Decisión

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Cuándo desperté todavía estaba oscuro, vi la hora en mi celular, que tenía al lado, las 3:30. Había soñado muchas cosas, eran como imágenes mezcladas, yo como esclava, yo trabajando, entrevistas, ordenes, sesiones. Me desperté con la mente tan confundida como mis sueños, necesitaba un cigarro con urgencia. Me levanté de la cama despacito procurando no despertar a mi Ama, tomé mi cajetilla de cigarros y encendedor, me puse una bata y salí al balcón. Me senté en una silla que había ahí y empecé a fumar.
Con cada calada mi mente viajaba a un futuro no muy lejano. Gran parte de mi deseaba aceptar la oferta de mi Ama y ser su puta, su esclava, su propiedad 24/7, lo que había dicho mi Ama era verdad aunque intentara vivir el rol todo el día era inevitable que mi trabajo me distrajera, había cosas que no podía hacer durante el horario laboral aún si quisiera, traería muchos problemas. Por otra parte se sentía un poco mal no poder cumplir con mis obligaciones vainillas (cuentas por pagar, trabajo, comprar cosas que quisiera, etc) aun cuando mi Ama dijo que no era necesario que le devolviera el dinero, yo quería hacerlo, quería devolverle la mano o compensarla de alguna forma, era una cosa de orgullo.
En lo vainilla yo era muy independiente, nunca le debía nada a nadie, nunca dejaba que nadie me mirara en menos, aún si ese alguien era un jefe o un superior, tenía mi orgullo y ese orgullo era el que me alejaba del ideal de ser una perra sumisa 24/7.
No sabía que hacer… apagué el cigarro que ya se había consumido y me quede observando las luces de la ciudad, mientras seguía pensando.
Había otra cosa, no menor, a considerar. ¿Cómo se sentiría mi Ama si decidía volver a trabajar? ¿Se sentiría decepcionada?, quizás frustrada o triste. Ella me había dado la libertad de elegir pero sabía que no era porque le diera lo mismo si elegía uno o lo otro, era porque dentro del BDSM la esclavitud era algo voluntario, ni ella ni nadie podía imponerme cambiar toda mi vida para servir como esclava. No quería que mi Ama se sintiera triste o decepcionada ¿me hacía mala sumisa estar considerando otras opciones?.
Prendí otro cigarro, nunca fumaba dos seguidos pero la ansiedad seguía y seguía creciendo.
No sabía que hacer, ¿Qué sería lo mejor para mi Ama?, ¿qué sería lo mejor para mi?, ¿Qué sería lo mejor para nosotras?. Y si aceptaba ¿podría con eso? ¿Estoy a la altura de ser su esclava por completo?... Suspiré… “sería más fácil que ella tomara la decisión”, pensé pero sabía que esto era algo que debía decidir por mi misma, era una decisión aún más seria que la de decir “si, acepto” ante un altar.
Apagué el cigarro y me quedé viendo el horizonte cómo si en el pudiera ver alguna respuesta, vi como el cielo empezaba a aclarar, y me fume dos cigarros más cuando el cielo ya estaba totalmente claro sentí una mano en mi hombro.
-¿ qué hace aquí mi perra hermosa? – dijo mi Ama sonriendo.
-¡mi Ama! – Exclamé sobresaltada, no la había sentido venir. – me asustó.
-no estarás haciendo travesuras mientras dormía ¿verdad? – sonrío pícaramente.
-no mi Ama, solo me fumaba un par de cigarros.
-¿un par? Ahí hay 4 cigarros…  ¿a qué hora te levantaste?
-a las 3:30 mi Ama, no podía dormir.
-sabes que con respecto a los cigarros solo te pido que no fumes tan temprano, son las 8 y ya te fumaste 4.
-si, lo siento mi Ama.
-sabes que hiciste mal ¿verdad?
-si mi Ama – dije agachando la cabeza.
-bien, quítate la bata – dijo con seriedad.
-si mi Ama – me desabroche la bata y puse un pie dentro pero, ella me detuvo.
-no dije que podías entrar.
La quedé mirando, estaba totalmente desnuda bajo la bata, ni siquiera llevaba bragas.
-te di una orden – dijo al ver que me paralizaba.
-si mi Ama – dije, deje caer la bata y casi como un reflejo tape mis senos con mis manos.
