EPÍLOGO

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- ¿Qué demonios le pasa a este tipo? - preguntó Dante. Cumpliendo su promesa había vuelto a la gasolinera donde trabajaba Michael. Y para variar, el sátiro estaba durmiendo sobre el mostrador - Michael... Despierta -

- ¿Eh? Mamá déjame dormir...

- No voy a volver a pasar por esto... - murmuró Dante mientras cogía una botella de agua que vacío sobre la cabeza del chico.

- ¿Qué pasa? - dijo Michael, despertándose de golpe - Dante... ¿eres tú? -

- No, soy un cíclope devorador de sátiros - respondió él con seriedad - Claro que soy yo -

- Dioses, no puedo creer que estés aquí - dijo el chico emocionado - ¿Qué tal tu misión? ¿La completaste? -

- Sí, sí. Ya está todo solucionado.

- Entonces... ¿Qué haces aquí? - preguntó Michael.

- Te dije que volvería para quitarte esa estúpida marca - respondió Dante, sacando sus dagas.

- ¿Cómo vas a hacerlo? - preguntó nervioso el sátiro al ver el filo de estas.

En respuesta Dante se concentró e hizo que apareciesen llamas sobre el filo de sus armas. No era nada comparado con las llamas que había usado contra aquellos misteriosos semidioses en Orlando. Pero estaba seguro que sería suficiente para lo que iba a hacer - Con el fuego de estas dagas puedo borrar esa marca -

- ¿Estás seguro? - preguntó Michael asustado.

- Sí... Bueno, estoy al 80% seguro. Incluso un 90%.

- No suenas muy seguro... - contestó Michael alejándose de él.

- ¿Prefieres quedarte aquí para el resto de tu vida? - le dijo Dante - Además, ¿qué es lo peor que podría pasarte? -

- Que me quemes vivo - respondió el sátiro.

- Es una posibilidad muy remota. Además, si te quemo vivo seguro que estarías delicioso - dijo Dante. En respuesta Michael empezó a alejarse lentamente - ¿A dónde crees que vas? -

- Es que se me ha olvidado una cosa en la trastienda - contestó el otro asustado - En seguida vuelvo, tú espérame aquí -

- No huyas cabrita - dijo Dante con voz tenebrosa. Michael echó a correr pero Dante le atrapó enseguida - Cuanto más te muevas más peligroso será... -

- ¡No quiero morir! - gritó Michael asustado.

- No vas a morir si te quedas quietecito - respondió él. Dante usó su fuerza divina para someter al chico y alzó las dagas, realizando un corte precisó a la altura del pecho del satiro.

- ¡Nooooo! - gritó Michael tirándose al suelo - Espera... Estoy vivo -

- Claro que estás vivo - respondió el otro guardando sus dagas - Levántate la camiseta -

Michael le miró sorprendido y después se quitó la camiseta. La marca del sirviente estaban rotas, la cadena que la representaba esta estaba cortada por la mitad y empezaba a desvanecerse - ¿Cómo es posible...? - preguntó Michael sin poder creer lo que veían sus ojos.

- La verdad es que no estoy del todo seguro - respondió Dante mientras se rascaba la cabeza - Sabía que estas dagas eran especiales... Aunque tampoco tenía ni idea de si iba a funcionar -

- ¿Me has usado de práctica? - preguntó Michael, haciéndose el ofendido.

- Que puedo decir, me gusta la experimentación - contestó el hijo de Ares mientras alzaba los hombros.

- Bueno... ¿Y ahora qué?

- ¿Ahora? Ahora puedes hacer lo que quieras. Eres libre - dijo Dante con una sonrisa mientras salía de la gasolinera.

ARES #1 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora