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EMILIO

Ya había pasado un mes desde aquella última vez que lo vi. Desde aquel 27 de febrero, el último concierto que compartimos.

Dicen que la clave de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace; así que lo apliqué con el contrato que tenía y con la chica, Seidy.
No es que haya aprendido a quererla, no, eso nunca pasó, más bien aprendí a sobrellevar ese asunto con calma para no frustrarme. Lo bueno era que ya estaba a muy poco de terminar con eso.

Mi madre se había encargado de darle vida a todo el circo que se armó con mi padre y de seguirle aclarando a todo mundo que yo era heterosexual y tenía una novia muy hermosa.
Mucha, de verdad, muchísima gente lo creyó. Claro que hubo excepciones, la gran mayoría de nuestros fans hacían siempre teorías de cómo ella había llegado a mi vida y porqué tan rápido habíamos comenzado una relación si poco tiempo atrás ella salía con Freddy Leyva. Que por cierto, dato innecesario pero que quiero comentar, está chica tenía tatuado el ojo de Leyva en la parte trasera de su cuello, ¿por qué? No lo sé.

En medio del recuento de anécdotas donde mis padres eran los productores de una pobre comedia y yo el protagonista, estaba el recuerdo de cuando salimos a dar un paseo a las Pirámides de Teotihuacan...

– Emilio, abrázala – me gritó mi madre.
Habíamos acordado salir  pero yo no contaba con que la invitarían. Así que ahí estaba yo otra vez, intentando verme feliz a su lado como la gente debía creerlo. La abracé tal y como mi madre lo indicó.

Fingí una sonrisa para que mi madre pudiese tomar un par de fotos para alimentar su circo. Después de esto seguimos caminando, íbamos juntos, ella a mi lado izquierdo.

– Ya deberías ir olvidándote de él – Seidy habló, mantenía la mirada al frente y avanzaba al mismo ritmo que yo.
¿Era en serio lo que me estaba diciendo? ¿Cómo pretendía que eso era muy fácil? Además, ¿quién le dio derecho de mencionarlo?

– Ese tema no quiero hablarlo contigo, gracias – metí las manos en las bolsas de mi pantalón – Además creo que es algo que a ti no debe interesarte... Solo... No lo menciones, ¿sí? No quiero ser grosero –

– Yo solo digo – se encogió de hombros sin perder la vista del frente – Tuvieron que separarse y la verdad no creo que tengan oportunidad de regresar – rozó con sus dedos el dorso de mi mano – Nosotros ya hemos estado juntos todo este tiempo y podríamos intentar algo en serio –

– ¿Qué? – me detuve y la miré haciendo que ella se detenga también.

– Lo que oíste – guiñó un ojo – Puedo ser mejor que él – se acercó más a mí y pasó su brazo derecho alrededor de mi cuello para tratar de besarme.

– No – me alejé dando un paso atrás sin ser tan brusco. A este punto mis hermanos ya se encontraban a unos metros más adelante de nosotros.

– ¿Por qué no? – frunció las cejas.

– Porque no y ya. Mira, mi padre te contrato para algo, ¿no? – asintió con la cabeza – Entonces limítate a cumplir eso. No quiero ser grosero contigo pero no me interesas en ese aspecto y para serte sincero no me interesas en ningún otro – comencé a caminar.

– Tú te lo pierdes – la escuché desde unos pasos adelante.

Igual no me afectó, no creo que me estuviera perdiendo de mucho, pensé.
¿Cómo es que se atrevía a siquiera pensar en parecerse a él?
No tenían nada que ver. Joaquín era amor, era paz, calor, seguridad, valentía. Y Seydi era... era... pues era Seidy.

[...]

JOAQUÍN

– Joaco, no quiero que estés así hermanito, si quieres salimos por ahí a algún lugar – Mi hermana Renata intentaba darme ánimos para levantarme de la cama.
Ese día se cumplía un año.
Un año desde que Emiliaco se había hecho realidad.
Un año desde que escuché de sus labios el "No quiero seguir actuando, quiero besar a Joaquín, no a Temo, quiero que Joaquín sea mi novio, no Temo".
Un año desde que Emilio me había pedido ser su pareja.
Un año desde que habíamos empezado a pintar de colores la vida del otro.
Era 25 de abril del año 2020.

After [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora