Capítulo 6

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VANESSA

Son las tres de la mañana cuando entro a la habitación que comparto con Ebba, se encuentra dormida, pero sé que apagó el celular cuando escuchó que intentaba abrir la puerta.

—Recuerda que quedamos en ir al centro comercial, mi amor —le vuelvo a recordar y recibo un "sí" ahogado, suelto una risita y me duermo.

***

—Foca, ya es hora para salir —me lanzan un cojín que cae justamente en mi bello rostro.

—Eres un grano de culo, Ebba —gruño, abro lentamente mis ojazos y los cierro por la luz—. Pensé que no te ibas a despertar —bufo y me siento en la cama con los ojos cerrados, los vuelvo a abrir solo para ver él desmadre que tiene Ebba, la mayoría de su ropa está por todo el dormitorio.
    
—Te me apuras, nena —su voz se escucha en el baño y efectivamente, sale del baño con un vestido de flores hasta la rodilla, unas medias negras y una chaqueta color durazno.
    
—Te vas a morir de frío —le advierto, me mira y se encoge de hombros.
    
—Me vale madres —dice según ella en español y me rio, me gano una mirada furiosa que aumenta más mi risa—. Apúrate, foca.

La miro sin dejar de reír, camino hacia el baño con mis cosas para bañarme, hago mis necesidades que todo las personas tenemos y salgo con una toalla cubriendo mi hermoso cuerpo.

No es que tenga el ego alto, bueno, sí, pero es que amo mi cuerpo, todas las chicas debemos amar nuestro cuerpo y también los chicos, debemos en tener en cuenta que ellos también sufren inseguridades.

—Deja de dar un discurso mental y písale a la chancla —dice una vez más y me rio de nuevo, en serio, no puedo con eso, he creado un monstruo, ella usa más frases latinas que yo, pero me encanta su pronunciación.
    
—Ebba, te amo —le digo riendo y me comienzo a alistar.

Diez minutos más y ya soy toda una reina, bueno, ya somos unas reinas sin arreglar, pero arregladas, hasta yo me caliento con mi reflejo, nuestros celulares vibran, Ebba toma el suyo y me mira con una sonrisa.

—Justo a tiempo, dice que ya está abajo y Ayla no tarda en...

Tocan la puerta, le quito el seguro y entra Ayla muy sonriente, ¿qué mosca le picó? Es raro verla tan feliz, no creo que tenga alguien por ahí.

Miro detalladamente su vestimenta que consiste en un suéter verde, unos pantalones negros, una chaqueta negra y una bufanda negra, todo eso le queda tan bien que hace lucir su cabello lacio rojizo y esos ojos caramelos.

— ¿Listas? —pregunta, Ebba y yo tomamos nuestros bolsos con las cosas importantes y las tres salimos del dormitorio.

Bajamos las escaleras que tanto me encantan porque me hacen sentir estar en una mansión, Cassian nos espera en la entrada del edificio, llegamos a su lado pero él está concentrado en su celular, lo cual hace que nuestros celulares suenen y él levanta la cabeza y sonríe de lado.

—Hola, Cassian —suelta Ebba con una sonrisa boba, el chico casi se le salen los ojos al ver a Ebba y no lo culpo, la nena está que arde y tierna.
    
—No las escuché hasta que sonó sus celulares —sonríe mientras que se acerca a nosotras, nos da un beso en la mejilla a cada una y se queda a un lado de Ebba.
    
—Tan Wall-e —murmura Ayla y me aguanto la risa.
    
—Definitivamente —concuerdo con ella y ella sonríe.

Comenzamos a caminar hasta el estacionamiento, en el internado nos permiten tener nuestros autos, por si pasa un desastre y para salir los sábados, claro que no cuentan con chóferes para todos, sería buena idea.

— ¿En cuál auto? —pregunta Cassian y todos me miran.
    
—No sé por qué preguntas eso, Cassian —todos sonríen y nos subimos a mi auto que es una camioneta, regalo de mis padres cuando cumplí los diecisiete, aquí los que tienen diecisiete pueden conducir sin un adulto y tener la tarjeta de conducir.

En cuanto enciendo el auto, se escucha Pump It de Black Eyed Peas, todos cantamos y bailamos, comienzo a conducir para salir del estacionamiento el cual se encuentra medio vacío.

—Yo dejo que Fergie me haga de todo y después tú —dice Ayla que se encuentra sentada en el lugar del copiloto y los otros dos atrás.
    
— ¡Ayla! —todos gritamos, al fin salgo del estacionamiento y miro a Ayla de reojo, ella está jugando con los dedos de sus manos—. Se me hace una falta de respeto que me dejes en la segunda opción —digo lastimada y ella se ríe.
    
—Lo siento, pero nunca puedes ser primero —dice divertida.
    
—Primero que nada, nada de manoseos, respeten a mi bello auto —digo, miro a los chicos de atrás por el retrovisor, ellos asienten y una sonrisa sale de mis labios al saber que no saben lo que es manoseos—. Manoseos es que las manos de Cassian se conviertan en tentáculos y estén en partes prohibidas, Ebba —comienzo a manejar por la carretera que nos llevará a la ciudad.
    
— ¡Vanessa Leyva! —Ebba grita mi nombre, es como mi mamá, cuando se molesta o digo algo obsceno, grita mi nombre y mi apellido, mi mamá no hace ese tipo de cosas, así que con Ebba vivo la experiencia de tener una mamá regañona.

Después de eso todo se queda callado menos por la música, la risa de Ayla nos asusta, la miro de reojo y está roja por la risa, unos momentos más se calma respirando lentamente.

—Entendí testículos —vuelve a reír y nosotros reímos con ella, estos chicos están bien locos pero por algo somos amigos.

Placeres InfernalesWhere stories live. Discover now