Reconciliación

821 98 5
                                    

Después de que Sakusa se sintió mejor, el enojo había vuelto. Aquel día Atsumu había despertado con una patada que lo había hecho caer en el piso.
— Ok... Ya te sientes bien... – había dicho comprendiendo lo que pasaba.
Le cumplió el hecho de no dormir juntos cuando se quedaba en su casa, cuando iban a la cancha de voleibol Sakusa no le dirigía la palabra, solo lo veía y claro, no permitía para nada que lo besara.
Pero Atsumu no perdía la esperanza, algún día se le iría el enojo.
Lo que no sabía era que aquello también era de cierta forma un castigo para el propio Sakusa.
Así que había cosas que le molestaban al pelinegro porque cada día Atsumu estaba más cerca de que lo perdonara...
— Omi-Omi... Vamos... Déjame dormir hoy contigoooo – se quejó el rubio una vez más.
Sakusa se había volteado y caminado hacia él para luego apretujar sus mejillas.
— No me digas Omi-Omi cuando estoy enojado contigo – lo regañó apretando más fuerte.
— Oyyyyy eso dueeeleeeee, ¡está bien! – gritó Atsumu.
Sakusa estaba apunto de irse de la sala una vez más cuando el rubio le volvió a hablar.
—  Senpai... ¿Puedo dormir hoy contigo? – preguntó Atsumu.
Sakusa se sonrojó en exceso, sintió cómo sus mejillas estaban demasiado calientes ¿Había escuchado bien?
Se regresó al sillón aventando a Atsumu para que estuviera completamente acostado y se puso encima de él.
— Tampoco me provoques... – dijo Sakusa.
En cualquier otra situación Atsumu Miya hubiera dicho algo, se hubiera burlado por el sonrojo de aquel chico o algo se le hubiera ocurrido pero en ese momento se encontraba sin palabras.
Hubo un momento extraño de tensión entre ambos, Atsumu no podía hacer nada más que ver hacía los labios del pelinegro ¿se enojaría si lo besaba?
— ¿Provocarte? ¿Por qué piensas eso, senpai? – preguntó finalmente Atsumu sonriendo burlonamente.
— Eres un idiota, Miya... – contestó Sakusa antes de comenzar a besarlo.
Había sido un beso totalmente diferente a cualquiera de los anteriores, era intenso, se sentía una especie de electricidad en cada tacto entre los dos. Fue entonces que Sakusa hizo algo que jamás había hecho.... Metió su mano debajo de la playera del rubio y exploró su torso para después dirigir aquella mano al pectoral derecho de Atsumu y juguetear con su pezón.
Atsumu gimió de inmediato, fue un sonido extraño debido a la sorpresa que se encontraba en aquel sonido.
Sakusa continuó y dirigió sus labios al cuello del rubio, donde succionó con bastante fuerza hasta dejar un perfecto moretón.
— Mi amor... – gimió Atsumu y fue entonces que el pelinegro sonrió, era extraño que a aquel chico se le saliera ese apodo para él.
— ¿Qué pasa...? – preguntó Sakusa con voz un poco más profunda que lo normal.
— ¿Qué... Ngh... Estás haciendo...? – preguntó Atsumu.
— ¿Quieres que pare? – dijo ahora subiéndole la playera por completo y comenzando a lamer su otro pezón.
El rubio solo podía gemir ante todo aquello, no podía creer que Sakusa hubiera tenido la iniciativa para hacer aquello.
— Agárrate fuerte de mí – dijo el pelinegro y Atsumu rápidamente pasó los brazos al rededor de su cuello y sus piernas al rededor de su cintura.
Una vez agarrado Sakusa, con una fuerza desconocida para Atsumu, lo cargó.
— Omi-Omi... No deberías cargarme – lo regañó.
Pero Sakusa siguió caminando a la habitación.
— No es como que lo haga diario, con una vez que te cargue no me pasará nada – explicó él.
Recostó con cuidado a Atsumu en la cama y siguió besándolo.
— Amor... – volvió a decir Atsumu.
— Dime – contestó Sakusa acariciando su mejilla.
— ¿Estás seguro de esto? – preguntó viéndolo a los ojos.
Sakusa asintió.
— ¿Recuerdas que cuando estábamos en el hospital... Te pedí que salieras un momento? – le dijo para que recordara hasta que Atsumu asintió — Bueno... Le pregunté si había problema de que tuviera relaciones... Y dijo que no... Luego... Dijo un par de cosas que me convenció de que no habría problema de hacerlo contigo – explicó.
Atsumu se sonrojó un poco y volteó para otro lado.
— Estoy nervioso... – admitió el rubio.
— Yo también, bebé – dijo Sakusa.
— Tal vez no me creas pero... Será mi primera vez también – confesó Atsumu.
