29. De monja a borracha

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Vivir en una realidad distorsionada es tener un pie hundido en lo difuso y otro pie en lo alto, es cuando esperas avanzar sobre cimientos nítidos, pero en realidad todo resulta ser inconsistente.

Este es mi primer día como miembro de la familia Hikari, se supone que al ser un día tan importante debería estar en nítidas condiciones y no en este nivel de distorsión, con ambos pies hundidos hasta las rodillas en una realidad difusa. Justo ahora voy camino rumbo al comedor mientras mantengo una pelea de tú a tú con mi equilibrio. ¡Qué bochorno!, me ha tocado aceptar la colaboración de mi hermana mayor, quien va sosteniéndome de un brazo.

Debo verme tan patética.

—Inocencia, solo trata de no hablar mucho durante el desayuno.

—Pero si yo soy de poco hablar.

—Lo digo por el tufo que sale de tu aliento.

«¡Oh, Jesucristo!... ¿Para cuándo las trompetas del apocalipsis?».

De repente, una de las puertas que está en el pasillo se abre, no logro distinguir lo que hay dentro pero sí a quienes vienen saliendo, es la pequeña Marisol quien viene de la mano de Ermac.

—¡Oh, Ermac! —le abrazo en un extraño e impulsivo desborde de amor—. ¿Estás bien?

—¡Diablos, Inocencia! —se exalta y con seriedad busca el rostro de Delancis—... ¿Ella estaba secuestrada o de parranda?

—Secuestrada... —Delancis responde en un tono aburrido.

—Delancis Hikari..., reconozco esa expresión de culpabilidad.

—Ya, pero no le digas a nadie, por favor —pide susurrando.

Veo el rostro de indignación y la mirada torcida que Ermac le tira a Delancis, no quiero que culpe a Delancis, aquí la pendeja e inexperta fui yo. Si solo me hubiese tomado el trago que me brindó Delancis, yo no estaría así.

—Ermac, agárrate el otro brazo de Ino para que parezcamos tres felices hermanos..., y actuemos normal.

—¿Crees que esto entra en la categoría «normal»?—le pregunta mientras me toma del brazo.

—Mami... ¿Qué le pasa a la extraña? —pregunta Marisol. De seguro se ha percatado lo inestable que estoy.

—No le digas así, ella es tu tía.

—¿Mi tita?

—Sí, como tita Lottie.

—Aaah... Ok —se ve algo pensativa.

—Así que más respeto con ella, ¿ok?

—Tita Ino, las borrachas no van para el cielo.

—¡Marisol! —Delancis le regaña entre dientes y en tono bajo.

Esta preciosura siempre me roba una sonrisa.

—Nena, pero si yo no estoy borracha —le respondo a la pequeña.

—No te preocupes tita, todos mis amiguitos tienen una tita borracha, ya era hora que yo la tuviera.

«Es oficial, soy la tía borracha de Marisol».

Entramos al comedor y, al igual que aquella vez, en la cabecera de la mesa se encuentra doña Murgos, quien al verme entrar me sonríe de malas ganas. Sé que debería disculparme con ella por haber permitido tal mentira sobre mí, pero ahora mismo no es el momento, cuando esté sobria lo intentaré. También está acompañándonos el tío Edward y el tío Yonel, ambos sentados a un lado de otros, uno sonriente y otro sumergido en ese misterio que le caracteriza.

De Monja A MafiosaWhere stories live. Discover now