-no te cubras, siéntate dónde estabas, vista al frente, manos en los muslos y piernas separadas.
-si mi Ama – obedecí.
-este será tu castigo por haber fumado de más, te quedarás ahí, sin moverte y si veo que agarras la cajetilla te daré con la varilla aquí mismo para que todos vean lo que merecen las perras desobedientes.
-si mi Ama – dije tragando saliva.
-te quedas aquí hasta que yo te venga a buscar – dijo y entró, cerrando el ventanal tras ella.
Sentí sus pasos alejarse, estaba muy nerviosa, había varios departamentos cerca lo cual significaba que en cualquier minuto alguien me vería, de alguna forma era excitante, lo más difícil era quedarse quieta y no tomar los cigarros que, a propósito, estaban justo frente a mi. Espere pacientemente mientras escuchaba el agua correr en el baño de mi Ama, minutos o horas más tarde empezó a salir olor a pan tostado. Empecé a sentir hambre ya que no había desayunado. Tal como supuse la gente empezó a abrir sus cortinas y me vieron, todos ellos me vieron, estaba avergonzada, quería escapar pero la orden de mi Ama fue clara. Vi como algunos de los voyeristas llamaban a más personas para que me vieran, como si no lo pudieran creer, quise agachar la mirada para no verlos pero sabía que no debía hacerlo. No sé cuánto tiempo pasó pero parecieron años cuando sentí la puerta del ventanal abrirse.
-ya puedes entrar, no tienes permitido mirarme hasta que yo diga lo contrario ¿entendido?
-si mi Ama, gracias – dije levantándome y caminando atrás de mi Ama hacia el interior.
-sabes porque hice eso, ¿verdad?.
-si mi Ama, porque le desobedecí.
-si, pero esta vez no es solo por eso, mi deber es cuidar de ti y si tu haces cosas que son dañinas para ti misma, yo como tu Ama, debo impedírtelo o, al menos, lograr que disminuyas esa conducta dañina.
-ya veo, gracias mi Ama – dije mirando el suelo.
-ahora pásame tu cajetilla de cigarros.
-sí mi Ama – respondí y le pasé la cajetilla sin decir ni pio.
-por hoy controlaré yo tus cigarros y te aconsejo que no me pidas ninguno hasta después de almuerzo.
-¡¿qué?!... Pero, pero…
-pero nada, ya dije y es una orden ¿entendido? – dijo con seriedad, parecía muy cabreada pero no entendía porqué ¿de verdad era para tanto?.
Me quedé ahí en silencio, inmensamente frustrada, sintiendo como la ansiedad se acumulaba, el solo hecho de no poder fumar cuando quisiera me ponía terriblemente ansiosa.
Mi Ama fue a la cocina y trajo un plato de perro con algo dentro.
-ya puedes desayunar perrita, ya sabes como – dijo, puso el plato frente a mi, eran pedazos de pan con pedazos de jamón – come.
Me puse en 4 y comí usando solo mi boca, al terminar lamí el plato dejándolo brillante.
-buena perra – dijo y me dio tres cariñosas palmaditas en la cabeza.
Luego me puso la cadena y me llevo hasta el sillón. Ella se sentó y yo me arrodille a sus pies. Puso una película y empezó a verla mientras me hacía cariño en la cabeza. Apoye mi cabeza un poco más arriba de sus rodillas y sin poder evitarlo empecé a acariciar sus piernas.
-¿acaso dije que podías tocarme perra?
-no mi Ama, lo siento.
-tócame otra vez y realmente lo sentirás. -dijo con seriedad pero pude percibir una leve sonrisa, estaba jugando conmigo, estaba haciendo que la deseara aún más de lo que ya la deseaba, me estaba dejando con ganas y yo sabía que eso le encantaba.
Me quedé ahí muy quieta hasta que mis piernas empezaron a dormirse, maldije en mi mente, ¿porqué mi cuerpo no me seguía el ritmo para las cosas que quería hacer?. Aún arrodillada moví un poco las piernas tratando de que mi Ama no lo notara pero, como siempre, lo notó.
-¿estás bien perra? – dijo mirándome.
-si mi Ama – respondí con la vista en el suelo – solo se me durmieron un poco las piernas.
