Parte 84

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Cameron

La puerta de su despacho se abrió abruptamente asustando a sus ayudantes, esparciendo las hojas por el suelo y logrando que él levantará la mirada para ver quién entró tan abruptamente, pero sólo vio a una niña caminando tambaleante, seguida de un par de ojos egipcios llenos de furia.

Así que Cameron pidió que todos se fueran de su despacho y tomó asiento en la esquina del escritorio para verlas completamente maravillado.

— Hay algún...— Intentó decir.

— ¿Problema? — Lo cuestiono Cleopatra con coraje, o quizá ya es su estado natural — Así es cómo le llaman los ingleses a qué los niños vean fantasmas —

Cameron casi se ahoga con su propia saliva, cerró la puerta con seguro de inmediato y las cortinas de las grandes ventanas, porqué desde que regresó del pasado se a vuelto un paranoico con la seguridad.

Sin embargo, pasó la mirada por esa niña que intenta subirse a la silla de piel, la ve intentó subir, pero sus piernas son pequeñas, es tierna y muy linda.

— ¿Que Olimpia ve fantasmas? Es una gran tontería ¿Mi bebé viendo cosas raras? — Pregunto casi con burla, incluso pudo haber soltado una carcajada antes semejante broma — ¿Olimpia, mi hija, esa qué apenas sabe hablar? —

Cleopatra, no dijo nada de momento, sólo lo fulminó con la mirada, tomó a Olimpia de la cintura y la ayudó a subir sobre el escritorio para que juegue con los papeles, como cualquier niña normal.

— Si, esa misma niña que me acaba de dar el susto de mi vida ¡Ella habló con mis hijos muertos! — Cleopatra negó con la cabeza, como si no creyera eso, se inclinó para besar la frente de la bebé y se acercó hasta él con  horror en su rostro — Olimpia tiene, dioses de Egipto, algo raro dentro de ella, me dio el peor susto de mi vida, como esas películas de terror que Grace me enseñó —

Cameron se puso en pie y la tomó de los hombros para despejarle la mente

— ¡¿Es algo médico?! Porque bien podríamos llevarla al hospital — Dijo buscando su chaqueta de inmediato para irse de ahí — No me importa que sea de noche, la llevaré al mejor médico...—

Pero Cleopatra lo tomó del brazo y lo detuvo.

— ¡No Cameron! No es algo médico, es algo que Olimpia tiene desde que viajo al pasado, aunque quizá se cure con alguna buena hechicera — Dijo con los ojos llenos de brillo, casi saltando de la felicidad — Es esplendido, ella...mi bebé, puede ver cosas que sucedieron en el pasado —

Cameron miró a su pequeña hija, esa qué juega con todos sus papeles y suelta pequeñas carcajadas mientras mueve sus rizos rubios al son de sus movimientos.

— ¡¿Que?! Esa es una noticia terrible —

— Es la mejor noticia del mundo, quizá a la demás gente le parezca rara, escalofriante o hasta un monstruo, para mi es lo mejor que le pudo pasar a mi hija — Dijo Cleopatra llena de emoción — Ella será un vínculo que siempre me mantendrá unida al pasado —

Cameron se alejó de Cleopatra y corrió para tomar en brazos a su hija, como si con esa acción pudiera alejarla de las cosas raras que persiguen a su madre, él la cuida tanto que está noticia lo tiene totalmente sorprendido, él puede con los viajes al pasado y las locuras que a tenido su vida desde que arrolló a esa egipcia, pero que su hija tenga que soportar esas rarezas, lo hace sentir furioso, él quiere que su hija sea normal, cómo la hija de cualquier primer ministro.

Y al verla y bajar la mirada puede notar lo tierna que es con las mejillas sonrojadas, ojos azules y totalmente distinta físicamente a su madre, no tiene nada de egipcia, a excepción de sus ojos.

— Papá — Dijo Olimpia con pequeñas palabras que sólo ellos pueden entender  — ¿Podemos cenar? Y después te cuento unas grandiosas historias de fantasmas

Cleopatra

Cleopatra fulminó con la mirada a todas esas personas que caminan por los pasillos del supermercado, en realidad ella y Olimpia no tendrían que estar en ese lugar, bien, los sirvientes podrían hacer las compras, pero si quiere ser una mamá normal y adaptarse a la modernidad, tiene que hacer esto.

Además, hacerlo es divertido, es algo completamente distinto al pasado.

Así que sentó a Olimpia en el carrito y aferró sus manos a este para comenzar a avanzar por los amplios pasillos llenos de comida.

— Dios Olimpia, en el pasado no había tantas cosas  omo ahora — Dijo mirando un extraño paquete entre sus manos — ¿Yogurt? ¿Qué es eso? —

Olimpia elevó sus manos con toda la intención de comenzar a comer ese extraño líquido rosado, pero ella lo admiró con detalle.

— ¿Esto es veneno? — Pregunto a ese hombre delante de ellas, a ese primer ministro que no está cómodo con estar dentro de un super mercado — Creo que huele extraño, puede ser algo con lo que cualquier romano de envenenaria —

Cameron entrecerro los ojos y la miró con detalle.

— Es comida normal Cleopatra, son cosas del futuro — Dijo burlándose de ella — Claro, tú no lo conoces porque en el pasado, sólo había pescado, pan y un buen vino —

Cleopatra lo fulminó con la mirada, pero avanzó con el carrito moviendo a Olimpia.

— Ya te hubiera gustado estar en uno de mis banquetes, te habrías muerto de tanto comer, ingleses ineptos  —

Cuando regresaron a la casa del primer minuto, recostó a la bebé en su habitación y corrió hasta su habitación y sin demora, porque ya lo tenían planeado, se posó sobre las caderas de Cameron con la intención de moverse sobre él, así como yacía en la antigüedad con sus amantes, él paso sus manos sobre su piel y se aferró a sus pecho con placer, y cuándo estaban a punto de unir sus cuerpos en una perfecta combinación de pasado y éxtasis del futuro, él ruido de un cristal al quebrarse los asustó por completo.

— ¡¿Cameron que haces?! — Dijo al verlo ponerse de inmediato el pantalón para salir corriendo de la habitación — ¡Cameron! —

Cleopatra soltó un suspiró y buscó su ropa por el piso, apenas y salió mientras se abrocha la camisa, pero corrió detrás de ese hombre llenó de apuro.

— ¿Olimpia? — Lo escucho hablar al encender la luz de la biblioteca — ¿Qué haces aquí cariño? —

Preguntó Cameron al ver a su pequeña hija pegada al cristal donde se guarda el cuerpo de una momia que rescataron de una excavación en El Cairo, pero su hija volteó a verlos con las mejillas sonrojadas y con una amplia sonrisa.

— Estaba hablando con ella — Dijo mostrando sus dientes de leche — Mi amiga la momia, dice que me visitará en mi habitación por la noche —

Cameron de inmediato cerró con llave el ataúd y tomó en brazos a Olimpia.

— Esta noche dormirás con nosotros — Le dijo con firmeza — De hecho, dormirás todas las noches con nosotros hasta que esas cosas dejen de hablarte —

Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1) Where stories live. Discover now