V

443 64 0
                                    

Al día siguiente, a primera hora Dante se presentó en la Casa Grande listo para hablar con el maestro Quirón y el señor D – Hola Damián – dijo el dios en cuanto entró a la habitación.

- Dante... - murmuró el chico molesto. Le molestaba profundamente este comportamiento del dios, de hacer como que no conocía a los campistas, a pesar de que conocía a alguno de ellos desde hacía años.

- Sí, sí. Lo que sea. Siéntate – dijo el dios. Dante se sentó enfrente de la mesa del director del campamento de brazos cruzados. Este levantó la mano con aire solemne haciendo aparecer una copa de vino.

- Esto señor... - dijo Quirón.

- Ya, ya lo sé – dijo el dios convirtiendo la bebida en coca-cola - ¿Qué haces aquí? –

- Usted me llamó...

- ¿Yo te llamé? – preguntó el director. 

Dante levantó la ceja mientras miraba al maestro Quirón de reojo - Señor D. El chico esta aquí por la misión – 

- Pensaba que los que iban a recuperar el juguetito de Zeus ya se habían ido – dijo el dios.

Quirón carraspeó - Y lo han hecho. Dante está aquí por la otra misión – dijo.

- ¿Qué otra misión? – preguntó el señor D.

- Ya sabe señor... La otra misión.

- Aaaa... Esa misión. Sí, claro – dijo el dios – Damián. Estas aquí por una importante misión. La misión es... - dijo mirando a Quirón.

- La misión consiste en revisar una sospechosa cantidad de monstruos en la zona de Florida.

- ¿Solo eso? ¿Qué ocurre? – preguntó Dante. No entendía porque organizaban toda una misión solo porque hay un par de monstruos de más.

- ¿Te parece poca misión? – preguntó el señor D.

- No señor. Es solo que no entiendo por qué organizan una misión solo por unos monstruos de más – dijo Dante – Normalmente los dejamos en paz. No dañan a los humanos –

- Deja de hacer tantas preguntas – dijo el dios – Se te ha encomendado una misión. Cúmplela –

- Sí señor – dijo Dante, agachando la cabeza.

- Sube a hablar con el Oráculo. Te daremos más detalles una vez bajes – dijo Quirón. Hay algo que no me están contando, pensó Dante mientras subía las escaleras camino al desván donde se encontraba el Oráculo.

Cuatro pisos más arriba, las escaleras terminaban debajo de una trampilla verde, tiró de la cuerda. La portezuela se abrió, y de ella bajó una escalera traqueteando. El cálido aire que llegaba de arriba olía a moho, madera podrida y algo más... Olor a serpientes.

El ático estaba lleno de trastos viejos de héroes griegos: armaduras cubiertas de telarañas; escudos antaño relucientes y ahora manchados de orín; baúles viejos de cuero con pegatinas en las que se leía: «ÍTACA», «ISLA DE CIRCE» y «PAÍS DE LAS AMAZONAS». Había una mesa larga atestada de tarros con cosas encurtidas: garras peludas troceadas, enormes ojos amarillos, distintas partes de monstruo. En la pared destacaba un trofeo polvoriento; parecía la cabeza gigante de una serpiente, pero tenía cuernos y una fila entera de dientes de tiburón. En la placa ponía: «CABEZA N.° 1 DE LA HIDRA, WOODSTOCK, NY, 1969».

Dante caminó hasta llegar a donde estaba la momia del oráculo. Se sentó delante de esta – Hola. Vengo a por mí profecía – dijo con calma. No era la primera vez que subía a por una profecía, así que no se sorprendió cuando de la boca de la momia salió una especie de humo verde y tomó la forma de una mujer.

ARES #1 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora