Escopolamina.

111 12 5
                                    

***

Sin saber cómo y porqué, me desperté en una cama ajena, desnuda, con una sábana blanca cubriéndome y un dolor de cabeza horrible, no recordaba qué había pasado, solo recordaba que había estado con Adonis conversando una gran parte de la noche, luego decidí tomarme un jugo de mango dulce, pero de resto todo lo veía nublado; al igual que los recuerdos tenía la visión borrosa, intentaba con todas las fuerzas recordar, pero era en vano. 

Como supuse que aún seguía en la casa de la chica de la fiesta, me levanté de la cama ajena para buscar mi ropa por el suelo, agacharme para tomarla con el dolor de cabeza que tenía era un infierno, tuve que sentarme en la cama a descansar apenas tuve mi ropa en mis manos para no desfallecer. 

—Despertaste — mencionó mi voz favorita, entrando para acercarse a mí.

—Hola, Montblanc — lo saludé mientras lo observé arrodillarse frente a mí para tomar mi rostro entre sus manos—. ¿Por qué no recuerdo nada de anoche? 

Me sentía cansada mentalmente, la visión borrosa y el dolor de cabeza no estaban colaborando, lo abracé escondiendo mi cara en su hombro para que no me molestara más la luz  en los ojos.

—Yo tampoco sé, mi amor, te desapareciste de mi lado en mitad de la noche y en esta casa tan grande no te encontré hasta esta mañana — explicó acariciando mi espalda desnuda.

—Espera... ¿entonces por qué estaba desnuda en esta cama sino estaba contigo? — cuestioné asustada alzando mi cabeza para mirarlo. 

—Al parecer te acostaste con Lorenzo Berlusconi — anotó suspirando

Lo miré sin entender nada, no había tomado licor, no me acostaría nunca en mi vida con Lorenzo y se supone que habíamos ido juntos para estar juntos en la fiesta, ¿qué había pasado?

—¿Es en serio? Nunca me acostaría con ese tipo — declaré.

—Como dije, te perdiste toda la noche, no sé qué pasó — reiteró.

—No sé qué pasó anoche, me disculpo contigo igual, habíamos quedado de estar juntos toda la noche— me disculpé mirándolo.

—No te disculpes, mi cielo, no tienes que darme explicaciones...ni que fuera un santo — comentó dándome un beso en la frente.

—Tienes razón...tengo un dolor de cabeza horrible, me quiero ir a mi casa— expresé suspirando.

—¿Tomaste mucho? — indagó tomando mi ropa para ayudarme a vestir. 

—No, bueno, no recuerdo, me acuerdo de haber tomado uno de esos jugos de mango que sirvieron — expuse vistiéndome con su ayuda. 

—¿Los jugos sin licor de una mesa roja? — cuestionó frunciendo el ceño.

—Sí, como te dije, no quería tomar licor — aclaré sin entender.

—Ahora entiendo...los jugos tenían droga, cielo, una chica tuvo que irse a su casa por los efectos de la droga y tuvieron que botarlos todos, no sabía que habías tomado uno — anunció pensando. 

—¿Qué? — pregunté perdida.

¿Lorenzo se había aprovechado de que estaba drogada para violarme? No podía creer que hubiera caído en tal cosa, sobre todo cuando se trataba de haber sido drogada, aunque sí me habían puesto escopolamina, el efecto solo habría durado dos horas o menos.

— ¿Entonces Lorenzo me obligó a acostarme con él? — averigüé sin salir de mi asombro.

—Es lo que parece, me lo encontré esta mañana saliendo de este cuarto, por eso sé que estuviste con él— indicó quitándose la chaqueta para ponérmela.

Crímenes de verano.Where stories live. Discover now