El ocaso y la melancolía

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Narra Thranduil:

Había vuelto a escabullirse, escabullirse como el agua, como la arena, como la caricia del viento cada tarde en que recorría a galope el bosque con la esperanza de encontrarte.

Emisarios volvían sin noticia alguna, las visiones solo mostraban troncos y liebres, pero nada que pudiera decirme en donde buscar. Esta vez no te culpaba, esta vez debí ser yo quien se interpusiera entre nuestro amor y el consejo, pero me amabas tanto que jamás lo permitirías.

Otro día comenzaba a despedirse, era mi momento de quitar mi corona y cabalgar anónimo por el páramo en busca de cualquier pista que te trajera a casa. No quería aceptarlo, pero luego de tanto tiempo buscándote, mi alma comenzaba a perder las esperanzas de encontrarte, más no las ganas de querer saber de ti.

Dolía recordar aquella mañana en la que simplemente el sol salió para el mundo, pero para mí fue el más nublado y negro de todos.

Acariciaba el anillo que dejaste sobre la almohada, usaba como prendedor una de tus orquídeas de cristal y me gustaba pensar que así podía tenerte siquiera un poco cerca.

Eras y seguía siendo la razón de mis desvelos cada noche, solo que ahora no se debían a charlas interminables, a festines de alcoba o placeres mundanos; Ahora todo lo que alguna vez fue felicidad, estaba lleno de melancolía y oscuridad.

La puesta de sol estaba en su punto más mágico, ese momento en que la paleta de colores se deja ver en su mayor expresión y belleza.

-Si tan solo pudiera acariciarte una vez más-

¿Pensarás en mí? Me cuestionaba mientras la brisa despeinaba mi cabello, procuraba darle especial atención, algunos dicen que si escuchas los suficiente, el viento susurra respuestas a los pedidos más desesperados y yo Gilliel, lo estoy.

Como las demás, mis manos volvían vacías una vez más y otra infructuosa búsqueda me traía de nuevo a la cena del bosque en busca de alguna distracción la cual me impidiera la tentadora idea de sentarme en el trono por siempre en busca trascender en figura de mármol.

-¿Mi señor?- Elay interrumpida el silencio mientras removía la montura a Alassie.

-Habla- Solté sin demasiada interés.

-El consejo propuso una cena privada para esta noche, hay asuntos que discutir. Me han pedido que le informe sobre ello -

A mi pesar, solo asentí con molestia y continúe mi camino al palacio, no sin antes despedirme con cariño del ejemplar blanco, podría perderme en la pureza de los ojos de ese animal, dichoso era de poder montarle pero inclusive él notaba la ausencia de su ama.

Ni siquiera mis mundanos placeres me hacían gracia alguna mientras observaba apoyado en el frío mármol una pieza de joyería nueva, mantenía mis ojos perdidos a través del cristal en aquella ventana que de tanto fue testigo, no quería ver el agua fluir, el ruiseñor cantar, el sol inmiscuirse en mi rostro, te quería a ti; besando mi ser como la corriente acaricia las rocas, quería tu voz y tus historias, tú canto y tú mirada, la caída de tu cabello como el sol de cada mañana que había olvidado ya su calidez.

La hora de la cena había llegado, procure lucir un poco más presentable de lo usual pues se trataba del consejo, no había descuidado mis deberes reales, pero de todas maneras, estaba curioso por el asunto a tratar conmigo.

Seguía manteniendo recelo sobre aquellas personas, motivo por el cual se podía notar su incomodidad cuando ingresé a tomar mi lugar en la cabecera del salón. Esos elfos me habían arrebatado todo, me habían dejado vacío, me lo habían quitado sin piedad y consideración, pero no les daría el gusto se ser estúpido y dejarme guiar por los hechos, sería concederles una victoria que no tendrían el gusto se gozar.

- Buenas noches - saludé por absoluto compromiso.

Ellos asintieron, particularmente me sentí confuso en la presencia de Elay en la mesa, pero podría ser que estuviera limpiando los pies correctos en pos de ascender entre las filas de elfos.

- Mi señor, Radagast se presentó durante su ausencia en las inmediaciones del palacio - No entendía aún a que iba todo eso, el espíritu del bosque rara vez se aparecía por allí, no que tuvieran algún conflicto en particular, pero ciertamente diferencias.

-¿De nuevo las liebres?- comenté al recordar cierta vez donde nuestros caballos habían interrumpido en el territorio de los animales, un gran escándalo se desató, pero finalmente aceptamos modificar los lugares de descanso de ellos.

- Es sobre la señora Gilliel, él dice que esta bien, que la ha visitado todo este tiempo - comenzó a relatar mientras escuchaba cada palabra con atención y el continuó - Elay lo recibió, el nos dijo y decidimos hacer esta pequeña reunión para unir fuerzas en la búsqueda de la señora -

Elay sabía que había noticias y aún así no dijo nada, mintió sobre ignorar los motivos de la cena ¿Por qué haría eso? Confundido dirigí mi mirada al elfo quien no sorpresivamente, estaba de cabeza gacha y mirada furiosa.

No era momento de pensar en ello, eran noticias de su amada en meses y eso era lo importante. Trate de inmiscuirme entre los detalles, pero no había mucho más que pudiera servir de ilusión a mi corazón.

Luego de terminada la cena se había conformado una orden para organizar búsquedas en los terrenos aledaños al bosque, luego otros grupos viajarían distancias más alejadas y simplemente lo mantendrían hasta encontrarla.

Desconocía la motivación detrás de tal muestra repentina de amabilidad, pero algo me decía que con razón, se sentían responsables de su desaparición y más si a esta le sucedía algo, cosa en la que no quería ni pensar.

Ellos habían echo sus propuestas, pero ahora era mi turno de hacer averiguaciones con el espíritu del bosque, luego de varias visiones sobre Gilliel, el único patrón reiterativo era madera seca y liebres, pero aunque aquello describiría fácilmente todo el bosque negro, ahora que Radagast había ingresado en la historia, aquello lucia con mucha más coherencia.

¿Será que estoy cerca de encontrarte amor?

Mi corazón ya no soporta más esto, Gilliel por favor te ruego, vuelve a mi.

- Mi amor, dame el tiempo -

Escuché un susurro conocido, pero quizá mi endereza me jugaba una mala pasada, no podía ser, mi mente imaginaba cosas.

PerfumeWhere stories live. Discover now