VII

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- ¿Bienvenidos a Nuvae Jyrese? – leyó Dante extrañado.

- Bienvenidos a Nueva Jersey – volvió a leer Helena con dificultad. Por supuesto, como la mayoría de semidioses Dante y Helena padecían de dislexia. Sumado a esto Dante sufría de un trastorno por déficit de atención y un trastorno de hipervigilancia, lo que hacía que en general su vida fuera muy... intensa.

Después de la despedida del mensajero de Euro los chicos se adentraron en el estado de Nueva Jersey, siguiendo con su misión. Dante sacó un mapa que había conseguido en el campamento y lo desplegó sobre la mesa de picnic donde estaban merendando – De acuerdo. Estamos aquí – dijo señalando la frontera del estado.

- Si tenemos que ir a Florida... La siguiente ciudad por la que tendríamos que pasar sería Filadelfia – dijo marcando la ciudad – Pero no nos queda suficiente gasolina para llegar allí. Y ya casi es de noche... -

- No creo que sea buena idea movernos de noche. Si nos atacan no los veremos venir... - contestó él – Además, ya no tenemos la protección del viento del este... -

- Sigamos conduciendo hasta la primera zona de descanso que encontremos. Allí podremos descansar y repostar – propuso la chica.

De golpe el sonido de ramas rompiéndose llamó la atención de los chicos. Ambos miraron hacia la oscuridad del bosque intentando ver quién o que había provocado ese ruido – Ve a la moto... - dijo Dante mientras sacaba sus armas. Helena fue hacia la moto mientras él continuaba escrutando la oscuridad. De esta surgieron un par de ojos amarillentos que les miraban de forma hipnótica.

Un par de metros detrás Dante escuchó la cuerda del arco de Helena tensarse, lista para disparar - ¿Qué es? – preguntó la chica mientras una gota de sudor caía por su rostro.

- No lo sé... - reconoció. La criatura iba acercándose cada vez más, de repente detrás del primer par de ojos surgieron otros dos que les miraban. Son dos, pensó Dante. De golpe la primera de las dos criaturas salió de la oscuridad con gran velocidad, lanzándose contra el chico. Este levantó el escudo justo cuando la criatura se iba a estrellar contra él. Sin embargo por el lado la otra criatura le atacó, por lo que Dante se vio obligado a retroceder.

Entonces lo vio, no eran dos monstruos. Era una única serpiente verde de unos tres metros de longitud y con una cabeza en cada extremo de su cuerpo – Una Anfisbena – dijo Helena mientras disparaba flechas.

Mentalmente intentó repasar los cientos de mitos que conocía pero en ninguno se mencionaba una criatura como esta – Justifica tu respuesta... – le pidió a la chica.

- La Anfisbena es un monstruo con cuerpo de serpiente pero con una cabeza en cada extremo de su cuerpo. Había nacido de la sangre que goteó de la cabeza de la Gorgona Medusa cuando Perseo voló sobre el desierto libio con ella en su mano. El ejército de Catón la halló entonces en su marcha junto con otras serpientes. La Anfisbena se alimentaba de los cadáveres que quedaban atrás – explicó Helena. La chica siguió disparando flechas pero a pesar de ser un reptil la criatura las esquivó todas reptando esta vez hacia ella. La criatura se lanzó a por Helena, justo cuando esta tropezó al esquivar los ataques, pero Dante fue más rápido y antes de que la criatura alcanzase a la chica cortó al animal en dos, haciendo que ambas mitades cayeron al suelo muertas.

- ¿Estás bien? – preguntó ayudandola a levantarse.

- Sí, gracias... - dijo ella al levantarse pero fue interrumpida por un sonido detrás de ellos. Los sentidos de Dante se activaron y se giró rápidamente, golpeando con el escudo al monstruo que al parecer no estaba tan muerto como pensaban.

- Se ha curado... - murmuró Dante molesto al ver como las dos mitades del monstruo habían vuelto a unirse – No sabía que se podía curar... ¿Cómo la matamos? –

ARES #1 // DIOSES DEL OLIMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora