Capítulo 86.- Invasión de caminantes

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Viernes a la noche

"El apocalipsis", "El fin del mundo", "la devastación total", "el fin de los tiempos", estos eran uno de los tantos títulos que pasaban por la cabeza de Son Chaeyoung en este momento. Sentada en soledad en el sillón de su casa con un bate de béisbol en una mano y un vaso de coca light con hielo en la otra, la morena dejaba que su mente vagara por los recuerdos. Recuerdos que aparecían a medida que la mirada de la deportista se posaba en el muro de fotos que su esposa se había encargado de construir como altar familiar y al que ahora Chaeyoung observaba con intensidad.

La primera foto que llamó su atención fue la de Olivia y ella todas embarradas entrando a la casa Myoui antes de que Mina fuera su novia. ¿Cuánto tiempo había pasado desde ese momento y quien iba a decir que justo cuando el mundo que Chaeyoung conocía se estaba por acabar, esa foto iba a ser la que iniciara el conteo de los momentos pasados? Olivia había sido la primera que habían agarrado, la primera a la que Chaeyoung había visto sucumbir ante ellos, y a la cual se habían llevado sin ni siquiera darle tiempo para que Chaeyoung le dijera cuanto la amaba. Su cangurin había quedado en manos de una de las apestosas criaturas que amenazaban el mundo de Chaeyoung y la morena no había podido hacer nada para evitarlo.

La basquetbolista se paró del sillón de un fuerte impulso y aun con bate en mano, se acercó a la pared que sostenía cientos de retratos. Cuando llegó cerca del muro no pudo evitar poner sus ojos en la foto que mostraba el momento en el cual ella sostenía a sus dos mellizas al lado de una Mina que había sido vencida por el sueño en la cama del hospital. La basquetbolista dejó el vaso de gaseosa en la mesita y con su mano libre acarició el retrato. No pudo dejar de reír ante los ojos bien cerrados de Ryujin que hacían juego con su conducta pacífica y a su vez eran lo contrario a los ojos abiertos e hinchados por el llanto de su hermana melliza Heejin. ¿Quién iba a decir que estas personalidades tan diferentes iban a ser las culpables de que Chaeyoung perdiera a sus dos hijas? La morena agitó la cabeza tratando de sacarse esos pensamientos de la cabeza, no podía bajar los brazos ahora.

La segunda foto que recorrió con sus manos fue la de ella corriendo tras una rubiecita desnuda por la calle del barrio al que recién se habían mudado. A Chaeryeong siempre le había gustado llamar la atención y sin lugar a duda, en ese momento, su pequeño lechucín había pensado que no había mejor forma de hacerse conocer por lo nuevos vecinos que salir a correr por las calles desnuda – Mi valiente Chaery – decía Chaeyoung acariciando el retrato – Te dije que no fueras hacia él, te dije que me dejaras a mí, que yo lo iba a manejar, que yo me iba a encargar de esa apestosa criatura inhumana, pero no – suspiró – No me hiciste caso, fuiste tras él y ahora... y ahora... - se llevó la mano a la cara tratando de evitar que sus lágrimas salieran - ahora te he perdido para siempre – dijo con las pocas fuerzas que le quedaban. Les dio la espalda a los retratos, no podía seguir mirando más. No podía, pero aun así tenía que hacerlo, tenía que despedirse de lo único que le quedaba y la unía con su familia.

Volvió a mirar la pared de los recuerdos y se encontró de lleno con las enormes pestañas de Yuna. Chaeyoung no sabía cómo carajo había hecho su mujer para sacar esa foto, pero lo había hecho. Había retratado el rostro de su hija menor en modo conquista a la perfección y la deportista no pudo evitar sentirse orgullosa de haber sido ella la que había logrado esa perfecta mirada. Chaeyoung se acordaba de ese día como si hubiese sido ayer, ayer antes de que todo este enorme lio pasara. Ese día Chaeyoung había discutido contra toda la armada Myoui durante casi un día entero, tanto su mujer como sus hijas querían pasar las vacaciones en la casa de sus padres, pero no había forma de que después de todo lo que habían vivido el último verano en esa casa, la morena quisiera volver allí. Chaeyoung les había ofrecido unas vacaciones por Europa, había ofrecido un crucero por el Caribe, ¡Demonios! Si hasta les había llegado a ofrecer un zafarí por África... ¡Pero no! Cuando a las rubias de la familia se les ponía algo en la cabeza era imposible convencerlas de lo contrario, pero esa vez Chaeyoung estaba decidida a ganar esa partida y no se las iba a poner fácil. Las rubias utilizaron sus mejores armas, incluso Mina intentó con el sexo y fue hasta capaz de ofrecerse para el experimento "PINOCHON" pero a pesar de que ese intento hizo flaquear a Chaeyoung, la morena se mantuvo firme en su decisión de no volver a la casa de verano. Cuando las Myoui ya habían dado todo por perdido y ya se estaban preparando mentalmente para las playas del Caribe, Yuna caminó hasta su madre, se paró enfrente y con sus enormes ojos, sus más enorme aun pestañas y su seductora voz dijo un simple "por favor mami de mi corazón" y logró derribar todos los muros de Chaeyoung haciendo que ese verano volvieran a la casa que tanto amaban - ¡MALDICION! – Gritó Chaeyoung mientras agarraba la foto de la pared, deduciendo que seguramente Mina había aprovechado ese momento de súplica para tomar esa fotografía, y la miró intensamente, su Yuna, su lobito le devolvía la mirada desde el retrato. La morena lo devolvió a su lugar pensando que ojalá hubiese podido disfrutar de esa mirada un tiempo más, pero ahora... ahora ya era tarde, Yuna había sido la última en caer en las garras de esos... cochinos... abominables seres y Chaeyoung no iba a poder disfrutar de su hija menor nunca más.

[ MICHAENG ]Cuando, donde y como el amor quiera | adaptaciónWhere stories live. Discover now