En medio del entrenamiento de Boca, los mellizos llamaron a sus muchachos, les tenían que decir algo.
—River organiza una fiesta, nos invitó a los de Boca —dijo Guille.
—¿Hay que ir, no? —preguntó Pablo Pérez.
—Si quieren ir, sí. Pero no vamos a obligarlos a ir —respondió Gustavo.
—¿Cuándo es? —preguntó Rodrigo Bentancur.
—El sábado a las 8 de la noche —respondió Guille.
—¿Enserio hay que ir a una fiesta que organizan los descendidos? —preguntó Benedetto.
—¡Darío! —lo retó Guillermo—. ¡No digas eso!
—Pero si es la verdad, Guille, son de la B —trató de protestar Darío.
—Ahora por burlarte vas a dar 10 vueltas, Darío Ismael —lo retó Gustavo.
Y Benedetto, protestando, fue a dar las 10 vueltas.
Gustavo tuvo un deja vu con ese reto, se le hizo conocido.
—¿No te acordás cuando Bianchi te retaba igual? —le preguntó a Guillermo.
—Obvio que me acuerdo —luego se dirigió a sus jugadores, que se habían quedado ahí parados—. ¡Sigan entrenando si no quieren dar 10 vueltas o más! —enseguida todo el mundo siguió entrenando, aunque charlando entre ellos.
Ahí si, los mellizos entendieron a Bianchi cuando estaba en Boca, recordando los momentos en los que iba a callarlos a ellos y a sus amigos, y no lo conseguía. Lo normal era que después de eso los separara, pero Guille y Gustavo no podían separarlos, porque era todo el plantel, no solo un grupo.
—¿Cómo hacemos para callarlos? —se preguntó Gustavo.
—Ahora entiendo a Bianchi —dijo Guillermo, con un suspiro.
—Guille —dijo Gustavo. Cuando su hermano lo miró, prosiguió:—, ¿aceptaste enseguida ir a la fiesta solo porque te lo pidió él?
—... No, Gustavo... —negó Guillermo, dudoso. Luego suspiró y volteó, quedando de espaldas a su hermano y al plantel.
Gustavo trató de tocarle el hombro, pero Guille se fue. A Gustavo le pareció que se secaba una lágrima...
—Lo extraña —murmuró divertido. Gustavo se perdió en sus pensamientos, sobre Javier Saviola y su hermano (y su ex cuñado).
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La fiesta
RomanceRiver organiza una fiesta e invita a Boca. ¿Qué podría pasar? Bueno...