-bien, levántate – dijo, yo obedecí con dificultad, sentía que no podía estirar bien la pierna derecha, me tambalee, mi Ama me sostuvo y me sentó en el sillón – esta bien, ahora intenta mover las piernas.
Lo hice con dificultad, con una mueca de incomodidad en el rostro. Me sentí impotente por no haber podido seguir arrodillada a su lado. Ella empezó a masajear mis piernas.
-lo siento mi Ama…  - dije avergonzada.
-¿porque dices eso?
-creo que hoy solo he sido una molestia para Ud. – dije con los ojos llorosos, odiaba ser tan llorona.
-mírame – dijo ella y puso su mano en mi mejilla – dime, ¿Qué eres para mi?
-su perra, su puta mi Ama.
-así es… y que más?
-su zorra, su pequeña, su tesoro.
- así es y ¿crees que serías todo eso para mi si te considera una molestia?
-supongo que no mi Ama – dije mirándola a sus preciosos ojos café. Ella se acercó y me besó - ¿Cómo está tu pierna?.
-bien mi Ama, ya no duele
-perfecto – dijo – recuerda que no puedes tocarme – agrego, me acostó en el sofá y empezó a chupar y morder mi tetas.
-mmmmm… mmmm Ama… mmmm
Se detuvo, bajo su mano hasta mi concha y me metió dos dedos.
-estás mojadísima, ¿Quién es mi perra? – dijo moviendo los dedos.
-yo soy su perra, mi Ama – respondí
-las perras no hablan – dijo tirando mi cabello con la mano que tenía libre.
-guau guau
-buena perra. – sorpresivamente sacó su mano de mi y me hizo limpiar sus dedos con la lengua – ve a hacer el almuerzo – agregó, yo no me lo podía creer, bueno, en realidad si, a ella le encantaba jugar con mis ganas. Fui a la cocina, todavía desnuda, por supuesto. Busque en la despensa y el frigider, mi Ama no había pedido ningún plato en especial así que decidí hacer chop sui de carne con arroz blanco.
Mientras cocinaba volví a pensar en la decisión que tenía que tomar ¿Qué sería lo mejor? ¿Qué haría más feliz a mi Ama? ¿Qué me haría más feliz? Pensaba mientras salteaba la carne y las verduras cuando el arroz estuvo listo mi decisión estaba tomada, aunque a decir verdad no sabía si en realidad sería la mejor decisión.
Puse la mesa para mi Ama y el mío en el suelo. Al verme mi Ama ordenó:
-pon tu plato en la mesa perrita, tienes que descansar un poco más esa pierna.
-guau guau – conteste nunca dejaría de emocionarme la forma en que ella se preocupaba de mi. Deje mi plato sobre la mesa
-buena perrita.
-guau guau – dije moviendo la cola en señal de agradecimiento.
Comimos tranquilamente, luego fui a lavar la loza. Al terminar me pare cerca de mi Ama, con la vista todavía baja pregunte.
-permiso para hablar, mi Ama?
-permiso concedido perra, habla.
-yo… me podría dejar fumar, por favor mi Ama.
-está bien, perra, te lo ganaste – dijo pasándome un cigarro y mi encendedor – pero no puedes ponerte bata para salir, te quiero desnuda para mi todo el día.
-si mi Ama, gracias – dije y salí dando saltitos a la terraza. Fume el cigarro con calma, apoyé los pies en la baranda, ahora no había tanta gente mirando solo uno que otro curioso. Apagué el cigarro, tomé aire, había llegado la hora de hablar con mi Ama. Entre – ¿puedo hablar con Ud mi Ama?
-claro perrita, dime.
-gracias… bueno yo… - empecé a decir, de repente me puse muy nerviosa – yo quería hablar con Ud sobre la propuesta que me hizo.
-dime, ¿ya pensaste bien sobre eso?
-si mi Ama, ya lo pensé muy bien…
-te escucho – dijo sentándose.
-yo bueno, lo pensé muy bien y aunque me encantaría ser su esclava no creo poder serlo. – dije y me postré ante ella de rodillas pegando mi frente al suelo– por favor discúlpeme por no poder aceptar su maravillosa proposición.
-no hay nada que perdonar mi perra bella pero, dime, porqué dices que no puedes aceptar a pesar de que quieres hacerlo.
