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El sonido de interferencia sonaba fuertemente, los pecadores que vivían en esa zona sabían que cuando el señor Alastor estaba enojado, lo mejor era encerrarse y esperar a que el desastre no pasase por ahí. Ni un alma rondaba la las calles; solo se escuchaban unos zapatos que rondaban con tranquilidad por el centro de la calle, las vidas miraban con terror desde dentro de sus hogares, pues, cuando el demonio radio comenzaba a perseguir a alguien, esta persona no viviría para contarlo.

Seis pobres almas corrían buscando escondite, golpeaban puertas en busca de socorro, pero nadie estaba dispuesto a dar su vida por mercenarios, los habitantes no eran estúpidos, ellos sabían que ese pequeño grupo había sido enviado para iniciar una operativa de apropiación del distrito caníbal, simplemente estaban cosechando lo que sembraron; si querían hacer caer al Overlord de la radio, o eran imbéciles o suicidas, porque existen muy pocos seres capaces de hacerle frente a semejante monstruo.

Una a una las cabezas comenzaban a rodar por la avenida, el programa de radio estaba en su mayor apogeo, la radiodifusión de Alastor hacia mucho más sencillo el hecho de poder transmitir sus asesinatos y torturas. El público era reducido, pero fiel, todos sus queridos oyentes disfrutaban de un buen show, en donde las canciones emitidas, eran los bellos y escalofriantes gritos de desespero pidiendo piedad.

La desfigurada silueta avanzaba de forma casi etérea por el frio pavimento, las interferencias se escuchaban a metros desde la posición del demonio radio. Pocas eran las veces en las que alguien podía ver avanzar a este monstruo, normalmente se le representaba en forma poco "creíbles" para un experto en asesinatos. Sus enormes garras servían de apoyo, tal como si de patas se tratasen, su esquelético cuerpo aterraba incluso a los más experimentados, las astas sobre su cabeza ayudaban a esa impresionante y aterradora vista, su piernas traseras eran cambiadas por patas animales y a pesar de que su silueta en forma demoniaca era evidentemente la de un wendigo, nadie se atrevía a comentar nada sobre las transformaciones de este ser, porque además de ser un hombre con poca paciencia, sus palabras eran acidas y venenosas, eso en parte lo convertía en un hombre desagradable para quienes conociesen su "verdadera" cara, pero por otra parte, tendía a ser un caballero con buen léxico y muy proactivo, siempre y cuando no fuesen irrespetuosos o vulgares ante su presencia.

No encontraba las respuestas que quería y eso lo exasperaba un poco, ninguno de los imbéciles que había matado hasta ahora, le decían por qué se encontraban ahí, estaba sumamente irritado y angustiado, ¿la razón?, Simple, cierta semi diosa se encontraba (por lo que el sabia) en una tarea donde debían descubrir, infiltrarse y destruir, él sabía que ella no estaría en un real peligro, pero tampoco era un inconsciente y reconocía bien que ella, a pesar de ser poderosa, no estaba acostumbrada a las peleas de ese estilo, él sabía que aunque ella contase con todo el poder que le correspondía, ella no conocía muchas de las tecnologías actuales y eso la ponía en desventaja. Esa clase de pensamientos rondaba constantemente por su cabeza y no lo dejaban pensar con claridad, y debía agregar el hecho de que hace un buen rato ya lleva sintiendo esa sensación, adrenalínica que solo significaba que ella ya había avanzado en algo dentro de la búsqueda y probablemente está metida en algún tipo de pelea.

Mentiría si dijera que simplemente quería ir por el hecho de que había una compañera en peligro, él sabía que en realidad no la conocía de hace nada y ya se había convertido en algo importante dentro de su vida, le enojaba saber que se volvía débil y que actualmente estaba recibiendo una cucharada de su propia medicina, el afecto volvía débiles a las personas y él sabía que no podría volver a ser como antes ahora que conoció algo que le devolvió el palpito al inerte corazón. Que recuerde nunca sintió ese cariño, pero incluso los monstruos pueden enamorarse... solo que de la manera en que ambos la interpretaban los iba a terminar llevando a un círculo vicioso donde los únicos que saldrían heridos serian ellos mismos. Él no sabía cómo actuar, no sabía cómo sentir, pero no era su culpa, una vida llena de abuso y dolor a veces podían dejar mal de la cabeza a muchos, simplemente al final del día terminaba siendo un pequeño cervatillo aterrado en mitad de la nada... aterrado de salir dañado nuevamente, aterrado de volver a sentir dolor, porque por alguna razón sabía que las heridas mentales no se podían comparar con las costillas rotas.

A través del tiempo/ Alastor x LectoraWhere stories live. Discover now