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Segundo día en la academia Oak Hills, admitiré que estaba un poco nerviosa, no quería que pasara el incidente de ayer o algo peor.

Al llegar las miradas cayeron en mi, me mantuve firme, y me senté en la misma silla de ayer, no pude ver a Raven por ningún lado, ni a sus guardaespaldas. Saque un libro y comencé a leer.

-¿Cuando me alcances? Un clásico, gran final, las pistas que deja el señor misterioso, son clave para entender el final del libro.- Raven apareció detrás de mi, sentándose en la silla frente a mi. -¿Porque el señor misterioso dejaría pistas en el primer lugar? ¿Cómo sabía que Miranda era la indicada para confiar algo tan valioso como su vida?- Decidí seguir su juego -Aveces todo pasa por algo, las acciones de algunos conllevan a algo más grande, en este caso no es coincidencia que el hombre sonriente viva justo en la esquina del edificio de Miranda, y que Marcus fue el que golpeó a Sal.- Su perspectiva era válida, la hacía ver mucho más interesante de lo que era, lee entre las líneas, algo que no me sorprende. -En fin, te dejo, supongo que querrás terminar tu libro.- Se paro y se fue sin preocupación. Sus dos guardaespaldas detrás de ella, por supuesto.

Clase de Matemáticas, una chica morena sentada al frente de mi, me pasa un papelillo doblado al punto de verse como un trozo de chicle. Extrañada lo abro, "Hola, eres nueva verdad? Ahorita digamos que no podemos hablar, pero después de clases podemos ir a la cafetería y te cuento de la escuela :)"  Voltea para darme una pequeña sonrisa y estira su mano para apretarla con la mía. Su sonrisa es espectacular, y sus ojos café como un mar de miel, apretamos manos, le doy una pequeña sonrisa, y dejó mis ojos caer en mi libro otra vez. ¿Quien era ella? Realmente no me importa quien era, solo me alegraba volver a tener contacto real con alguien.

Suena la campana, recogemos nuestros libros y marchamos hacia la salida, esperé a que la chica terminara de recoger sus libros -Perdona, soy un desastre, apenas se donde tengo la cabeza.- Me dijo con una gran sonrisa, -No te preocupes.- reí -Ni te imaginas lo desordenada que puedo llegar a ser.- Ella se carcajeó -No me presenté, soy Macarena.-
-¡Mucho gusto Macarena! Yo soy Camille, Camille DeRose, hoy es mi segundo día aquí.- Abrió su boca sorprendida haciendo una cara chistosa -Ayer no estuve aquí, pero si hubiese estado ya te hubiera hablado, supongo que no conoces a nadie, ¿no?- Raven -Pues ayer tuve un episodio, con alguien que al parecer es muy popular.- No pasó ni un segundo para que ella respondiera -¿Raven? ¿Raven Crawford?- Estaba sorprendida, -Eh.. Si.- Torció sus ojos -Me lo esperaba, pero un poco sorprendente, Raven no le habla a todo el mundo, lo que significa que le atraes.- Me sonroje, Raven era una persona impertinente, no me caía bien, pero algo dentro de ella hacía que mi corazón desesperadamente la quisiera.

Salimos del aula, y nos dirigimos al cafetín del otro día.

-Bueno, ya que te considero una amiga, ¡estás invitada a mi fiesta de cumpleaños!- La euforia domino mi cuerpo, no podía creer que tenía una amiga, y que ya estaba invitada a una fiesta. Macarena es el tipo de persona que daría la vida por ti, que aunque estes pasando uno de tus peores días, te saca una sonrisa. -¡Pues obviamente iré!- Me carcajeé, -Esplendido, dame tu número y te mando la dirección de mi casa.- No me podía cansar de ver su sonrisa, sus dientes perfectos blancos y radiantes, sus labios gruesos y jugosos, su cara en forma de corazón, su nariz afinada y pequeña, su pelo miel con forma de churros, era perfecta, era el sol en una persona.

Me sentí viva, no tenía ningún pensamiento malo, solo reía, y no podía dejar de pensar que el sufrimiento se acababa, solo tenía que mantenerme fuerte, y seguir dando lo mejor de mi. Cada una tomó su camino a casa, nos despedimos con una gran sonrisa y te juro que las ansias de las dos para poder vernos otra vez eran inevitables.

-¡Mama! Ya llegue.- Dije dejando caer mi mochila y mis llaves, -¡Cam, por acá en la cocina!- Habían brochas, galones de pintura, madera, polvo, por doquier, la remodelación había comenzado. -¿Como te ha ido hoy? Pregunto, -Bien, conocí a una chica y salí a comer con ella, digamos que nos consideramos amigas.- Me miro de reojo -¿Estas segura? ¿Solo amigas? Sabes que ya puedes decirme si te gusta alguien, creo que ya habíamos superado la etapa del closet ¿no?- Reí, -Claro que es solo mi amiga, ella ni siquiera está cerca de mi tipo.- Volvió a darme esa mirada, -Eso espero...- estaba cansada y lo único que quería era dormir. -Ma, estoy cansada, y no tengo hambre, mañana tengo que levantarme temprano y prefiero acostarme ya.- Una vibración en mi bolsillo, saque mi teléfono "Holaaaaaaaa :), Soy Macarena obviamente jajaja. Esta es la dirección, es el sábado, ¡espero verte!" Sonreí -Esta bien ve a descansar, y no me convences con esa sonrisota que traes ¿eh?- Le di un beso y me dirigí a mi habitación.

A mitad de la noche desperté por una pesadilla, mi padre... No podía sacarme esa imagen de mi cabeza, por mas que intentara, por todos los sicólogos que visitara, no se iba. Revise la hora en mi teléfono, mis persianas entre abiertas dejaban que la luz de la luna iluminara mi habitación levemente, al voltearme para intentar dormirme otra vez, escucho algo chocar contra mi ventana, mi corazón se aceleró, tal vez solo fue una rama de un árbol, o un gato, otra vez, y otra vez, y otra vez. Decidí pararme para investigar que causaba el sonido, al abrir mi persiana noté la silueta oscura, continuaba a tirar rocas de mi jardín, traía una capucha puesta lo que había mucho más difícil distinguir su rostro. La persona notó que habían ganado mi atención, se quitó la capucha, y ahí estaba otra vez. Raven.

Por favor, quédate Where stories live. Discover now