Capítulo 3

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ADLER

Abro la puerta del dormitorio y miro que se encuentra vacío, a lo que me dijo la secretaria es que todos están en sus clases o actividades, dejo mis cosas en la cama que está disponible, me miro al espejo y no evito que una sonrisa aparezca en mi rostro.

Me quito el gorro de la sudadera, si voy a caminar por el internado, que todos se den cuenta quien es el chico nuevo, tomo mis audífonos junto con mi mochila, le doy play a la música y empieza a sonar Airwaves de Pashanim y con esa canción salgo a dar un paseo, algunas chicas me miran susurrando entre ellas y las entiendo porque soy todo un galán, miro a los grupos de amigos, me siento como si estuviera en el video de la canción.

Después de dar un paseo siento la necesidad de descubrir la biblioteca, me acerco a un grupo de chicas que me sonríen babeando.

— ¿Dónde queda la biblioteca? —le pregunto a una chica y ella suspira.
    
—Entre mis piernas —susurra y le sonrío de lado.
    
—Si quisiera estar entre tus piernas, ya estuviera —le guiño un ojo, ella se vuelve rojita y vuelve a suspirar, sus amigas se ríen.
    
—Yo te puedo llevar —dice una chica de forma coqueta.
    
—Solo quiero saber donde se encuentra —no quito la sonrisa de lado.

La chica de antes me da indicaciones de mala gana, guiño el ojo y me alejo escuchando sus suspiros, llego a un edificio enorme, entro y efectivamente es la biblioteca.

—Buenas tardes, joven —me saluda la bibliotecaria—. Si es nuevo, se debe registrar.

Me acerco a ella y le entrego mi credencial, ella toma los datos y me explica el funcionamiento del préstamo de libros.

—La biblioteca es un lugar que siempre se encuentra disponible a todas las horas, puede venir cuando desee.

—Gracias —le sonrío y me voy al segundo piso, ahí es donde encuentro un lugar para leer.

—Sí, no claro que no, voy a hacer la tarea y no, tarea no significa follar —se escucha la voz de una chica—. Está solo el lugar, ¿cómo crees que voy a hacer eso? No, no es una razón, sabes que seré virgen hasta el matrimonio, pero si quieres que folle, entonces te invito a follar conmigo —se ríe—. Entonces no digas tontadas, Ebba, te dejo, no me dejas buscar libros.

Escucho sus pasos en la planta baja y me concentro en mi lectura.

— ¿Sabías que está el Kamasutra? —escucho que graba un audio y lo envía.

A los segundos se escucha una risa y la voz de una chica, pero muy bajo.

—Claro que no hay fantasmas, Ayla —suelta una risita.

Sonrío por la idea que se me ocurrió, doy un golpe en la mesa, la chica suelta un grito.

—Hola, ¿hay alguien ahí? —pregunta calmada—. Tranquila, Vane, no existen los fantasmas —se dice a sí misma y trato de no reírme, esto será divertido.

Me pongo de pie sin hacer ruido, camino a una estantería, tomo un libro y lo dejo caer con un fuerte ruido, escucho el gritito de la chica.

—Esto no es divertido —dice, me asomo y al fin miro dónde está, tiene en la mano su celular—. Wey, hay fantasmas en la biblioteca —manda el audio y frunzo el ceño por la primera palabra, en perfecta pronunciación, debe ser latina por esa palabra.

Vuelvo a mi misión, arrastro una silla haciéndola rechinar, escucho una maldición parte de la chica y se escuchan sus pasos subir por los escalones, me escondo de una forma que quedo en un lugar oscuro.

Sus pasos se siguen escuchando cada vez más cerca, tomo el libro y se lo arrojo, el libro golpea su brazo.

— ¡Mierda! —grita pero no sale corriendo, la miro y está temblando, no sé si es por el miedo o por frío, mira por todos los lados, me escondo mejor para que no me vea.

Escucho que se aleja y luego no escucho nada, confundido salgo de mi escondite, miro hacia donde debería estar, pero no la miro, me animo a caminar y la luz me ilumina, no hay rastro de la chica doy la vuelta para regresar con mi lectura hasta que siento un cuerpo encima del mío y nos caemos.

—Te atrapé, Cassi... —la chica abre los ojos y me mira con el ceño fruncido—. Tú no eres Cassian —dice confundida pero no se aparta.

La miro detalladamente, su cabello negro cae como cascada, sus ojos grises me llaman la atención, su piel es morena clara, por como está su cuerpo pegado al mío puedo decir que tiene buen cuerpo, su acento la delata, no es alemana, ella hace lo mismo, me escanea hasta llegar a mis ojos.

—No sabía que las chicas bellas caen del cielo —muestro una sonrisa de lado, esa siempre funciona, ella la mira, pero frunce el ceño.

Primera chica que frunce el ceño cuando muestro mi sonrisa matadora, este día ha sido tan genial.

—No sabía que los fantasmas hablan —dice con una sonrisa de lado, intenta ponerse en pie, pero su entrepierna ligeramente toca mi entrepierna y mi bicho se despierta, ella me mira divertida—. Que amigo tan sensible —hace una pausa y se acerca de nuevo a mi rostro—. No creo que sea malo tener sexo con un fantasma —dice seductora baja su mirada a mis labios, paso mi lengua por mis labios, acerca su entrepierna con mi bicho y mueve lentamente sus caderas.

Un jadeo sale de mis labios, tengo tantas ganas de poner mis manos en sus caderas, pero lo evito porque no la quiero incomodar, pero ella mueve de nuevo sus caderas, siento mi bicho bien duro, ella me sonríe de lado y se pone de pie, la miro confundido desde el suelo.

—Bueno, fantasma, tienes que acomodar los libros —dice burlona y se aleja moviendo sus caderas haciendo que la falda tan pequeña se mueva a su ritmo, gruño y ella se ríe.

Qué gran comienzo.

Placeres InfernalesWhere stories live. Discover now