2

12 1 3
                                    

La empuje con todas mis fuerzas haciéndola chocar contra la puerta del closet, -Para.- Su mirada me asustaba me veía tan seria pero tan herida a la misma ves, -Si insistes.- Abrió la puerta como si no pasó nada, tomo su lápiz y anotaciones y continuó midiendo ella sola. Quede sorprendida a su rápido cambio de actitud, y no podía dejar de pensar de sus manos en mi cuello y cara, no era algo que me atraerá, pero algo dentro de mi quería que ese momento se repitiera otra vez.

Después del encuentro, subí a mi cuarto a leer un poco, despejar mi mente, de Raven, la escuela, y mi padre.

Después de un par de minutos mi madre toca mi puerta y entra con una gran sonrisa. -Cam, ¿que te parece el rojo para la cocina? Rojo, como la sangre de aquella noche, mi padre tirado en la cocina, justamente en la cocina, la bala que cruzó su frente, la frente que alguna vez bese, su cuerpo apuñalado, el mismo que algún día abrace.

-No, otro color por favor, ¿tal vez verde?- El color favorito de mi padre. La mirada de mi madre cambió, igual que yo ella recordó, la tristeza invadiendo sus ojos, me dolía ver a mi madre así.
-Por supuesto hija, ¿porque subiste? Me había olvidado que Raven seguía abajo, -Le diré a Raven que suba, te caería bien un poco de compañía.- Oh por Dios no, Raven otra vez no. -¡Madre no! Estoy bien te lo prometo.- Ella me dio una sonrisa de reojo, sabía que la iba a llamar.

Momentos después escucho los pasos aproximándose a mi puerta, dos golpes secos, -Pase.-
Nada sucede, ningún sonido, -¡Pase!- No pasa nada, decido abrir la puerta yo misma, al abrir la puerta puedo ver a Raven recostada en la pared del pasillo.
-No quería pasar.- dice penosamente, -Pero te dije que pasarás.- me parecía respetuoso de su parte, tal vez ya entendió que me molestaba cuando se acercaba mucho, -Aun así, prefiero que me abras antes de yo pasar.- Me parecía raro de ella, no era una persona que esperara que le abrieran la puerta.

-Pues adelante...- Silenciosamente pasó a mi cuarto, yo después de ella, se mantuvo parada en la esquina de aquella habitación, sus ojos recorriendo mis paredes, mi cama, mi piso. Era una presencia intrigante, misteriosa, mística, peligrosa, pero jamás sentí miedo, no me haría nada.

Paso el tiempo, el silencio atormentaba, y ella no hacía nada, seguía parada, observándome ahora a mi, no se cuanto tiempo había pasado ya, pero era incómodo. Decidí romper el silencio -¿Y desde hace cuanto te dedicas a diseñar?- Asintió, -No desde hace mucho, solo acompañó a mi madre, por su seguridad.- Asentí, -Interesante.- mis palabras cortantes y secas, ¿que le podría decir? -¿Sabes algo?- ¿Que podría saber? -No.- se carcajeo, su mirada volviendo a mi -Eres como un ángel arrojado del espacio, no puedes evitar a ser diferente, todos somos diferentes, pero hay algo de ti que es inusual, algo que no muchos notan, o que no dejas ver, y me alegro que tengo la dicha de poder notarlo.- Tenia razón, pensaba que yo podía leer a las personas, pero ella era mucho mejor, una parte de mi se alegró al saber que alguien podía ver quien realmente era, ¿Pero seria ella la persona a la que podría confiarle mi verdad? ¿Tendría yo la certeza de que no se aprovecharía de mi y mis sentimientos?... Muchas preguntas con tan pocas respuestas, muchos pensamientos con tan poco espacio en la cabeza.

-¡Raven! Hora de irnos.- Susan grito, -Aunque creas que puedes intentar ser normal, no lo eres, nunca lo has sido, tus trucos pueden funcionar con mucha gente, pero conmigo no.- Me dio una pequeña sonrisa, y se despidió. No sabía que decir ni pensar, me dijo mucho, más de lo que debería saber, y eso me aterraba, dándome mas ganas de verla otra vez.

Y así es como comienza, me di cuenta que tu eras mi siempre, y yo tu una vez.

¡Capitulo corto! Pero deja mucho de que pensar.

No busques algo que no explicara, comienza con aquello que algo dejará.
-Victoria Monse

Por favor, quédate Where stories live. Discover now