-es porque no podría vivir conmigo misma sabiendo que Ud tan amablemente saldó todas mis deudas y encima me mantiene y me compró un montón de ropa, yo quiero devolverle cada peso mi Ama, Ud ya hace mucho por mi por eso quiero compensarla de mejor manera que pueda, estoy en deuda con Ud mi Ama y quiero pagar esa deuda.
-ponte de pie – ordenó, lo hice enseguida, tomó mi rostro con suavidad y dijo – ya ye había dicho que no es necesario que me devuelvas nada, si te mantengo y salde tus deudas es porque puedo y quiero, si deseas compensarme hay muchas maneras no monetarias de hacerlo.
-lo sé mi Ama, quizás soy una egoísta pero como le dije, por estar en paz conmigo misma debo hacer esto, por favor permita que trabaje para devolverle cada peso que ha gastado en mi.
-¿sabes que me pasa? Que te escucho hablar y lo que oigo es una esclava que siente que no merece las atenciones de su Ama y tu, mi perra querida, las mereces. – dijo ella
-en serio lo siento mi Ama, por favor no se decepcione de mi – dije agachando la cabeza.
-¿decepcionarme? Al contrario, mi perra, me llena de orgullo que quieras mantenerte por ti misma, eso habla de que no te entregas por necesidad, si no por voluntad, por devoción y eso es hermoso. Te diré lo que haremos, permitiré que trabajes y pagues tu deuda, lo de la ropa no, ya que eso fue un regalo. Una vez que hayas saldado eso te haré de nuevo esta pregunta y mientras encuentras trabajo serás mi esclava, ¿te parece bien?.
-si mi Ama, muchas gracias, en serio muchas gracias, no la merezco.
-te mereces esto y mucho más mi perra bella – me agarro del pelo y me besó con pasión. Me tiro sobre la mesa de centro y me abrió las piernas. – quédate ahí, ya no tienes permitido, hablar, mirarme y tocarme, si quieres hablar ladra, ¿entendido perra?
-guau guau
Fue al cajón donde guardábamos los juguetes y sacó varias cosas que no pude ver, amarró mis manos y pies a la mesa dejándolas bien abiertas, encendió una vela dejó caer poco a poco la cera en mis tetas y estomago, cerré los ojos disfrutando la sensación, luego introdujo un dildo con vibración en mi concha.
-mmmmm… mmmm… guau, guau… ahh – gemí y ella saco el dildo.
luego tomó su flogger más ligero y sacó la cera a azotes. Gemí y grite de placer, la deseaba, la deseaba mucho pero de repente se detuvo, se sentó cerca de mi y prendió uno de mis cigarros mirándome mientras fumaba. Pasaron 20 o 30 minutos en que no me tocó un pelo.
-guau guau – dije como pidiendo permiso para hablar.
-¿Qué quieres perrita? – dijo casi riendo, ella sabía perfectamente lo que quería.
-guauuu guauu – volví a ladrar.
-puedes hablar perra.
-por favor Ama, por favor, tóqueme, úseme, hágame suya… se lo suplico.
-ya eres mía mi perra y… te estoy usando… solo que no de la forma que tu quieres, si no, de la forma en que yo lo he decidido. – se acerca y me da una bofetada. – ¿algo que quieras agregar perra?
-no mi Ama.
-eres mía, te usaré de la forma que yo quiera, cuando yo quiera y dónde yo quiera.
-si mi Ama.
Fue a la cocina y trajo una bandeja con comida, un plato, un vaso y cubiertos. Dejó la bandeja a un lado y puso el plato, vaso y cubiertos sobre mi estomago, acercó una silla y empezó a comer tranquilamente, no sé como resistí el deseo de mirarla sintiéndola tan cerca de mi, era irresistible, quería tocarla, besarla, abrazarla y estaba ahí amarrada siendo su mesa. Sentí algo extraño, una clase de excitación no sexual, mi corazón estaba acelerado y mi respiración era como un jadeo, sentí como empezaba a mojarme.
Cuando terminó de comer me desató me abrazó y beso mi cuello.
-te has portado muy bien mi perra, ¿quieres un cigarro como premio?
-gracias mi Ama, si quiero un cigarro por favor – moría de ganas de fumar.
Me pasa el cigarro y murmura.
-en serio que tienes madera de esclava.

La Sumisa 1: mi Ama y yo Where stories live. Discover now