Capítulo 7

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Habían pasados casi tres semanas desde esa última conversación. Volkov tenía asumido que todo iba viento en popa, puesto que Conway, después de haber liberado a Gustabo de la cárcel y habérselo llevado en un coche de incógnito, había abierto un expediente exclusivo para un "caso especial".

Aunque Conway le había comentado acerca de esta nueva carpeta, que trataba sobre el seguimiento de la infiltración del dúo maravilla, no le contaba más de lo que debía saber.
Él tampoco preguntaba, su trabajo no era indagar acerca de cosas que no le incumbían y la confianza que tenía depositada en su superior lo mantenía a raya.

Además, no es como si esa "misión", si se le podía llamar de esa manera, fuera la única. El sur había tenido mucho movimiento últimamente, causando la creación de varios operativos para clausurar laboratorios de metanfetamina y estaciones de lavado de dinero.

Volkov junto con Greco organizaban a la malla eficazmente. De vez en cuando se les unía Conway, si no desaparecía por horas como últimamente solía hacer.

Todo iba de maravilla, el CNP estaba mostrando mejorías y casi todas las rodadas terminaban bien. Saliendo de servicio, se dirigía hasta sus clases, en las que mostraba un buen avance, según su profesora, o de vez en cuando iba al casino con su jefe si tenía la tarde libre. Caía de nuevo en la rutina de siempre.



Mientras terminaba de guardar su uniforme en el casillero, listo para realizar su 10-10, escuchó la puerta del cuarto abrirse, dejando ver la figura del superintendente entrar a los vestuarios. Sin inmutarse, cerró el casillero para darse la vuelta y quedar cara a cara con él.

-Volkov, necesito que hagas algo.- Habló primero el superintendente, con un tono autoritario.

El mencionado hizo una mueca, si no se apuraba, iba a llegar tarde a su clase, y Dios sabría lo que Conway quería pedirle en ese momento.
No necesitó preguntar a lo que se refería, porque su jefe retomó la palabra.

-Sabes que he estado ausente éstas semanas, de seguro lo has notado. - Un breve asentimiento de cabeza por parte del ruso le dió la pauta para seguir. - -Bien, he estado con Gustabo y Horacio en varias ocasiones, me dan toda la información que han recopilado de la banda. Al parecer ya no se conformaron con la farlopa, ahora también les gustan los juguetitos. Dentro de poco les traerán armas largas que empezarán a recorrer la ciudad.
-Pero ese no es el problema, si esperamos un poco más, llegará un punto en el que confiarán lo suficiente en estos dos y tan sencillo como tenderles una emboscada que acabaría con su chiringuito de una vez por todas. Ahora, no sería tan sencillo si empiezan a sospechar de ellos, ¿verdad? Quien me preocupa es Horacio, Gustabo me ha dicho que a veces flaquea al momento de disparar en las misiones, sus palabras textuales fueron: "es un osito de peluche".

El superintendente se detuvo un momento para sacar un cigarro y prenderlo, estaba prohibido en los vestuarios, pero después de todo, a él le pertenecía la comisaría. Por su lado, Volkov escuchaba atentamente las palabras de Conway sin entender realmente a dónde quería llegar. ¿Cómo lo involucraba esto a él?

El super vió el rostro confundido del comisario y dió una calada antes de continuar.

-No puedo confiar en alguien que le da miedo dar unos cuántos tiros. Joder, yo mismo he ido con ellos a vender droga y Horacio no quiere dispararle a un madero porque "es uno de los nuestros. - Aprovechó para soltar el humo y dar otra calada. - Aquí es donde entras tú, yo no tengo tiempo para darle unas lecciones sólo a él, y me enteré de que tus clases quedan cerca de, escucha esto, la florería del crestitas.

Al terminar de decir la última frase, de la boca del superintendente salió una risa estridente, dando a entender que se estaba burlando. El comisario no lo acompañó ni siquiera sonriendo, desde pequeño, había aprendido que dedicarse a las flores era el trabajo más noble que uno podía tener.

Lirios de InviernoWhere stories live. Discover now