5. La luna y las estrellas.

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La caminata con Tsukishima estaba siendo menos incómoda de lo que esperaba.
El sonido de las gotas de lluvia golpeteando suavemente contra el paraguas, la temperatura fresca que contrastaba con lo calientito que lo hacía sentir su abrigo, y la sonrisa tranquila que Kei llevaba en el rostro (sin los audífonos puestos) hacían de este el momento perfecto. Incluso le ponía triste saber que tarde o temprano, tendría que acabarse.

—Me alegra que estés bien.—comentó de repente, mientras miraba hacia el lado contrario. Yamaguchi supo que estaba fingiendo desinterés a propósito, y por alguna razón, eso le hizo esbozar una pequeña sonrisa.

—Perdón, Tsukki.—Tsukishima esperó que la oscuridad fuese suficiente para disimular su leve sonrojo.—Creo que te he preocupado en vano. Mi estómago no estaba tan grave, quizás solo no estaba teniendo un buen día.

—No me refería a tu estómago solamente.—Yamaguchi lo sabía. Pero ese había sido su último intento de alargar un poco más el momento, que estaba apunto de ser arruinado por la conversación de la que tanto había huido. Después de hoy, su relación con Tsukishima quizás jamás vuelva a ser la misma, para bien o para mal.—¿Estás entendiendo a donde quiero llegar, verdad?

Tadashi asintió.

—Lamento haber huido ayer, y hoy también.—pensó que ese era un buen comienzo. Ir de lo fácil lo difícil. Era más fácil admitir que estaba huyendo, a admitir que estaba enamorado.—Además, quizás fue mi culpa que Yachi desapareciera hoy, así que lo siento por eso igualmente.

—Yo también lo siento.—para sorpresa del pecoso, Tsukishima también se disculpó.

—¿Uh?

—Nunca debí presionarte ni manipularte para que enfrentaras tus sentimientos.—Le había tomado tiempo, pero al final había aprendido que todos tenían un momento para pasar por esa etapa, y debió respetar el que Yamaguchi aún no haya querido enfrentar su duelo.

—¡¿Estabas haciendo eso?!—ok. Eso lo había sorprendido todavía más.—¿Desde cuándo?

—No estoy seguro, pero quizás desde hace uno o dos meses.—confesó arrepentido. Luego dio un largo suspiro, y agregó.—Creo que desde que me di cuenta de que te gustaba.

—¿EH?—Yamaguchi no supo cómo reaccionar. La cara se le puso roja en cuestión de segundos, y se la tapó con ambas manos con intención de esconderla.—¡Qué vergonzoso! ¿Cómo te diste cuenta? ¡Hace dos meses ni siquiera estaba consciente de lo mucho que te quería!

—Siempre te he conocido mejor de lo que tú mismo te conoces.—Kei se encogió de hombros.—Y tampoco es que fuera sutil. Todo el club lo notó, incluidos Hinata y Kageyama.

—¡No puede ser!—no podía expresar lo mucho que quería que la tierra se lo tragase en ese momento.—¿Por eso la pregunta de Hinata?

—De verdad, quiero reventarle la cabeza a balonazos, ¿cómo se le ocurre preguntar eso?—cada vez que lo recordaba, le daban ganas de aplastar mandarinas. Yamaguchi pensó que quizás debería hacer todo lo posible por mantenerlos alejados por ahora.

—Al principio, supuse que la pregunta había sido totalmente random, sin ninguna intención oculta. E intenté disimular.—Tadashi empezó a hablar cada vez en voz más baja, quizás porque no estaba totalmente seguro de cómo se tomaría Tsukki sus palabras.—Pero luego vi que me estabas mirando fijamente, y entré en pánico. En ese momento fue la primera vez que me obligué a cuestionarme seriamente lo que sentía, porque podía seguir mintiéndome a mi mismo, pero no a ti. Siempre puedes ver a través de mi, Tsukki. Es inútil que yo intente mentirte o esconderte algo.

—Supongo que ese día yo también debí decir algo.—admitió.—Solo pude disculparme por la situación incómoda en la que te puse sin querer, y no pensé que pudiera decir algo más para enmendar lo humillado que te debiste sentir en ese momento.

El asunto | el caso de Tsukishima Kei | Tsukiyama Donde viven las historias. Descúbrelo ahora