Parte 27

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— ¡Vamos Cleo! — Cleopatra refunfuño molesta cuando su amiga Grace le pegó en el trasero — ¡Mueve ese precioso trasero que los clientes esperan sus tazas de café! ¿Quieres dinero? Trabaja querida amiga —

Cleopatra rodó los ojos cuando su amiga inglesa paso sonriente entre las mesas de la cafetería para atender los clientes, pero Cleopatra no puede hacer otra cosa más que fulminar con la mirada a todos, claro que quiere dinero, adora el dinero, sobre todo las joyas preciosas, pero no puede ser poderosa y mucho menos será rica porque es pésima trabajando en la cafetería, se acaba de quemar su mano con las tazas de café y odia esté trabajo.

Cleopatra odia tener que ver las miradas pervertida de los clientes cuando les deja sus tazas de café y la miran como su fuera una prostituta no una reina, odia tener que servir cafés como si fuera una criada de algún faraón, odia quemarse y que la cafetera y ella sean enemigas, odia que las puertas de los bus rojos siempre la lastimen y odia ser una chica pobre.

Cleopatra frunció el ceño y se resignó a que su vida en el futuro es ser una mesera, camino entre las mesas para dejar las tazas de café. Debería acostumbrarse a la buena vida del futuro, a ser una chica que use celular, altas zapatillas, cortos vestidos y que sepa usar tarjetas de crédito, Cleopatra sabe que la vida en Londres no es mala, se vive con tranquilidad sin miedo a que los romanos los invadan o a que estalle una guerra en el momento menos pensando, aquí no hay muertos por las calles, ni esclavos llevando piedras para las pirámides, aquí simplemente hay autos, muchos autos.

En su antiguo Egipto solo hay guerra y soldados muertos, pero aún con todo el desastre que es su antiguo mundo, así le gusta y ahora que Cleopatra sabe  que puede volver a ser reina y tiene la oportunidad de remediar sus errores no puede y no quiere quedarse en Londres, menos cuando puede impedir que ella y su amado Marco Antonio terminen muertos, no dejará que su reino termine como una provincia romana y sobre todo sus hijos, no puede vivir sólo de pensar que esos malditos asesinaron a sus hijos.

Pero cuando levantó la mirada y miró la televisión donde sale un video en el que su querido Marco Antonio está enloquecido y amenaza a todos con una espada, como un actor loco, en ese momento supo que ni ella, ni su querido romano pueden permanecer en Londres, definitivamente tienen que regresar a su tiempo, como los últimos reyes de Egipto, como amantes al borde la muerte.

Así que Cleopatra se quitó el delantero y dejó las tazas de café sobre el mostrador, guardo su pequeño sueldo y sin que nadie la viera, tomó un cuchillo de cocina para defenderse de quien la quiera atacar y por si encuentra alguna momia loca en Londres para matarla. Cleopatra se acercó a su amiga para palmarle suavemente el hombro, aún no se acostumbra a que le dejen las mejillas llenas de besos, no cuando ella es una diosa.

— ¿Puedes cubrir mi turno Grace? — Cleopatra tomó su chaqueta y miro a su amiga con una media sonrisa mientras se acerca a la puerta — Lo siento Grace, tengo que irme...digamos que acabo de descubrir que mi ex novio esta aquí y esta causando problemas —

— ¡Espera Cleopatra...! — Intento decirle su amiga inglesa.

Pero Cleopatra no se detuvo a escuchar a su amiga, en cuanto salió de la cafetería comenzó a correr para evitar la típica lluvia de Londres, corrió entre las personas porque caminar lento significa muerte, dejar su cabello o su rostro al descubierto también significa muerte, así que se puso una gorra con miedo a que alguien descubra que es la antigua reina de Egipto, tiene tanto miedo a que alguien la descubra que no lo importo correr hasta la entrada del metro y sonrio emocionada cuando las puertas del tren apenas rozaron sus brazos al cerrar detrás de ella.

Cleopatra soltó un suspiro y tomó asiento lejos de las personas. Casi podría soltar una carcajada sólo de imaginar los rostros de sus asesores egipcios al ver que no está sobre un camello o sobre un carro arrastrado por sus sirvientes, sino sobre una máquina tan grande y rápida que Cleopatra no puede evitar cerrar los puños llena de miedo. Aún no se acostumbra a la modernidad del futuro, hasta él sonido de un celular la asusta.

Erase Una Vez Cleopatra. (Saga Faraones de Egipto Libro 1) Where stories live. Discover now