Infinita Necesidad De No Perder La Esperanza (Oneshots)

Un San Valentín Inolvidable (Frerard)

Era sábado y Frank se encontraba sobre la pila de papeles arrugados y viejos de su habitación, que cada cierto tiempo eran lanzados de un lado a otro con violencia y desesperación, necesitaba una idea brillante y su mente parecía no querer formular ninguna.

— ¡Diablos! —Gritó lleno de frustración, dejándose caer de espaldas al suelo, sobre las bolas de papel, y hojas rotas y arrugadas.

Llevó su mano derecha a su cabello, desordenándolo con desesperación, realmente necesitaba una idea, algo que lo hiciera compensar dos años de celebraciones fallidas. Porque sí Frank Iero era un insensible en cuanto a romance y detalles de ese tipo, todo lo contrario a su amado, mientras Gerard era romántico, apasionado, sensible y detallista, Frank solía olvidar las fechas importantes y ahorrarse los cumplidos cursis, y no es que no amara a Way, solo que no era bueno demostrándolo.

Se puso de pie y camino en dirección al armario, abriéndose paso entre su tiradero con la punta del pie, sacó su guitarra acústica y la colocó sobre sus hombros, intentando así obtener la inspiración que le hacía falta, miró su desorden por un rato intentando buscar en este la solución de sus problemas pero no consiguió nada.

Solo faltaban tres días para San Valentín y seguía sin tener idea de que detalle romántico debía darle a su novio, durante los dos años que llevaban juntos, Frank nunca se había preocupado por darle detalles a Gerard o hacer cosas dulces para él, pero desde un tiempo atrás su novio había comenzado a reprocharle su falta de romanticismo, distanciándose de él. Y es que sería mentir decir que su relación no se basaba principalmente en una sola cosa; el sexo. El joven avellana podía aparentar no tener sentimientos pero realmente amaba a Gerard y la única manera en la que lo demostraba era cuando tenían sexo, si estaban felices tenían sexo, si algo bueno ocurría tenían sexo para festejarlo, si estaban molestos con el mundo tenían sexo para aliviar la tensión y si discutían tenían sexo para reconciliarse, su relación se basaba principalmente en sexo y si no fuera porque Frank era bueno en ello y Gerard era el ninfómano de la relación probablemente su relación habría fracaso en las primeras dos semana. Pero a pesar de todo se amaban.

Atrapado por la desesperación pateó lejos las hojas regadas en piso de su habitación, su plan original era escribirle una canción a su novio, pero la noche había caído ya, y por lo visto sus nervios y la falta de ánimo habían secado su imaginación y no tenía la más mínima idea de cómo expresarse a través de rimas y acordes, se sacó la guitarra de los hombros y la dejo en el suelo con cuidado, se quitó los zapatos y la camiseta, y simplemente se metió a la cama esperando que Morfeo lo atrapase entre sus brazos y le diera la paz que necesitaba para pensar.

Entre sueños, visualizó aquella noche en la que vio por primera vez a su amado de ojos esmeralda, esa noche había salido de fiesta ―obligado― con su mejor amigo Bob, pero tan pronto como habían llegado al dichoso lugar, su amigo había desaparecido entre la multitud, dejándolo solo con su amargura, porque eso era lo que era un amargado, después de buscar inútilmente a Bob entre la gente, había decidido darse por vencido y regresar solo a casa, pero fue entonces cuando lo vio, ahí estaba él, sentado en una de las sillas del patio trasero, con el cabello rojo eléctrico revuelto sobre su cabeza, su blanquecida piel se veía aún más pálida gracias a la tenue luz que brindaba la luna, sus profundos ojos esmeralda permanecían cerrados y entre sus carnosos y rosados labios se hallaba un cigarrillo. Su aspecto era despreocupado ni siquiera se había percatado de la presencia de Frank, hasta que este tropezó con algo, llamando instintivamente la atención de Gerard, fue el pelirrojo quien inicio la conversación y quien lo convenció de que se quedara en aquella ruidosa fiesta. Mientras charlaban en el patio trasero una peculiar melodía había comenzado a sonar en el interior de la casa, una canción que Frank conocía pero ni siquiera se le había pasado por la mente durante todo el tiempo que había estado tratando de encontrar un regalo para Gerard.