55. No Debería Estar Pensando En Él

1.2K 173 63
                                    

Mi ángel guardián está indispuesto a levantar su vuelo, al ir a rescatarle vi sus alas blancas manchadas por aquella oscuridad que brota de este mundo agrietado.

La llamada de Richard llegó tarde, muy tarde, y no dije nada al respecto, no me atreví a pedirles razones, y hasta reprimí mis molestias para que no se notaran en mi tono de voz, pues no quería que me tomara como una mujer tóxica, o que se quedara con una mala impresión de mi persona, suficiente con lo que vió en la discoteca.

A través de las ventanas del auto puede verse la bruma esparcida en ciertos rincones del paisaje nocturno, a estas horas las calles de Kingston aún está siendo transitada por una buena cantidad de autos, desde el sillón trasero del auto puedo ver que el reloj marca las 10:00 pm... Creo que no soy la única que piensa que estas horas no son propias de hacer visitas, pero se trata de Richard, y todo el día he estado preocupada por él.

Esta noche voy acompañada de dos guardaespaldas que ha designado mi hermana solo para mí, y aún así voy con miedo; estoy intentando relajarme haciendo lentos ejercicios de respiración para poder controlar mis nervios, mantengo mi cabeza recostada sobre el cristal de la ventana, sobre ella destella el resplandor de las coloridas luces navideñas de la ciudad... No se hace cuanto la tranquilidad me abandonó.

—Según el GPS, la casa de su amigo está entrando por esta calle, señorita —dice Sebastián, uno de los guardaespaldas encargados de mi seguridad, justo ahora está conduciendo el auto. Es un hombre de estatura promedio, luce un corte de cabello degradado y usa un par de aretes y gafas oscuras aún cuando es de noche.

—Dime, Sebastián... ¿Por qué elegiste esa profesión?... —le pregunto mientras sigo contemplando el paisaje—¿No te aterra vivir entre tanta violencia?

—No me aterra, me molesta... Es por eso que he decidido proteger a las personas, este mundo solo sabe cagar pura maldad, que como verá, es mucha mierda.

—Sí, compañero —Afirma Cosmo, quien ahora es el guardaespaldas que ha tomado la posición de Peter—. Tanta es la maldad que hasta me hace pensar que él fin del mundo podría está cerca.

—Ni se le ocurra decirlo frente a mi mujer, compañero, sino empezará a decirme que no tiene ropa para la ocasión.

Me ha sacado una sonrisa.

—Por lo menos usted tiene mujer, compañero. Yo estoy más solo que calcetín sin pareja.

Sebastián ha estacionado el auto a las orillas de un alto edificio residencial, al parecer el detective vive en un apartamento. Al entrar al lobby nos dirigimos hacia el recibidor, la chica que atiende tras la recepción levanta la mirada, y al verme nos muestra una cara de asombro con un sonrojado que la hace ver aún mas nerviosa, yo le sonrío tratando de demostrar lo angelical que puedo ser, pero al final resulta todo lo contrario.

—Se-Señorita Hikari, bienvenida.

—Señorita, usted es toda una celebridad —Sebastián me susurra tras mi espalda, de inmediato volteo a verle y le sonrío a boca cerrada.

—Hola, chica. Vengo de visita al apartamento J34.

—Si, permítame anunciarla.

—Ok.

—N-No es que no quiera que usted pase —hay tanto miedo en su tono de voz, como si la fuese a matar por no dejarme pasar—, disculpe si le incomoda, es que es un protocolo obligatorio.

—Comprendo, tranquila...

La chica levanta el teléfono y rápidamente marca el número del apartamento, no demoran en responderle.

De Monja A MafiosaWhere stories live. Discover now