerca podía estar del pelinegro y hacía diferentes pruebas.
La primera vez que intentó tomar su mano la respuesta inmediata de Sakusa fue quitar la suya.
Así que decidió ir más despacio: primero comenzó a ponerla cerca de la mano del pelinegro, cuando se hubo acostumbrado a estar cerca había acercado su meñique y con el tiempo Sakusa también había acercado su meñique.
Ahora otros dos meses después lo único que podía hacer Atsumu era cruzar su meñique con el del pelinegro como si aquello fuera tomarse de las manos.
Sin embargo, por las noches para Sakusa era como si aquel pensamiento de que todo estaba lleno de gérmenes se fuera.
Seguía abrazando a Atsumu por las noches y cuando el rubio se dormía primero se aventuraba a intentar tocar su mejilla y últimamente había estado a punto de darle un beso en la mejilla.
Atsumu realmente no se dormía, era bueno actuando y adoraba aquellos intentos de Sakusa para vencer sus miedos.
Sin embargo, seguía habiendo un problema dentro de su relación y era que Atsumu buscaba por doquier rastros de Momo en aquel chico.
Si bien era cierto que tenía ciertos recuerdos de ella, Sakusa había entendido que no debía de cambiar su forma de ser. Él no era ella.
Pero era más difícil para Atsumu reconocer eso...
Aquel día el rubio había llevado consigo una guitarra, cuando llegaron a casa de Sakusa y que todo pasara por la desinfección correcta le pidió al pelinegro que se sentara en el sillón.
— Quiero tocarte una canción – dijo Atsumu sonriendo.
Sakusa no dijo nada solo se mantuvo atento a ver qué era lo que iba a tocar el rubio.
Pero en cuanto comenzó la melodía otro recuerdo de aquella chica se hizo presente.

Atsumu comenzó a cantar una canción que ella amaba, era una de aquellas pocas canciones que no eran tristes y que su prometido le gustaba interpretar para ella.
Hablaba del amor incondicional, su parte favorita era aquella que decía "Te prometopara siempre ahora".
Sentía que era perfecto para ellos dos, era una promesa de amor de Atsumu cada vez que decía "donde quiera que estés siempre te haré sonreír, donde quiera que estés siempre estoy a tu lado, lo que sea que digas siempre estás en mi mente".
Y siempre que terminaba de cantarla Atsumu colocaba un pequeño beso en sus labios sellando aquella promesa.

Sakusa se hizo para atrás al ver la intensión del rubio de besarlo.
— Yo... No soy ella... Nunca lo seré – dijo con ojos llorosos y voz quebrada.
Sakusa entonces se levantó y se fue a su cuarto.
Fue solo entonces que Atsumu se dio cuenta de lo que había hecho...
— Omi... Por favor... Ábreme – dijo mientras tocaba la puerta del cuarto
— ¡Vete! ¡No pienso abrirte! – gritó desde adentro.
— No pienso irme... Por favor, Omi... Sé que hice algo malo – insistió sin obtener respuesta.
— De acuerdo... Solo escúchame por favor... – le pidió y como no obtuvo respuesta continuó sentándose en el piso — Soy un idiota y un engreído, siempre lo he sabido... Por eso Osamu no quiere ser como yo, normalmente no me importa lastimar a la gente pero si me importas tú... Omi... No soy perfecto, cometo errores y honestamente tengo miedo ahorita...
Desde el día en el que te conocí algo fue diferente, me diste paz en un momento difícil... Incluso antes de saber que tenías el corazón de Momo me plantee una idea un poco descabellada, después pensé que era aquello pero... Sakusa, estaba mintiéndome a mí mismo. Tienes razón, no eres ella. Eres Sakusa Kiyoomi. Y seré completamente honesto: me gustas. Me gustas mucho y eso me da miedo porque nunca me había puesto a pensar en seguir adelante. Discúlpame si alguna vez te comparé con ella y por haberte cantado una canción que le cantaba, sé que eres diferente. Pero me da miedo seguir adelante... Me da miedo pero estoy dispuesto a intentarlo... Porque es verdad lo que siento por ti...
Me gustas mucho y no sé que hacer – terminó su discurso.
La puerta de abrió poco a poco.
— Realmente eres un idiota... – dijo Sakusa viéndolo ahí sentado — Pero tampoco puedo mentir y decir que no me gustas... – admitió sentándose frente a Atsumu.
Acercó su mano poniendo su meñique para que el rubio lo agarrara.
— También me da miedo porque no sé cómo hacer esto... – siguió Sakusa viendo sus dedos entrelazados — Me gustaría ser capaz de hacer más cosas como las personas normales... – dijo con más lagrimas en sus ojos.
— ¡Oy! No digas esas cosas, Omi. Has hecho grandes progresos, me abrazas por las noches, tomas mi meñique, duermes a mi lado... Casi besas mi mejilla... – dijo Atsumu cayandose inmediatamente cuando dijo lo último.
Sakusa frunció el ceño.
— Sabía que no estabas dormido... – se quejó.
Atsumu rió.
— Perdón... Aunque no abro los ojos sé que tus intentos son muy lindos – dijo Atsumu.
Sakusa lo pensó dos veces pero aquello lo ameritaba así que le dio un golpe en la cabeza con la mano libre.
— De acuerdo... Eso me lo merezco – aceptó Atsumu riendo más.
Durante lo que restó del día Atsumu le concedió lo que quiso a Sakusa hasta que finalmente decidieron ir a dormir.
El rubio había cerrado los ojos por el cansancio pero escuchó la voz de aquel chico.
— No te muevas... – le pidió y minutos después sintió los labios de Sakusa sobre su mejilla — Descansa – dijo después.
— Descansa – contestó Atsumu sonriendo.

Mientras tu corazón siga latiendo ~FinalizadaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant