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JOAQUÍN

Emilio Osorio Marcos... Si pudiera contarte las veces que me imaginé en una cena a solas contigo; ahora que lo pienso no sé porqué esperé hasta que tú tomaras la iniciativa si bien podía hacerlo yo desde mucho antes.

Era el día, viernes 5 de marzo del año 2027, faltaban unas horas para nuestra cena y yo parecía niño en primer día de clases, no llorando, sino emocionado por lo que sea que entre nosotros pudiera pasar si ambos estábamos enamorados del otro. O por otra parte, yo solo estaba creándome ideas que no se acercarían a la realidad, quizá yo era el único que aún quería estar con él, pero esa noche iba a descubrirlo.

— Ya, Joaquín, relájate, solo es una cena no tu boda —mi hermana estaba en mi habitación, entró a asistirme una vez se dio cuenta yo lucía más ansioso de lo normal.

— Estoy tranquilo... A ver, cuál está mejor —tomé un par de jeans y se los mostré— No, no me convencen, mejor debería ir a comprar algo. ¿Me favorecerá camisa o una playera? ¿Zapatos o tenis? ¿Y si mejor me llevo un crop?

— Yo no te veo nada relajado —caminó hasta mí y me tomó por los hombros— Ya sabes que te ves bien con todo no sé porqué tanto lío. Además deberías llevar algo con lo que te sientas cómodo no algo para impresionarlo, si te quiere, te verá como la persona más hermosa así estés en pijama.

— Bien punto, pero... —

— Todo va a salir bien, tranquilo —

— ¿Crees? —

— No lo creo, estoy segura —

Después me invitó a tomar asiento en mi cama y Renata se encargó de hablarme sobre cualquier otro tema para que dejara de preocuparme de más al menos por un par de horas.

— Solo recuerda lo que te dijo mamá, ¿sí? — faltando solo una hora para mi cita, Renata volvió a mi habitación a justo mencionar eso.

— ¡Renata! —me encargué de lanzarle un peluche a la cara para que no pudiera apreciar el sonrojo que comenzaba a hacer aparición en mi rostro— Ya les dije que no pasará nada de eso.

Recuerdo lo que mamá me dijo un día anterior.

— Mamá, mañana iré a cenar con Emilio, acaba de invitarme —estaba llegando de la comida en el restaurante de su amiga y justo le dije a mi madre para que ninguno fuera a olvidarlo.

— Emilio, Emilio, Emilio; ya parece que vives con él —salió de la cocina con mi hermana tras ella.

— Ay mamá, solo es una cena —

— Está bien, pero protéjanse, ¿sí? —ambas mujeres se miraron cómplices lo que me hizo entender a qué se referían.

— ¡Mamá! —

— ¿Qué? —rió bajo— Yo ya quiero ser abuela pero entre ustedes no se puede y las enfermedades están a la vuelta de la esquina, es mejor cuidarse.

— No haremos nada de eso —me giré a ver a mi hermana y seguía soltando cortas risas.

— Sí, sí, solo van a cenar-se —habló ella y volvió a reír. Ya estábamos en la sala así que no dudé en lanzarle un cojín del sofá.

Si bien ya había pasado por “eso” con Emilio, no dejaba de enrojecerme el hecho de imaginarnos nuevamente en dicha situación.

— Bien, si tú lo dices —se incorporó y empezó a caminar hacia la puerta— Pero yo no quiero ser tía así que cuídense.

No dijo más y huyó de la habitación corriendo.

[...]

Había llegado la hora, rondaban las 8:10 y salí de mi casa deapidiéndome de mi madre y esperando no llegar tarde. Al final opté por usar unos jeans en color vino oscuro, un crop top negro que hacía juego con mis botines de piel del mismo color yun par de pulseras plateadas. Hubiera deseado usar la de perlas que teníamos a juego pero sentí que sería un poco intenso.

After [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora