Capítulo 24

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ADLER

—En serio, Adler, antes no eras social y ahora te veo con chicas —la voz de hermana rompe el silencio.
   
—Las cosas cambian, Kerstin —le guiño un ojo.

Mi hermana lleva una hora desde que llegó no tardó encariñarse con las chicas, al parecer mis padres y mi hermana están encantados con ellas, mi hermana es una versión femenina de mi papá, tiene el cabello castaño, mide 1.75 y ojos verdes, no nos parecemos en nada, pero sabemos como somos hermanos, todos estamos en la mesa del patio, es de noche y hace frío, pero a mi hermana le encanta estar aquí.

— ¿Y Arturo, hija? —pregunta mi mamá.
    
—Se le juntó trabajo, pero dijo que en año nuevo viene.
    
—Te digo que tienes que aflojar más, hija —dice divertida en español y las chicas la ven sorprendidas—. ¿Qué? Solo fue un consejo.
    
—Ama, claro que aflojo, pero está vez fue culpa del trabajo —responde mi hermana y yo niego divertido.
    
—No quiero escuchar que mi hija afloja —dice mi padre y nos reímos.

***

Las vacaciones y el tiempo pasan volando, estamos en el internado, todo vuelve a ser normal, Vanessa está muy comprometida con la obra que no le da el tiempo para ir a fiestas, solo descansa los domingos, Ebba es la encargada de los escenarios de la obra, Ayla y Gala se muestran cariñosas entre todos, se han ganado aplausos y comentarios positivos, pero ellas también están ocupadas con sus novelas y yo solo me preocupo con las tareas y ayudar a Ebba.

— ¡Estoy harta! —grita una chica y lanza el pincel al suelo.
    
—A ver, mamita —dice Ebba en español y la chica la mira molesta—. Si no quieres hacer esto, te puedes ir, pero entiende que sin tu ayuda el cielo no va a tener sus estrellas y no quieres eso —la chica niega, vuelve a tomar su pincel y continúa con su trabajo.

Me rio y sigo con las luces de led, la obra cuenta un amor que solo la distancia es dueña de todo, los dos miran al cielo cada noche y se ponen a platicar aunque estén a kilómetros de ellos, al parecer fue idea de unas compañeras de Ayla.

— ¿Cómo van las luces, cariño? —pregunta Ebba a mi lado y me pongo de pie.
    
—Bien, mira —enciendo las luces que están en el suelo y Ebba sonríe.
    
—Buen trabajo, Adler, recuerda que las luces van arriba y en el piano —se aleja.

Falta un mes para presentar la obra y el estrés se hace notar entre nosotros, ya casi terminamos con el escenario, pero no faltan los detalles que salen de último momento.

Nuestros cumpleaños pasaron y los celebramos con comidas en el patio los domingos con música, como si fueran fiestas privadas, no tenemos tiempo para nada, huele a finales del año escolar y a estrés.

—Señorita Leyva, necesita ensayar aquí —se escucha la voz de una profesora.

Levanto la cabeza y miro como entra Vanessa, con esa falda corta, su camisa roja y el saco del uniforme, su cabello está agarrado en una coleta, últimamente ese es su peinado, se mira cansada y acomoda sus gafas, después de regresar a clases, regresó con lentes y con la broma "ya te miro mejor y sigues igual de feo, fantasma".
    
—Joven, ¿nos permite el piano? —dice la profesora y yo me alejo del piano.
    
—Fantasma —me saluda Vanessa y yo le sonrío.
    
—Sin distracciones, Leyva —dice la profesora y Vanessa bufa.
    
—Debería coger —susurra en español, me rio y la profesora la mira mal.
    
— ¿Qué dijo? —pregunta y Vanessa en vez de contestarle, toca el piano.

En la primera nota sé de cuál canción se trata, Love is bigger than anything in its way, la contemplo tocando el piano, en el coro su forma de tocar es tan fascinante, se mueve al ritmo sin dejar de ver las teclas, se mira tan perdida en la melodía, al terminar de tocar todos aplaudimos y ella sonríe.

Placeres InfernalesWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu