II

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Los cuatro desayunamos mientras comentamos tonterías y mi madre se estresa por lo mucho y lo rápido que comen papá y Drake. Aunque, claro, no es nada raro, son hombres. Ella niega con la cabeza y yo río mientras unto mis tostadas con queso fresco.

-¿Haréis algo hoy?- pregunta mamá.

-Mmmm- Drake sí, lo sé. Me mira, y yo a él –Yo esta noche saldré a cenar con…- se calla. Piensa pero demasiado lento.

-Conmigo- me apresuro a decir –Ayer fui a comer con Alli a un restaurante del centro y le comenté anoche a Drake lo bueno que es, hemos decidido ir esta noche los dos- comento. Ha sido una buena táctica, me he acoplado y le he salvado la vida a mi hermano.

-Dest ¿Podrías venir esta tarde con el dibujo al estudio? Esta tarde se pasará el cliente para verlo- dice papá.

-Claro, iré después de comer- el me sonríe y seguimos desayunando.

El día transcurre lento y aburrido. En parte porque no tengo nada que hacer, y por otro lado, porque, pese a decirlo, tengo ganas de que llegue esta noche.

Me dirijo al estudio en el coche con la libreta en el asiento del copiloto. Enciendo la rádio y empieza a sonar el himno del acosador, me encanta.

-Every smile you fake I’ll be watching you- canturreo mientras conduzco avenida a lo largo y aparco a tres tiendas del estudio de tatuaje.

Camino por la calle y entro mientras saludo a Mayte que está en la recepción.

-Hola Mayte- saludo.

-Hola cielo, tu padre está dentro acabando un tatuaje- dice ella -¿Te importa quedarte en la recepción mientras atiendo a esa chica de allí?- dice ella.

-Claro- me cuelo en el interior y me siento.

Mayte y la chica están hablando, ella se adentra en una de las habitaciones y la chica se acerca a mi con nerviosismo. Tendrá mi misma edad, más o menos.

-¿Vienes a rellenar la ficha?- le sonrío intentando transmitirle confianza. Ella asiente, tímida.

Le doy la ficha y le ayudo a rellenarla. Le doy unas cuantas palabras de ánimo y le aviso de que no duele nada. Lo sabré yo, que llevo más de siete perforaciones echas ya. Lo bueno de tener un papi tatuador. Es lo mejor de todo.

De la cabina de tatuajes sale una mujer repleta de ellos, paga a mi padre y se marcha totalmente complacida. Mi padre me pide que retoque el dibujo en el interior de la cabina y prepare los utensilios por si el cliente lo ve bien y quiere hacérselo en el momento. Le hago caso y escucho como mi padre conversa con alguien, pero entre la música y mi distracción frente al dibujo casi perfecto que he hecho me pierdo en mi mente.

-Cielo- habla mi padre –Enseñale la obra de arte que has hecho- me avisa. No levanto la vista de los ojos, incluso intimidan un poco, son tan de él –En seguida vuelvo, caballero- avisa mi padre.

Elevo la vista y… No puede ser. Mi mandíbula cae en el momento justo que lo observo. Incluso él está sorprendido de encontrarme aquí. Me mira con ojos tenues, pero a la vez, es una casualidad que ambos no esperábamos pero gusta.

-¿Qué haces tú aquí?- digo finalmente.

-¿Y tú?- pregunta, sentándose en la camilla de cuero negro.

-Es mi padre- indico pasándole el cuaderno. El lo sostiene entre sus piernas y lo observa con detenimiento mientras yo aparto mi mirada. Es sincero y directo, y su opinión puede destrozarme de nuevo. Le lleva varios minutos acabar de verlo por completo. Muerdo el interior de mi mejilla y espero pacientemente.

El monstruo IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora