[Parte siete: Perdidos.]

349 34 13
                                    

Nota de autor:
Me parece muy necesario agradecerles por el apoyo que le dan a la historia. <3
Les explico algunas cosas y detalles. Julieta es maltratada por sus padres. Su psicólogo Luke trata de ayudarla, pero ella le recuerda tanto a alguien, tanto que lo vuelve loco o incluso peor de lo que ella se encuentra realmente.

Narra Julieta.

—¿Segura sabes llegar? —Preguntó el psicólogo mientras caminaba.

—Si... —Digo caminando adelante de él —Creo.

—¿Crees? —me agarra de la mano para frenarme —¿Por qué no admites que no perdimos?

—Si así fuera comenzaría a gritar, ¿no crees? —Miré para todos lados rápido. —¡Ayuda! ¡Ayuda!

—Por dios, Julieta. —Se ríe.

También reí al verlo.

Seguimos caminando sin saber si quiera donde estábamos.

—¡Alto! —Dice un hombre corriendo cada vez más cerca nuestro. —¡Suelten todo lo que tengan! —Dice sacando una pistola.

—¿Puedes hablarme de tu familia? —Dije intentando ayudar.

—No me parece necesario niña. —Responde el hombre apuntando a Luke.

—No eres psicologa, ¿cómo vas a decir así? —Pregunta el psicólogo molesto, Mientras el del arma agarra mi celular.

—Entonces quedan dos opciones. —Dije agarrando rápido la mano de Luke y correr.

Ambos estamos corriendo, intentando escapar del hombre que nos seguía.

—¿Sabes una cosa, Luke?

—¿Qué cosa?

—Créeme que intente ayudar con psicología pero, no me salió.

—Ya veo que no te salió.

—Un psicólogo no puede hablar así a sus pacientes.

—En estos momentos dudo que seas mi paciente.

—¿Sabe otra cosa?

—¿Qué?

—Eres muy tierno, incluso despeinado o corriendo como ahora.

—Julieta, nos están corriendo con un arma, ¿a qué viene eso?

—Que si no sobrevivimos de está, quiero que sepas que sos tierno.

—Yo también, quiero que sepas algo.

—¿Qué?

—Hablas mucho, pierdes el aire y lo necesitas para vivir. ¡corre!

—¡No! ¡No señor! —Dije, dejando de correr. —No voy a permitir que me hable de tal manera, porque el señorito es mayor yo tengo que dejar que me hable mal. No, no señor.

—Julieta...

—Lo que faltaba, me tengo que callar o hacer lo que desees. ¿Eres mí padre ahora?

—¡Julieta!

—Aunque hay que admitir que mi padre también es bastante jodido.

—Cállate niña. —Dice el hombre que nos corría.

—¡Otro más! ¿Cuántos años tenés señor ladrón? —pregunté.

—No te importa.

—Yo que tú, respondo. —Se mete Luke.

—¿Treinta y dos?

—Pero por supuesto. Por ser mayor, hoy en día todos mandan.

—¡Basta! —Pone el arma en mi cabeza.

Me enamoré de mi psicólogo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant