1. El asunto

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Había un asunto pendiente por resolver.
Tsukishima odiaba dejar las cosas a medias, siempre debía haber una solución para cada problema, y él era buena buscándolas. Era parte de su naturaleza.
Por eso había citado a Yamaguchi a hablar antes del entrenamiento de hoy, esperando que el pecoso pusiera de su parte. Sin embargo, éste sólo esperaba su respuesta impaciente.

—¿De qué querías hablar conmigo?—cuestionó, mientras Tsukishima buscaba en su mirada alguna señal. Ya sean nervios, emoción, incluso fastidio. Pero Yamaguchi solo lo veía con genuina curiosidad. De verdad no tenía idea de lo que estaba pasando.

—¿No tienes algo que quieras decirme?

—¿Algo? ¿Cómo qué?

—Nada.—terminó por rendirse, al menos en esta ocasión. Yamaguchi solamente parpadeó confundido y sonrió nervioso.—Aún no es momento.

—Perdón, Tsukki, no te estoy entendiendo, ¿momento de qué?

—De resolver el asunto.

—¿Asunto? ¿Qué asunto? ¿Tsukki?—pero el rubio ya se había adelantado a caminar al gimnasio. Yamaguchi, aún sin entender que acababa de pasar, empezó a perseguirlo y preguntarle una y otra vez a qué se refería. Sin éxito, pues Tsukishima ignoró todas y cada una de sus peticiones.

El asunto aquí, era que Yamaguchi claramente estaba enamorado de Tsukishima. Y lo sabían todos, absolutamente todos. Incluido el distraído de Hinata, que siempre andaba viviendo en su pequeño mundo de voleibol. También Yachi, que constantemente procuraba no interferir en la vida amorosa de los demás. Y Tobio, al que no podía importarle menos lo que Yamaguchi hiciese con su vida. E incluso lo sabía Tsukishima.
En fin, lo sabían todos... menos el mismísimo Yamaguchi, que parecía ajeno a sus propios sentimientos. Como si la vida le estuviese jugando una cruel broma a Kei, al que la paciencia se le agotaba más y más con cada minuto.

—Waaaa...—la sutileza nunca fue el fuerte de Hinata. Estaba a tan solo a unos pasos de distancia de Tsukishima, pero hablaba de él como si no estuviera ahí.—Hoy parece más enojado que ayer.

—¿Eres idiota? Quítate de ahí, que va a descargar su frustración contigo de nuevo.—Kageyama, sin embargo, también estaba cerca. Pero no parecía tenerle miedo, y de hecho, estaba seguro de que también había presenciado esa incómoda escena con Hinata por puro chisme.

—Es que no puedo evitar sentirme mal por él. Debe ser frustrante lidiar con alguien así de distraído, ¿qué tan estúpido hay que ser para no leer el ambiente?

—Tú eres la persona menos indicada para decir eso.—Tsukishima gruñó. No importaba cuando lo intentaba, no había logrado hacerle entender a Hinata y Kageyama que esto no era asunto suyo y no tenían porque meterse.

—Es que, a mí también me frustra que Yamaguchi no lo haya notado. Es tan obvio.

—De verdad me sorprende lo idiota que puedes llegar a ser.

—Ah, qué más se le puede hacer. Solo nos queda esperar a que naturalmente se dé cuenta por sí mismo.

—Sí.—Kei terminó por darle la razón, aunque estaba más que claro que él no estaba hablando de Yamaguchi.—A los idiotas hay que darles el avión y dejarlos ser idiotas, hasta que ellos solitos se den cuenta.

Y Hinata y Kageyama asintieron repetidas veces. Yachi, quien veía esa escena a menos de un metro de distancia, de repente sintió la necesidad de llegar a meterse a la plática para detener a ese par de tontos de seguir humillándose solos.

—Uhm, a veces las personas no saben que algo les va a gustar hasta que se lo ponen en frente.—comentó, con la voz temblorosa, esperando la reacción de Tsukishima. Pero él no se enojó. Parecía interesado, así que con la mirada, la invitó a continuar.—Por ejemplo, ayer yo no sentía ganas de comer paletas heladas, hasta que terminó el entrenamiento y entonces el entrador Ukai nos ofreció algunas de su tienda, y en ese momento me di cuenta de que de hecho, si me gustaría comer una. Pero nunca lo hubiera notado si el entrenador no me la hubiera ofrecido.

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