Capitulo 2

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Sin duda, últimamente no se pueden dar dos pasos en una reunión sin oír la expresión «mortalmente aburrido» o «espantosamente vulgar». Cressida Twombley comentó hace poco que perecería de aburrimiento si se veía obligada a asistir a una velada musical más. (Y esta cronista debe darle la razón)
Si ha de haber un antídoto para el tedio, sin duda será la fiesta en la casa Mellark, donde se celebrara el cumpleaños de la vizcondesa viuda.
Se considera grosería mencionar la edad de lady Mellark. Pero no temáis, ¡esta cronista lo sabe!

Revista Lady Whistledown,
9 de abril de 1824

«Solterona» era una palabra que tendía a provocar pánico o lástima, pero Katniss estaba llegando a comprender que había ventajas.

Primero, nadie esperaba que las solteronas bailaran en los bailes, lo cual significaba que ya no estaba obligada a mantenerse a la orilla simulando que no deseaba bailar. Ahora podía sentarse con las demás solteronas y señoras vigilantes. Todavía deseaba bailar, por supuesto, le gustaba y era muy buena para ello, pero era más fácil fingir desinterés estando lejos de la pista.

En segundo lugar, el número de horas que pasaba en conversaciones aburridas se había reducido. La señora Everdeen había renunciado a la esperanza de que ella  enganchara un marido, por lo tanto había dejado de ponerla en el camino de todos los solteros.

Y por último, podía volver a comer. Eso, pensó Katniss alegremente hincándole el diente a un delicioso pastelillo relleno con crema y chocolate, tenía que ser la principal ventaja de ser solterona.

-Cielo santo -gimió, pensando que si el pecado pudiera tomar forma sólida, seguro sería ese pastel.

-Está bueno, ¿eh?

Katniss se atragantó con el pastelillo al escuchar la voz a sus espaldas.

-¡Peeta!

-Katniss -dijo él, sonriendo-. Cuánto me alegra verte.

-Y a mí.

Él se balanceó sobre los talones.

-Te ves bien. Es bonito ese vestido -dijo, indicando su vestido de seda azul.

Ella sonrió tristemente.

-No es amarillo.

-No -él sonrió.

Era raro. Cualquiera diría que la lengua se le paralizaría cuando estaba en presencia del hombre al que amaba, pero Peeta tenía algo que le permitía a todo mundo sentirse cómodo.

-Dice Rue que lo has pasado en Chipre.

Él sonrió de oreja a oreja.
-No pude resistirme a visitar el lugar donde nació Afrodita.

Katniss sonrío también. El buen humor de él era contagioso.

-¿Es tan soleado como dice todo el mundo? -hizo un gesto con la mano- No, olvida la pregunta. Por tu cara ya veo que sí.

-Adquirí un buen bronceado -dijo él, asintiendo-. Mi madre casi se desmayó cuando me vio.

-De placer, no me cabe duda. Te echa terriblemente de menos cuando no estás.

Peeta se le acercó más.
-Vamos Kat, no comenzaras a regañarme ¿eh? Entre mi madre, Finnick, Rue y Daphne, me van a hacer morir de culpa.

-¿Marvel no? -no pudo evitar bromear.

Él la miró con una sonrisa satisfecha.
-Está fuera de la ciudad.

-Ah, bueno, eso explica.

Él entrecerró lo ojos y se acercó para hablarle cerca del oído.

Mi Eterno AmorWhere stories live. Discover now