— Te creo, prometo hacer lo que quieras y pararé cuando me digas – dijo el pelinegro y luego se acercó a su oreja — También prometo ser gentil contigo – dijo de forma sensual.
Atsumu rió un poco nervioso y lo besó para que continuara.
Atsumu se deshizo de la playera de Sakusa y de la suya.
El pelinegro volvió a besar su cuello dejando más marcas y haciendo que el rubio volviera a gemir.
Sakusa comenzó a bajar el pantalón de Atsumu hasta dejarlo en ropa interior e hizo lo mismo con el suyo.
Pero en cuanto quiso hacer lo mismo con su bóxer Atsumu lo paró.
— Espera... – dijo con nerviosismo.
— De acuerdo – accedió Sakusa y lo llenó de besitos en toda la cara para luego darle uno más tierno en la boca.
Aquello relajó un poco más a Atsumu y accedió a quedar completamente desnudo ante Sakusa.
El pelinegro hizo lo mismo para que Atsumu no se sintiera incómodo.
— ¿Puedo tocarte? – le preguntó y el rubio asintió.
Acercó su mano al miembro de Atsumu y comenzó a frotarlo con su mano.
Sakusa estaba encantado con los sonidos y gestos que hacía el rubio.
— Demonios, bebé... Haces sonidos tan lindos y sensuales... Y si agrego esto... ¿Será mejor? – preguntó para después  mordisquear los pezones de Atsumu.
— No... Ngh... Sakusa... – gimió Atsumu tratando de controlarse.
— No te controles, deja salir esos dulces sonidos, bebé – pidió el pelinegro quién había alargado la mano desocupada para agarrar el lubricante que había dejado cerca.
Paró por un momento para untarse el lubricante en la mano y la dirigió a la entrada del rubio.
Jugueteó un poco viendo las expresiones de Atsumu antes de comenzar a introducir un dedo dentro de él.
— Ahhh... Espera... – pidió Atsumu.
Sakusa paró por un momento.
— ¿Estás bien? – preguntó besando su mejilla.
El rubio asintió suspirando, así que Sakusa continuó.
Atsumu se mordía el labio inferior aguantando un poco los gemidos que realmente quería sacar...
— No te controles – volvió a decir Sakusa ahora metiendo un segundo dedo dentro de Atsumu.
Esta vez el rubio gritó de placer y Sakusa sonrió.
No pasó mucho tiempo hasta que finalmente tuvo tres dedos dentro de él.
— Mi amor... Ya te quiero dentro... – suplicó Atsumu.
— De acuerdo, bebé – asintió Sakusa.
El pelinegro puso su miembro en la entrada de Atsumu después de untarlo con lubricante y comenzó a entrar lentamente.
Atsumu apretó fuertemente la espalda de Sakusa dejando sus dedos marcados en él. No sabía que sentía más, dolor o placer.
Una vez adentro Sakusa esperó un poco antes de comenzar a moverse.
Se movió lentamente disfrutando cada vez que entraba y salía de Atsumu, esperaba no cansarse tan fácil de aquella manera.
Era inútil para Atsumu controlar los gemidos y gritos de placer con cada embestida del pelinegro, se había dedicado a sacar todo y rasgar la espalda de Atsumu.
Después de un tiempo el rubio se dio cuenta que Sakusa se había cansado, así que pidió cambiar de posición.
— Siéntate – le ordenó, después de que le hizo caso se sentó en el regazo del pelinegro poniendo su miembro dentro de él poco a poco.
Atsumu gimió aún más fuerte, aquello se sintió aún mejor.
— ¿Tan bien... se siente, bebé? – preguntó Sakusa con voz entrecortada.
Comenzó a masturbar a Atsumu al mismo tiempo y lamer sus pezones.
Atsumu gritó cada vez más fuerte debido a las múltiples sensaciones que estaba experimentando hasta que finalmente se vino.
Poco después Sakusa terminó dentro de Atsumu.
El rubio se echó al lado de Sakusa exhausto y se cubrió la cara.
— ¿Qué pasa, bebé? – preguntó Sakusa recostándose a su lado y  abrazándolo.
Atsumu escondió su cara en el pecho del pelinegro abrazándolo también.
— Tan penoso... – se burló Sakusa.
— Y tú tan descarado... – le reclamó Atsumu.
Sakusa solo rió un poco.
Hubo un momento de silencio entre los dos hasta que finalmente Atsumu volvió a hablar.
— Omi-Omi... – dijo en voz baja.
— ¿Um? – preguntó Sakusa medio dormido.
— Te... Te amo – confesó Atsumu.
El pelinegro sonrió.
— Yo también te amo – contestó.
Atsumu también sonrió, se acomodó mejor.
Ambos se quedaron dormidos abrazados.

Mientras tu corazón siga latiendo ~FinalizadaWhere stories live. Discover now