Capítulo 1

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Severus Snape caminaba tranquilo, feliz de la vida, no todos los días se podía humillar a su peor enemigo, en algo él era mejor que James Potter, y eso era en pociones, por eso cuándo el profesor le preguntó el antídoto para el envenenamiento y no supo que contestar, aprovechó esa oportunidad y con la sonrisa más arrogante que tenía contestó a la pregunta, no sin antes dejar caer un comentario ácido sobre la inteligencia de su compañero, claro que se ganó unas cuantas malas miradas de los amigos de él y la novia, o sea su ex amiga Lily Evans, pero no le importó, ya que sus amigos y compañeros de casa le aplaudieron, era bueno desquitarse de vez en cuándo de lo malo que Potter le ha hecho.
Iba con una sonrisa de oreja a oreja perdido en sus pensamientos, cuando una mano lo jaló y lo metió bruscamente en un aula en desuso.
—¿Qué demonios…—, empezó a decir él.
—¿Asustado Snape?— dijo la persona que menos quería ver en ese momento.
—Ni en tus mejores sueños, Potter— dijo con una voz cargada de odio, como cada vez que lo veía.
—¿Porque no será que no te creo?— preguntó con ironía el de lentes.
—Ese es problema tuyo imbécil, ¿Y ese milagro de qué estás solo, y no con los lambezuelas de tus amigos?.
—Cállate Snape, no estoy de humor.
—Preguntame si me importa.
—No me busques quejicus, estoy tentado en hechizarte.
—No sé si eres bruto de nacimiento, pero ya te he dicho que no te tengo miedo, además tú fuiste el que me buscó, ¿No?, así que deja de hacer perder mi tiempo, tengo mejores cosas que hacer, que ver tu horrorosa cara—. Dijo con un tono que no permitía réplicas.
Snape ya quería irse, no se sentía cómodo, y menos si todo el tiempo desde que entraron en el aula, James no lo había dejado de acorralarlo en la pared.
—¿Si?, ¿Y que vas a hacer?, ¿Hacer de putica para las serpientes?—. Dijo con tono burlón.
—No es tu maldito asunto, dime lo querías decirme, entre más rápido mejor, así podre vomitar, tu presencia me causa asco.
James se enfureció, no le gustó nadita que Severus le contestará de esa forma, pero había algo en el fondo que lo excitaba en sobremanera, el como no se dejaba doblegar tan fácilmente, eso hacía que la bestia en su interior se desatara, su instinto animal se hiciera presente, y quisiera dominarlo, así que dejándose llevar tomó de la nuca al contrario y lo besó, no era un beso con ternura ni delicadeza, era un beso bestial, exigente, primitivo, donde expresaba y sacaba toda su fiereza.
Severus al principio estaba sorprendido, la persona que ha hecho su vida un calvario, ahora lo estaba besando como si no hubiera un mañana, y él estaba correspondiendo, desde el momento en que James unió sus labios, su parte racional se había ido de parranda, ya que ahí estaba entregándose a ese beso, como una chiquilla enamorada, una vocecita gritaba que lo golpeara en la entrepierna y saliera corriendo, pero otra decía que no importaba, que lo besara, ya habría tiempo para arrepentirse luego, y en esa niebla de deseo, le hizo caso a la segunda voz, lo besó, y empezó a gemir cuando el contrario le dejaba besos en el cuello, y masajeaba sus glúteos, haciéndolo suspirar de placer.
Al rato ambos pareció llegarles la razón y la lógica de golpe, dándose cuenta de donde estaban y en compañía de quién se separaron como si el contacto del otro quemara horriblemente, y antes de que Severus dijera algo, James se le adelantó.
—Sólo vine a advertirte de que no te metas conmigo quejicus, porque te vas a arrepentir.
Y con eso se fue, dejando al otro pensando en que demonios había acabado de pasar.

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