[parte tres: buscando solución]

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Narra Julieta.

Pasaron dos días desde que ví al psicólogo. Hoy por la tarde debería volver a ir con él.

—09:10 —Marcaba el reloj.

Me levanté de la cama a preparar el desayuno. Mientras bajaba por las escaleras podía escuchar a mi madre pelear con mi padre, otra vez.

Ambos se callaron al verme.

—Otra vez te levantas tarde Samantha —Dice esa mujer, mientras se acerca a mi.

—Lo siento.

—¿Qué es lo que puedes sentir tú? —Agarra mi cabello —¿Cuántas veces te tengo que decir que te levantes temprano a preparar el desayuno? —Jala mi cabello suavemente.

—Lo siento.

—Cállate y prepara el desayuno que tengo hambre —Habla mi padre molesto.

La mujer suelta mí pelo, pero, me empuja haciendo que avance dos pasos.

—Rápido Samantha.

Sin decir nada me puse a preparar el desayuno.

•~•~•~•

13:30.

Terminé de lavar la ropa y me dirigí corriendo al comedor en donde aún tenía que lavar unas tazas. Las deje así, ya que debía ir a la cita con el psicólogo.

La mire evitando contacto con sus ojos —Voy a la casa de Lucía. —Dije agarrando la mochila.

—¿A quien le pediste permiso? ¿crees que puedes salir así nada más?

—Terminé de hacer todos los deberes de la casa.

—Vete, pero vuelve rápido, aún debes hacer muchas cosas.

—Sí, mamá. —Respondí con una sonrisa que se iba borrando entre más me alejaba de esa mujer.

Un rato después.

—Hola, psicólogo. —Dije mientras me asomaba a la puerta.

—Hola, Julieta. Adelante, pasa. —Respondió con una sonrisa mientras me miraba. —¿Cómo has estado?

Me dirigí al sillón, me senté mirando por la ventana. —Siempre estoy igual. —Miré el cielo, hoy estaba más azul que nunca. Las nubes tienen un lindo blanco reluciente, los pajaritos pasan de un lado al otro. Pero, de pronto... —Las nubes siempre tapan al sol, es como si no lo quisieran dejar brillar.

—Al pasar del rato el sol vuelve a ser libre y brilla nuevamente.

—Aún así lo siguen tapando cada vez que pueden.

—Nunca deja de brillar. ¿o no?

—...

—Dime, Julieta. ¿intentaste hablar con tus padres?

—Mi madre se molestó mucho, dijo que no va a cambiar porque voy a ser rebelde y no tengo derecho a ser feliz.

—Ya veo. Tu madre es cerrada, hay algo que la molesta pero debemos averiguar qué es.

—Mis abuelos me contaron esa historia.

—¿Cuál historia?

—Ella a mi edad fue maltratada, antes de ser adoptada por ellos.

Me enamoré de mi psicólogo Where stories live. Discover now