Capítulo 1

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Viktor Volkov esposaba al atracador que habían abatido en el código 3, dejaba a los EMS hacer su trabajo y ahora a él le tocaba hacer el suyo, llevarlo a comisaría, leerle los derechos, anotar la frase que se encontraba en el brazo derecho para adjuntarlo al archivo, encarcelarlo, etcétera, etcétera.

La rutina del día a día era relajante para él, tener algo estable en su vida era lo único que lo mantenía en pie, se consideraba casado con el CNP. Sin embargo, lo único que odiaba de su trabajo era tener que archivar las marcas de los sujetos en los expedientes, sacar provecho de algo tan íntimo como las primeras palabras del alma gemela de alguien no era tan bonito que se diga, pero el procedimiento era ley, y por más que no le gustara, no podía negarse.

La frase de este atracador en cuestión era muy divertida: "¿Tienes pan?", se veía reflejado en el perfil del ladrón, Volkov rió por lo bajo, porque entre tantas palabras que se podrían combinar, que tu alma gemela te diga algo tan trivial era prácticamente un chiste, pero volvió a su semblante serio cuando supo que lo más probable era que el que ahora se encontraba en las celdas, en un futuro sería extorsionado con esa información. Terminando de hacer el papeleo, el comisario recordó por qué odiaba tanto tener que anotar las marcas.

Su madre y su padre no habían tenido la marca del otro, desde hacía años se había acordado su unión, pues en una Rusia pobre, los matrimonios arreglados significaban la salvación de la economía en un pueblo. Aún así, sus padres habían conseguido formar una familia estable con tres hijos, que se vió arruinada poco tiempo después por el alcoholismo de su padre, llenos de deudas sin poder pagarlas.

La situación empeoró cuando, una noche, alguien irrumpía en la oscuridad de la casa para asesinar a su padre, unos desacuerdos con el dinero que aún no le había pagado. Poco duró el duelo por el fallecimiento, pues la tuberculosis había decidido invadir a su madre, dejándola en cama enferma de gravedad.

Alexandra y él habían empezado a trabajar para poder seguir viviendo en la casa, mientras Alex se quedaba en la granja cuidando a los animales, le había dicho a Viktor que quería ser veterinario. Los tres se quedaban hasta tarde mientras su madre les contaba que ella había conocido a su marca cuando era niña, pero el chico había emigrado, y su futuro había sido planeado desde ese entonces, les contaba cómo la conexión era instantánea, cómo de repente sentías que todo iba a estar bien.

Y mientras Alexandra miraba su frase, acariciándola despacio, y Alex dibujaba divertido en una hoja de papel las letras de su marca, su madre lo veía tocando su brazo con apenas unas manchas unos tonos más oscuras que el color natural de su piel, sin ninguna palabra que lo marcara, y sólo le daba un beso en la frente.

Hasta que ya no hubo más historias en la noche, no más besos en la frente, la tuberculosis había reclamado a su madre.

Desgracia tras desgracia, cuando Volkov llegaba un día después de su jornada diaria, encontró a Alexandra con los ojos rojos, mientras su hermanito se encontraba dormido en la cama.

"Es leucemia, Viktor, está demasiado avanzada, y él tiene tan poca edad, el tratamiento es costoso y tiene altas posibilidades de..."

Sólo dejó la noticia impactar en él, observando cómo su hermana volvía a romper en llanto, acercándose a abrazarla en silencio, a la luz de la fogata.

No fue mucho el tiempo que necesitó el cáncer para apoderarse por completo de Alex, pero sí lo suficiente para que sus hermanos mayores hicieran de sus últimos días los más felices, dejando una sonrisa en su rostro al morir pacíficamente mientras dormía.

Una semana después del funeral de Alex, su hermana por fin se acercaba a hablarle, aunque se seguían apoyando en todo y se amaban ahora más que nunca, su relación se había distanciado al perder a su hermanito, cada uno por su lado.

Lirios de InviernoWhere stories live. Discover now