Arthit guardó la carta. No se sentía con ánimos de leerla. Se removió en la cama y se acomodó. Si su pequeño había huido ese día, le daría su espacio. Entendía porque el menor estaba enfadado, él también lo estaría en su posición.
Pero había alguien en contra: sus amigos. Dejaron de alborotar y se centraron otra vez en Arthit que volvía a estar sentado en la cama, apoyado entre cojines. Volvieron a la conversación de Kong, el tema preferido en las últimas horas.
- Pero tienes que ir tras él – se quejaba Bright – no sabe el efecto que tiene en las personas. Y seguro que a estas alturas ya se le han insinuado cuatro o cinco tipos apuestos y brillantes.
- Vamos Arthit, ¿quieres que ese fantasma amigo suyo te lo robe? - preguntó Prem.
- Sabes que te apoyaremos en todo lo que decidas, pero en esto no estamos de acuerdo – dijo Tootha, todos asintieron.
- Basta chicos. Kong se fue el día siguiente mientras estaba dormido. No me dijo adiós, ni se despidió. Entiendo que esté enfadado, así que voy a esperar a que se tranquilice un poco. Ahora no quiere verme, sino se hubiera quedado aquí.
- Arthit – la voz de la razón, llamado Knott, habló – entendemos ese punto de vista, pero Kong es atractivo, demasiado bueno y por todo lo que ha vivido, demasiado ingenuo. ¿Has pensado que sí dejas pasar mucho tiempo, Kong puede que se olvide de ti?
- Claro que lo he pensado, joder, no dejo de pensar de ello. Tengo los engranajes de la cabeza a dos mil revoluciones mientras me duele la cabeza. Pero he tomado una decisión.
*
Kong llegó a casa cansado. No había podido dormir por estar preocupado por Arthit. Tenía sentimientos muy confusos. No sabía que pensar, la cabeza le daba vueltas y quería vomitar. Entró en su casa y cuando estuvo en el baño se desnudó, se metió debajo de la ducha y empezó a llorar.
Diez minutos después, tumbado en la cama, solo pensaba en el mayor y en el momento en que se puso delante se su cuerpo para recibir las dos balas destinadas a él. Quería abrazar a Arthit, quería que le tocara el pelo y le acariciara la espalda mientras bajito, en susurros, le llamaba pequeño.
Pero por otro lado, Kong estaba enfadado con él, le había mentido. Le había dicho que no conocía a su mamá. Le había mentido sobre Krist. Se acordó de esa tarde en la cafetería y pensó que había sido un idiota.
Llamaron a la puerta.
Sin muchas ganas, Kong se levantó y fue hacia allí. Se sorprendió al ver a Tew. Lucía bastante nervioso y tenía cara de preocupación.
- Tío, ¿dónde te metiste? He estado verdaderamente preocupado - le reprochó cuando abrió la puerta.
- Me sentí mal unos días y fui con... - No se atrevía a nombrar a su mayor. Todavía no sabía como le debía llamar.
- ¡Oh! ¿Y tanto te costaba dejarme un mensaje diciendo que te encontrabas mal y te ibas a casa de tu novio? He venido aquí prácticamente todos los días para ver si estabas bien.
- Lo siento Tew. Pasa, no te quedes en la puerta.
Los ojos rojos y la falta de su característica sonrisa no pasaron desapercibido para Tew. Este se sentó en el sofá y Kong le siguió.
- ¿Quieres tomar algo? - preguntó Kong. Tew negó con la cabeza.
- ¿Has peleado con el señor Rojanapat?
Kong no levantó la vista del suelo, ni tampoco dijo nada. Solamente notó como sus ojos empezaban a aguarse otra vez. No quería pensar en su mayor, no debía, pero cada vez que cerraba los ojos una imagen distinta le volvía a la mente. Notó una mano acariciándole el pelo y recuerdos le empezaron a llegar. Cuando se encogió en el sofá, los brazos de Tew le rodearon con fuerza.
YOU ARE READING
El ladrón de arte
Fanfiction"Protege mi mayor obra de arte. Mi hijo. Nanong" Esa fue la última petición del señor Lee a su hijo Arthit. Él quería mucho a Nanong, le había enseñado a amar el arte y ha entenderlo de una forma diferente. Pero, ¿desde cuando tenía Nanong un hijo...