IX

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La charla mantenida con Ali en su casa es intensa, y los rumores y habladurías no cesan durante esa semana, pero Male me enseña a hacer oídos sordos. Mi hermano me comenta que ya lo sabe cuando se entera y por una vez en su vida, resulta estar contento con mi decisión y no me retrae que sea demasiado alto, o demasiado tonto, o que tengo un pelo feo. Éste le gusta, éste sí.

Paso página una, y otra y otra vez. Acabo con Platón y sigo con Descartes. Mis tardes se basan en un continuo: de filosofía a gramática, de geografía a história de América del Norte, pasando por literatura e historia del arte. Es un no parar. Paso hojas, escribo, añado notas, memorizo, repaso... El típico estrés de la semana que duran los exámenes de fin de semestre.

Resoplo y mi madre coloca la cena en una bandeja al lado de todo el mar de apuntes que tengo creado encima de mi escritorio.

-Cielo, ¿porqué no descansas un poco?- pregunta mi madre.

-Porqué no, déjame- le digo estresada. Tan solo necesito superar un día, solo un día más de exámenes y seré libre por fin.

Ella suspira y sale del cuarto. Me tiro horas y horas con Platón, pero parece no querer meterse del todo en mi cabeza. No sé cuanto tiempo dura, lo único que sé, es que cuando despierto ya es de día, tengo una página de la teoría del conocimiento platónico pegada a la cara y tan solo tengo diez minutos para vestirme y salir hacia el instituto.

Conduzco rápido y me planto en el instituto en un abrir y cerrar de ojos. Y cuando me quiero dar cuenta, ya estoy con ese dossier en blanco delante y una hora y media. Solo eso es lo que me separa de mi libertad. Este pequeño rato.

Salgo y respiro hondo estirando los brazos. Todos corren y ríen diciendo lo felices que están y lo bien que se lo van a pasar esta noche en casa de Marckus. Me acerco a dónde están mi hermano, Marckus y Rex.

-Hola Dest- dice Rex. Asiento con la cabeza y media sonrisa ladeada.

Descubro la figura de Male, un poco alejado, hablando por teléfono. Me mira de reojo me sonríe. Le sonrío de vuelta y al segundo cuelga y viene hacia a mí.

-Hola- me dice.

-Hola- digo sonriendo. Me pongo de puntillas y le doy un corto beso en los labios. Relame sus labios con su lengua y le maldigo por haber hecho eso. Male, no me provoques...

-¿Vendrás a la fiesta esta noche, Male?- dice Drake sentado en uno de los escalones.

Male pasa el brazo por mis hombros mientras se sienta en los escalones, y me sienta sobre él.

-Yo no pinto nada ahí- dice.

-Irá el ex de mi hermana- habla Drake.

-¿A qué hora dices que te recojo, Destinee?- todos ríen y yo pongo los ojos en blanco.

-A veces eres tonto- río. Me sonríe y me da un beso en el cuello.

-A las diez- habla Rex riendo.

Male y yo vamos hasta mi coche mientras paso mi brazo por su espalda. Le cuento lo bien que me ha ido el exámen y dice alegrarse por mí. Conducimos hasta mi casa, y como ni papá ni mamá están allí, podemos campar a nuestras anchas. Ambos trabajan.

Nada más entrar pasa sus manos por mi cintura y pega su cuerpo al mío mientras ando deshaciéndome del abrigo. Sus labios pasan a mi cuello y sonrío maliciosamente. Me giro hacia a él y devoro su boca tanto como mis pulmones y mi lengua lo permiten. Subimos a trompicones, y a ciegas, los escalones. Se nos escapan risas y nos encerramos en mi cuarto.

Esta vez, me pega contra la pared con brutalidad agarrándome por las muñecas. Me besa y nunca deja de hacerlo. Suelto un jadeo ahogado y pese al frío del exterior el calor corporal aumenta a niveles inimaginables. Suelta el agarre en mis muñecas y me enrollo en su cintura. Me sujeta fuertemente por el trasero y me pega de nuevo a la pared. Tan solo me despego de sus labios para dejar pasar la tela de mi camiseta, y de la suya. La tensión se hace enorme y su respiración se hace cada vez más irregular. Ataco su cuello y noto su corazón bajo mis manos palpitar con fuerza.

El monstruo IIWhere stories live. Discover now